Maestros de guarderías y escuelas de preescolar de todo el mundo luchan para preservar el juego en la educación preescolar.
Escrito por Peter Gray en Freedom to Learn.
La guerra contra la infancia continúa. Diseñados por naturaleza para moverse, jugar y explorar, generalmente los niños ya no son libres de realizar estas actividades como lo hacían en el pasado. Los padres que les permiten estas acciones están siendo arrestados. Muchas escuelas de todo el país han eliminado o reducido en gran medida los recreos.
El último bastión en la lucha por preservar la infancia parece venir representado por los alumnos de preescolar y de las guarderías, donde todavía existe el juego. Sin embargo, rápidamente también se va perdiendo territorio a pesar de los esfuerzos de algunos profesores por no ceder.
En los últimos meses, he hablado en muchas conferencias para maestros de educación temprana, en su mayoría maestros de preescolar y guarderías. En todas ellas he escuchado cómo se lucha de forma apasionada por preservar el juego.
Se lucha con los efectos de la ley estadounidense «No child left behind» (ningún niño quedará atrás), y ahora con las normas comunes propuestas a nivel estatal mediante esta iniciativa. Dichas notas benefician a los que tienen las notas más altas de las guarderías y las escuelas de preescolar.
Los maestros luchan contra responsables políticos que no saben nada sobre la infancia, que ignoran la cantidad de investigaciones que muestran el valor del juego y el daño a largo plazo en la formación académica temprana, y contra quienes ven los resultados de las notas de las pruebas estandarizadas como el objetivo de toda buena educación.
Luchan contra la dirección que cree en lo que le dicen los defensores del sistema de evaluaciones o simplemente hacen como si creyeran en ello, para así mantener sus elevados sueldos.
Luchan también contra los maestros de los grados superiores, que les dicen que su trabajo es preparar a los niños para la siguiente etapa en la escuela, enseñándoles a quedarse quietos, rellenar hojas de trabajo y eliminar sus impulsos de jugar y explorar.
Luchan contra los padres, que han llegado a creer que sus niños de 3, 4, y 5 años de edad nunca van a entrar en la Universidad de Harvard si no hacen más que jugar en preescolar.
A veces, la batalla es demasiado dura, de forma que la abandonan; o peor aún, se rinden y hacen algo que saben que está mal. [Nota: Los maestros de los primeros años de educación son, en general, personas cariñosas y nada violentas, así que cuando hablo de «luchar» me refiero a sus intentos de persuasión mediante la razón].
Algunos comentarios de maestros de educación temprana en mis dos últimas publicaciones
En mis últimos ensayos de esta serie mostré algunas de las evidencias científicas, además de la lógica detrás de la afirmación de que la formación académica temprana en realidad está dañando y no ayudando al desarrollo social y emocional de los niños. Algunos de los comentarios más sentidos en estos artículos provienen de maestros de preescolar y guarderías.
Aquí encontrarás cinco de estos comentarios:
• He enseñado en una guardería durante 11 años. En este país lo que se está haciendo con los niños de 4 a 6 años no es ético ni apropiado. Cualquier educador profesional que realmente entiende como los niños se desarrollan académica, cognitiva, social y emocionalmente, se levantará en contra de la farsa que los reformadores mencionan como «contundente». Los niños no necesitan saber leer cuando dejan las guarderías. (Si pueden hacerlo, ¡EXCELENTE!). NO necesitan resolver ecuaciones con lápiz y papel. NO necesitan hacer trabajos «académicos». NECESITAN jugar, pintar, construir, crear, interactuar con libros, escuchar cuentos, cantar canciones, hacer salidas al campo, jugar, explorar, etc. Dejé mi trabajo en la guardería, pero lucharé por los derechos de los niños pequeños para poder volver a la guardería algún día. Me niego a ser parte de algo tan peligroso para nuestros niños.
• Soy una maestra de preescolar jubilada. Enseñé a niños pequeños durante más de 20 años. Siempre estaba obligada por los directores a presionar a los niños en matemáticas y especialmente en la escritura con niños de 3 años. El resultado de estas presiones académicas muy rara vez fue bueno y produce niños mediocres. Siempre creía que yo les estaba haciendo mucho más daño que bien. Me alivia leer acerca de expertos que intentan salir de ese pensamiento disciplinario. Espero que muy pronto los más pequeños puedan ir a preescolar para jugar, divertirse y aprender de una manera natural y feliz.
• El sistema en su conjunto está mal, por eso que dejé la profesión. La verdad es que la mayoría de los distritos escolares, al menos uno en el que trabaje en Estados Unidos, no utilizan la evidencia científica o mejores prácticas para enseñar a los niños. En su lugar, aplican lo que está de moda, las normas de la iniciativa nacional, que representa el último desastre de la burocracia gubernamental, ya que procede del dinero o subvenciones del estado o del gobierno federal y después examina a estos niños hasta que odian la escuela, odien el aprendizaje y no desean otra cosa más que abandonar porque los que ya están en desventaja no están a la altura y así continuamente siguen viendo sus debilidades en lugar de sus fortalezas. Peor aún, ponen a prueba a estos niños en la guardería, por lo que el ciclo del fracaso y frustración empieza a una ¡edad temprana! Si queremos cambiar el sistema educativo, entonces corresponde a los padres y maestros el no permitir que los políticos y las empresas de libros, que hacen cantidades increibles de dinero con nuevos planes de estudios y con métodos no científicos que obligan a enseñar a los niños bajo amenazas. Boicotea el sistema, escribe a tus representantes, ve a las reuniones de la junta escolar y exige la reversión de las pruebas académicas. Es la única manera de que el juego vuelva a las escuelas.
• Como maestra de preescolar y guarderías desde hace 30 años, he visto cambios drásticos en los programas de educación temprana, muchos han pasado de ser una educación basada en el juego a basarse ahora en las capacidades y en que los niños salgan perdiendo. … He visitado guarderías en las que no existe el recreo porque ¡los niños tienen demasiado trabajo por hacer! He estado en aulas donde los pequeños se sientan en sus escritorios y lloran porque no pueden escribir lo que el profesor les pide.
Y parece ser que esto no solo ocurre en Estados Unidos. Aquí hay un comentario desde el Reino Unido:
• He sido un maestro de escuela primaria (elemental) en el Reino Unido durante los últimos 25 años. En ese tiempo, he sido testigo de cambios hacia un aprendizaje auto dirigido para regresar a la instrucción didáctica. Nuestro gobierno envía inspectores para comprobar que estamos siguiendo el último dogma. El resultado es que somos en Reino Unido los que a más exámenes someten a sus niños en todo el mundo. Todos los niños en Inglaterra tienen una prueba a los 6 años para verificar sus conocimientos de fonética y luego se informa a los padres de los resultados de sus hijos. Sí, etiquetamos ya a algunos niños como fracasos a los ¡6 años!
Resultados de un estudio netnográfico de las opiniones de maestros de guardería
Una edición de la revista American Journal of Play incluye un interesante artículo escrito por Meghan Lynch en el que describe los resultados de su estudio netnográfico de los escritos de los maestros de guarderías sobre el juego en el aula (se puede descargar el artículo aquí).
La netnografía constituye una nueva variedad de la etnografía basada en el análisis de las observaciones disponibles al público en las redes sociales para conocer las opiniones y prácticas de un grupo de personas.
Lynch identificó 78 debates distintos de maestros de guarderías que hablan sobre el juego y la formación académica en guarderías publicados en siete foros de maestros diferentes, y los analizó cualitativamente. Descubrió que casi la totalidad de los maestros están de acuerdo con los beneficios del juego y expresan su preocupación acerca del conflicto sobre las necesidades de los niños de cara al juego y la presión para restringir el juego con el fin de enseñar habilidades académicas.
Presiones del «sistema», motivados por leyes y normas
Muchos maestros contaban que, debido a las políticas exigidas por «No child left behind» y otras leyes que proponen estándares a nivel nacional, no tienen tiempo para jugar en las aulas.
Declaraban sentirse abrumados por los intentos de mejorar las habilidades académicas de los niños que no están preparados para este tipo de competencias. Además los maestros lamentaban que tampoco hubiera tiempo para las actividades tradicionales, más allá del simple juego: «No hay más tiempo para exposiciones, ni para contar cuentos, no queda tiempo para vacaciones y manualidades, no hay tiempo para actividades musicales o relacionadas con el deporte diarias…».
Algunos temían que el tiempo de la merienda también iba a suprimirse porque como dijo uno de ellos «Merendar nos lleva diez minutos, pero con los setenta minutos al día que hay que dedicar de forma obligatoria a las matemáticas simplemente no hay tiempo».
Presiones por parte de los directores
Las imposiciones del sistema, por supuesto, llega a los maestros de la mano de inspectores y directores. Lynch encontró que a los directores se les menciona con frecuencia, a menudo como algo negativo en los debates que analizó.
Por ejemplo, un maestro escribía: «Mi director dice: “No están en la guardería para colorear y jugar”; otro decía: «Mi nuevo director se horrorizó al ver la cocinita y los bloques de construcción. Me metí en problemas con él porque estaba terminando la prueba individual obligatoria, en el sexto día en la escuela, y dejé que mis niños jugasen con juegos matemáticos durante veinte minutos mientras yo hacía la prueba».
Otra maestra describía cómo cuando se trasladó a una nueva aula, el director tiró todo el armario lleno de materiales para jugar, a pesar de las protestas de la maestra. Otra escribía acerca de cómo ella tenía a los niños sentados en el suelo cantando una canción cuando el inspector entró y le dijo: «Usted va a dejar de cantar y va a ponerse a enseñar, ¿estamos de acuerdo?»
Los maestros con directores o inspectores que permitían algo de juego en las guarderías se describían a sí mismos como «afortunados» y dicen estar preocupados por lo que pasará cuando se reemplace a estas personas; uno, por ejemplo, escribía: «Tengo la suerte de tener una inspectora de educación primaria con experiencia en educación temprana. Ella es un gran apoyo en el desarrollo de espacios adecuados dentro de las aulas».
Presiones de otros profesores
Algunos maestros de guarderías, cuyas aulas se encuentran en el mismo edificio que la primaria, contaban que sentían que los profesores de cursos superiores les menospreciaban si permiten a sus estudiantes jugar, cantar o hacer otras cosas que no sean puramente académicas.
Uno de ellos escribía: «Uno de nuestros maestros de la guardería se burló de otro porque los niños cantaron demasiado»; otro escribió: «Nunca olvidaré a una maestra de primero diciéndome que durante el mes de enero debíamos pasar el día sentados en nuestros asientos haciendo exámenes con papel y lápiz y preparando a los niños para primero».
Las presiones de los padres
Sin embargo, otra fuente de presión descrita por los maestros de las guarderías son los padres. Por ejemplo, un maestro escribía: «Una gran cantidad de las instituciones que ofrecen preescolar publicitan su programa académico para atraer a más familias, para que envíen a sus hijos a dicha escuela. Estos establecimientos transmiten a las familias un mensaje equivocado que confunde a los padres en el momento en que sus hijos empiezan a ir a la guardería y ven la zona de cocinitas, de juegos de bloques, etc. Piensan que sus hijos solo aprenden cuando hacen tareas que implican papel y lápiz».
Luchando contra las presiones
Muchos de los profesores se describen a sí mismos como «en lucha» con los administradores de sus instituciones para así preservar el juego. Afirman que continuaran hasta que se permita el juego en sus aulas, incluso aunque en muchas ocasiones esta acción les haya ocasionado problemas con la administración de la escuela.
Uno de ellos escribía a modo de consejo a otro maestro: «Con la locura actual en nuestro estado que ha alcanzado las aulas durante los últimos años, me vengo considerando como una especie de rebelde. Espero que no cedas bajo la presión a pesar de que siempre es difícil «ir contra el sistema». Sí aguantamos, el sistema nos asestará el golpe final».
Algunos hablaban de enfoque distintos destinados a preservar el juego: En lugar de usar la palabra «juego», buscaban términos que sonasen más académicos.
Así, pueden conservar su antigua zona de juegos en el aula llamándola «centro de desarrollo», «centro de trabajo» o «centro de aprendizaje activo», cualquier cosa excepto juego. En esta misma línea, un maestro de educación diferencial (niños con necesidades educativas especiales) logró mantener la hora de la siesta bautizándola como «tiempo de diferenciación sensorial».
Antes dar por concluida esta entrada, debo señalar que en el estudio de Lynch no todos los maestros están a favor de que se conserve el juego.
Los maestros que no están a favor se convierten en otro factor de presión contra los maestros de guarderías que sí desean preservarlo. Un maestro escribía que los maestros de guardería que permiten el juego son simplemente «vagos».
Por supuesto, dado que el proceso de cese y contratación de maestros persigue seleccionar aquellos que mejor se adapten a las nuevas imposiciones, el número de maestros de guardería con opiniones contrarias al juego irá creciendo a lo largo del tiempo.
Qué triste será cuando nadie recuerde que los niños antes jugaban.
Libro en inglés de Peter Gray: Freedom to Learn. Más información en inglés: alternativestoschool.com
Traducido por Mayra Challapa Yuga y revisado por Adrián Perez. Artículo original en inglés: https://www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201507/k-preschool-teachers-last-stand-in-war-childhood
Deja una respuesta