Los derechos humanos pasan por difíciles momentos en Europa: elección educativa
Familias europeas están siendo multadas (y cosas peores) debido a su búsqueda de una libertad educativa.
Publicado el martes, 20 de agosto de 2013 por Peter Gray en Freedom to Learn.
Hace dos semanas y media tuve el honor de asistir y hablar en la conferencia de 2013 de EUDEC (European Democratic Education Community). Conocí a muchas personas y familias valientes que están haciendo sacrificios personales en su lucha por conseguir una alternativa educativa en Europa.
En comparación, en Estados Unidos tenemos más suerte. Procedemos de una tradición de pioneros y aventureros, de personas que se rebelaron contra las restricciones estatales y religiosas existentes en los países de los que huían, y mantenemos al menos un cierto respeto por las personas que escogen caminos menos conocidos. En cambio, en la mayor parte de Europa son más de la opinión de que lo minoritario debe someterse a lo mayoritario. Si la mayoría cree que debe educarse a los niños de una manera determinada, esa manera debe ser la correcta para todos, por lo que se consagra en la ley, y las personas que quieren seguir su propia consciencia y sus propias creencias quedan fuera.
En Bélgica, por ejemplo, país que muchos consideran como el más libre desde el punto de vista educativo de todos los países de la Europa continental, los padres musulmanes se han tenido que enfrentar a un decreto que limita gravemente su capacidad para educar a sus hijos en casa. Todos los años deben declarar, durante los tres primeros días de septiembre, su intención de educar a sus hijos en casa y tienen que dar su conformidad a que sus hijos se sometan a los exámenes estatales en fechas concretas.
Si no se realiza la declaración durante los días específicos, o si no se aprueban los exámenes, los estudiantes deben volver a una escuela estatal. [Nota añadida el 21/8/2013: Para clarificar el asunto, estas restricciones sobre la educación en casa se aplican a todos los niños en Bélgica que sean educados en sus casas; fueron noticia debido a los efectos que tiene esta ley en la educación en casa de niños musulmanes realizada por motivos religiosos].
En otros países la cosa está igual de mal o incluso peor. Por ejemplo, hace pocos meses una familia cristiana de Alemania solicitó asilo a Estados Unidos, alegando problemas de libertad religiosa, porque el gobierno alemán los había arrestado y condenado, les había impuesto una multa muy elevada y había amenazado con quitarles a los hijos, porque estaban educando a sus hijos en casa, de acuerdo con sus creencias y no cumplían los mandatos estatales.
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Las familias que siguen la filosofía de la educación no dirigida (filosofía sobre la que llevo escribiendo mucho tiempo en este blog) se enfrentan a varios problemas en Europa. La premisa fundamental de esta filosofía es que los niños aprenden y se desarrollan mejor cuando tienen el control de su propia educación, esto es, cuando se les permite aprender lo que quieren, cuando quieran y de la forma que quieren. De acuerdo a esta filosofía, la obligación del adulto es ofrecer a los niños una oportunidad educativa y no la coacción educativa.
Algunos de los que siguen esta filosofía eligieron el aprendizaje no dirigido en casa, a menudo denominado unschooling, concepto según el que los padres representan un papel importante a la hora de ofrecer oportunidades educativas para sus hijos y de conectarlos con los recursos en la comunidad que les permitan recorrer sus propios caminos de aprendizaje. Otros han creado colegios democráticos, muchos de los cuales se han inspirado tomando como ejemplo el colegio Sudbury Valley de Massachusetts (EE. UU.). Existen escenarios de educación no dirigida en los que los niños pueden jugar y aprender en un entorno con niños de diferentes edades, donde se encuentran múltiples personas de las que se puede aprender y en los que las herramientas de aprendizaje están al alcance de todos.
Los exámenes estatales alteran la educación no dirigida, porque dictan el contenido y el ritmo del aprendizaje, y debilitan la sensación de los niños de que la evaluación educativa es su propia responsabilidad y corresponde a sus propios e individuales objetivos y valores.
En la conferencia de EUDEC conocí a muchas personas que habían fundado o estaban en proceso de abrir colegios democráticos que se habían modelado tomando como ejemplo el colegio Sudbury Valley de Massachusetts (EE. UU.). Descubrí que, en el fondo, existían tres caminos que uno puede trazar para encontrar o dirigir un colegio de este tipo en Europa:
1) Se puede hacer discretamente, saltándose las leyes, y confiar en que las autoridades gubernamentales no descubran ni inspeccionen lo que se está haciendo. Este enfoque parece funcionar mejor en las grandes ciudades, en las que existen muchos colegios y los inspectores simplemente ignorarán la escuela para reducir su volumen de trabajo. Sin embargo, si se decide por este camino, sabe que en cualquier momento puede sufrir una inspección, lo que podría conllevar al cierre del colegio.
2) Puede buscar un compromiso con las leyes realizando las pruebas estatales en las fechas señaladas y mostrando que los estudiantes han sido capaces de aprobar dichos exámenes. En este caso, estaría alterando, al menos en parte, la filosofía de la educación no dirigida.
3) Puede retar la legislación y tratar de cambiarla o modificar su interpretación dando publicidad abiertamente de la filosofía del colegio y sus métodos, sin buscar un compromiso y luchando contra el gobierno en los juzgados.
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El tercer camino, el de luchar en los juzgados, es el que mis amigos Peter y Christel Hartkamp y sus valientes colegas en los Países Bajos están recorriendo actualmente. Hace seis años, junto con varias otras familias, los Hartkamp fundaron el colegio De Kampanje, en Amersfoort.
El colegio atrajo a un número bastante elevado de estudiantes y tuvieron mucho éxito hasta que llegó la inspección estatal. Los inspectores observaron que los niños estaban felices y que aprendían, pero también vieron que no estudiaban según el currículo estatal ni se realizaban pruebas, tampoco seguían ningún otro currículo impuesto, por lo que declararon que De Kampanje no es, a ojos del Estado, un colegio.
Poco después de que se iniciaran los arrestos, muchos padres (confrontados a elevadas multas, a amenazas de encarcelamiento y a la amenaza definitiva de quitarles a sus hijos) sacaron a sus hijos del colegio y los enviaron a colegios autorizados por el Estado. No obstante, los Hartkamp y algunas otras familias continuaron. Se negaron a dejarse intimidar. Están tomando cualquier medio legal para luchar contra las condenas. Han estado luchando contra el Gobierno por dos vías: la penal y la administrativa.
En el campo penal, estas valientes familias, condenadas por haber infringido la ley de educación obligatoria, actualmente están apelando dichas condenas en el siguiente nivel del sistema judicial. La fecha establecida para la vista es el 7 de noviembre de este año (2013). Les deseo lo mejor.
En el juzgado administrativo, que trata casos relacionados con la manera en que el Gobierno administra sus leyes y normativas, los Hartkamp y otros han estado impugnando la decisión de los inspectores del colegio según la cual el De Kampanje y otro colegio como el Sudbury de los Países Bajos, De Koers, no son colegios legítimos. Esta lucha continuó durante al menos dos años y ya llegó al juzgado administrativo de mayor nivel de los Países Bajos. Ganó el Gobierno, por lo que ahora los Hartkamp y sus colegas han apelado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH).
A través del TEDH no se va a producir ningún acontecimiento rápidamente. Puede que pase un año hasta que el tribunal decida si acoger el caso y, posteriormente, si decide hacerlo, pueden pasar cuatro años más hasta que se celebre la vista. Mientras tanto, la apelación no evitará que el gobierno holandés arreste, multe, encarcele y acose por otros medios a los padres que mantienen sus convicciones sólidamente.
Los Hartkamp y sus colegas me pidieron que preparase una declaración para el TEDH, acerca de la filosofía de la educación en las escuelas Sudbury y que mostrase pruebas que indicasen que la filosofía funciona, lo cual fue un placer para mí. Como parte de mi preparación, leí una declaración de 63 páginas titulada «Motivos de los padres y estudiantes para escoger colegios Sudbury en los Países Bajos», escrita por estas familias como parte de su solicitud.
En la declaración de los motivos, padres y niños de dieciocho familias diferentes (si conté correctamente) describen, con sus propias palabras, por qué eligieron el colegio De Kampanje o el De Koers.Todas ellas historias conmovedoras. Los padres describieron lo poco que aprendían sus hijos y lo mucho que sufrían en el colegio convencional, y cómo todo eso cambió cuando fueron al De Kampanje o al De Koers.
Los niños describieron lo contentos que estaban en el colegio democrático y lo infelices y reprimidos que se habían sentido en las escuelas convencionales. Algunos de los niños habían sufrido acoso escolar y estaban traumatizado en la escuela convencional. Algunos habían padecido graves síntomas físicos de estrés: cefaleas, dolores abdominales y vómitos cada día antes de ir al colegio. Una niña de 8 años declaró que preferiría estar muerta a tener que volver al colegio convencional. Un chico cuyo crecimiento se había detenido, creció 30 centímetros en un solo año, tras entrar en el colegio democrático.
Estos padres no luchan por quitar la opción de acudir a escuelas tradicionales a aquellos que lo prefieran. Luchan por el derecho que ellos mismos y todos los demás tienen de poder elegir. Y, por encima de todo, luchan por mantener y estimular un desarrollo sano en lo físico, social, emocional e intelectual de sus propios hijos. El Estado los trata como si fueran padres negligentes y abusivos por no enviar a sus hijos al colegio estatal. Sin embargo, están en esta lucha precisamente porque son los padres más cariñosos, comprensivos y responsables que puede haber.
Se trata de una batalla por los derechos humanos, al mismo nivel que otras batallas de derechos humanos que se han luchado a lo largo de los años. Hemos visto luchas por la libertad religiosa y por la igualdad ante la ley, independientemente de la raza, el sexo o la orientación sexual, luchas que todavía continúan en muchos lugares. Ahora, en Europa, somos testigos de una pugna por la libertad educativa. Sigamos este caso de cerca y apoyemos a estas valientes familias en la medida de nuestras posibilidades. Veamos si los países europeos están a la altura de su reivindicación de ser democracias que respetan los derechos humanos.
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Peter Gray, doctor, profesor investigador en Boston College, y autor del libro recién publicado Free toLearn (Basic Books) y Pyschology (un libro de texto, ahora en su sexta edición).
Otros artículos de Peter Gray en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn
Libro en inglés Free toLearn:
www.freetolearnbook.com
Artículo original en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201308/the-human-rights-struggle-in-europe-educational-choice
Traducción del inglés al castellano realizada por Anahí Vinokur Jeinson. Revisión por Adrián Pérez Montes.
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