Por qué 232 familias eligen confiar en los instintos educativo de sus hijos.
Publicado el 26 de marzo de 2012 por Peter Gray, en Freedom to Learn.
Éste es el segundo de una serie de tres informes acerca de una encuesta realizada a familias que optaron por desescolarizar a sus hijos, elaborado en el otoño de 2011. En el primer informe, describí el método de la encuesta, di algunos datos demográficos acerca de las familias que participaron y resumí sus respuestas sobre la definición y los beneficios de la educación no dirigida (unschooling), de acuerdo a su caso particular. (En dicho informe, explicaba que participaron en la encuesta 231 familias con niños de cinco años o más. Agrego, ahora, una pequeña corrección: fueron 232 las familias. Omitimos, inadvertidamente, un grupo en la tabulación inicial).
En pocas palabras, para aquellos que no han leido el primer informe, las familias que se definen como seguidores de una educación no dirigida son aquellas que no envían a sus hijos al colegio ni realizan en sus casas las mismas actividades que realizarían en la escuela. Más concretamente, no establecen un plan de estudios para sus niños, ni exigen que realicen tareas específicas para su educación o que hagan exámenes para determinar su progreso. En lugar de ello, les dan libertad para que descubrir sus intereses y aprender, a su manera, lo que necesiten saber para alcanzarlos. También, se encargan de proporcionarles el ambiente y apoyo necesarios para que puedan aprender. Si desea saber más acerca de cómo los padres llevan a cabo estas ideas y los beneficios que encuentran en este método (tanto para el niño como para la familia en sí) lea el primer informe.
Mi objetivo ahora, en este segundo informe, es describir los caminos por los que las familias que respondieron a la encuesta llegaron a la desescolarización. El informe está basado en un análisis cualitativo que hicimos mi colega Gina Riley y yo sobre las respuestas al punto 6 de la encuesta, que se reproduce a continuación:
6. Por favor, describa cómo se encontró su familia con la idea de la educación no dirigida que actualmente practican. En particular: (a) ¿Fue una de las causas alguna experiencia puntual que tuviera uno o más de sus hijos en la escuela? En caso afirmativo, descríbala brevemente. (b)¿Influyó en la decisión la opinión de algún(os) escritor(es)? De ser así, por favor mencione al autor y qué fue lo que más le interesó de su obra. (c) ¿Probó la educación en el hogar antes de comenzar con la educación no dirigida? Si lo hizo, ¿qué les llevó a este cambio?
A continuación, un resumen de lo que descubrimos:
La decisión de retirar a un hijo (o hijos) de la escuela
Respondiendo a la pregunta 6a, 101 de las 232 familias indicaron que al menos uno de sus hijos había asistido al colegio antes de comenzar con la desescolarización, y que fue la experiencia del niño en la institución la que los llevó a tomar esta decisión. En sus narraciones, 38 de estas familias se refirieron específicamente a la rigidez de las normas de la escuela o a la naturaleza autoritaria de la clase como factores que impulsaron el cambio; 32 hablaron de la pérdida de tiempo, el escaso aprendizaje que recibían y/o el aburrimiento de los niños, así como la falta de curiosidad o el poco interés por aprender; 32 hicieron referencia a la infelicidad, ansiedad o al acoso sufrido por los chicos. (Nota: Los números de éste y otros informes son aproximados, ya que dependen de la interpretación de las declaraciones escritas).
A modo de ilustración, exponemos aquí una muestra representativa de citas sobre las respuestas a la pregunta 6a (se suprimieron los nombres en cada caso):
Respuestas que subrayan la rigidez de las normas y la naturaleza autoritaria en clase:
• «El director de la escuela amenazó con sancionar a mi hijo por llevar un ‘arma’ a la institución. El ‘arma’ era una lata de serpentina en aerosol».
• «Vi cómo castigaban a niños por ser conversadores y curiosos, algo que pensé que todos los chicos eran naturalmente».
• «Cada vez nos frustraba más la manera en que se les enseñaba a los niños. Un ejemplo: Aquellos que comprendían fácilmente los problemas de matemáticas, también debían realizar la tediosa tarea de ‘mostrar su trabajo’, a pesar de que lo pudieran resolver mentalmente. Nuestra hija estaba aburrida y desilusionada con este tipo de tareas inútiles. La castigaban (se quedaba sin recreo) por no hacer la tarea, pero las calificaciones en su boletín era muy buenas y obtuvo un puntaje perfecto en su primer examen MCAS».
• «Cuando mi hijo de cinco años estuvo a punto de ser rechazado en el jardín de infancia por no saberse el alfabeto, supe que eso estaba mal y que cada niño tiene su ritmo de aprendizaje».
• «Nos cansamos de que etiquetaran a nuestros hijos y de verlos volver a casa exhaustos y, para ser honestos, con una actitud desagradable. Ya no eran los seres encantadores que recordábamos. Al poco de traerlos a casa, se convirtieron en personas ‘normales’ nuevamente».
• «En su primer día de clase, a nuestra hija mayor le dijeron que debía pedir permiso para orinar y comer. Nos dijo que no quería hacerlo y decidimos, junto con la escuela, sacarla de allí después de que se escapara del colegio en varias ocasiones para venir a casa».
Respuestas que hacen hincapié en el aburrimiento, la pérdida de tiempo o la falta de interés en la enseñanza que brinda el colegio:
• «Tras haberlos tenido en la escuela pública por un tiempo, me quedó claro que obligarlos a seguir el plan de estudios de otra persona era contraproducente, al punto de hacerlos ‘odiar’ la enseñanza (consideramos que esto es inadmisible)».
• «Detestábamos la escuela pública ‘elitista’ de nuestro hijo mayor. Tenía una hora de tarea cada noche (ejercicios de comprensión de textos y matemáticas), ¡para un niño de seis años! El trabajo era demasiado fácil para él, lo odiaba y se quejaba todas las noches. Nos molestaba la intromisión en nuestra vida familiar y momentos de descanso».
• «Trabajé mucho en el aula y vi desperdiciarse DEMASIADO tiempo en el que mis hijos debían permanecer sentados quietos sin hacer absolutamente nada».
• «En quinto grado, cuando sacamos a nuestro hijo, la escuela estaba deteriorando su curiosidad natural y amor por el aprendizaje. Pasaba muchas horas en el colegio y luego, con la tarea. Me decía: «¿Mamá, cuándo tendré tiempo para mí?». Me rompía el corazón».
• «Nos dimos cuenta de que la cantidad de tarea y proyectos era cada vez mayor, convirtiéndonos en esclavos del programa educativo incluso después de las horas del colegio y en los fines de semana. Además, descubrimos que nuestro hijo mayor estaba perdiendo el amor por el aprendizaje y nuestra segunda niña no tenía suficiente tiempo para seguir su pasión, el teatro».
Respuestas que resaltan la infelicidad, la ansiedad o el acoso en el colegio:
• «La escuela era espantosa para toda la familia. Deberes, horas. conflictos sociales, falta de actividad física, falta de tiempo con la familia, problemas de disciplina… Literalmente, arrastraba a mis hijos al colegio, lo odiaban tanto».
• «Mi hijo mayor tardó (de acuerdo con el colegio) en empezar a leer. Esa frustración me llevó a explorar otras opciones, pero no elegí ninguna en ese momento. Luego, cuando pasó a tercer grado, la cantidad de trabajo y su alto nivel de frustración, a pesar de obtener notas ‘buenas’, nos pareció inadecuado. Trabajaba más horas en el colegio que las que pasaba su padre en el trabajo. ¿Con qué fin?».
• «Mi hija mayor sentía miedo ante los exámenes (era el primer año que se implementaba la ley No Child Left Behind, ‘Ni un niño dejado atrás’), no almorzaba, le molestaban los ruidos y olores, y se distraía en clase. Mi hija menor se aburría y comenzó a negarse a participar en las actividades. La mayor había sido infeliz durante toda su trayectoria escolar. Seguía pensando que lo superaría, pero nunca lo hizo. Finalmente, las cosas llegaron a su punto crítico y los saqué de allí sin tener un plan alternativo, pero sabiendo que, sin duda, encontraría algo mejor que el colegio. Ya no quería mandarlos a lugares que los hicieran sentirse desdichados y crearan tanta tensión en nuestra familia».
• «Nuestra hija mayor odiaba profundamente ir al colegio y todos nos sentíamos mal. Debido a la idea equivocada que teníamos y el desconocimiento acerca de la enseñanza en el hogar (no digamos ya del aprendizaje no dirigido, incluso la educación en casa es poco frecuente en India), no nos dimos cuenta de que este método era una opción viable, hasta que la desesperación nos llevó a tenerlo en cuenta».
• «Los docentes ignoraban las reiteradas situaciones en que otros niños atacaban física y verbalmente a mi hijo. Pasados dos años soportándolo, empujó a uno de sus acosadores y, así, de pronto, se metió en problemas (su rival no fue nunca reprendido a pesar de que muchos maestros lo habían visto molestar a mi hijo). La escuela hacía que mi niño se sintiera fracasado continuamente e ignoraba mis demandas de cambio. Luego, convocaron una reunión para discutir qué hacer con mi hijo en lugar de qué podían hacer ellos, por él… Les dije que no existiría tal reunión…».
• «Mi hija mayor perdió su amor por el aprendizaje nada más empezar el colegio. En la última etapa, hasta había dejado de hacer los cálculos matemáticos y pasó de estar entre una de las primeras a una de las últimas de la clase. Esto se debió a que su profesora de matemáticas solía ridiculizarla y hacerla sentir inferior».
• «Cuando comenzó segundo grado, mi hija me contó una noche cómo uno de sus amigos había sido verbalmente amenazado (el término que usó fue ‘estás muerto’) por otro compañero, que lo empujó contra la pared y le dijo que sus primos mayores irían a buscarlo. Me horrorizó pensar que estas cosas le sucedían a niños de ocho años y enterarme, tras hablar con la maestra de mi hija acerca de este incidente, de que este tipo de interacciones no se consideran alarmantes entre el personal docente. ¡No quiero que mis hijos acepten algo así y se resignen a la idea de que tratar a otros seres humanos de manera horrenda, odiosa y desagradable es normal! Quería que mis niños supieran que existe un mundo amoroso y más seguro, así fue como empezamos la escolarización en casa».
• «Cuando empezaos la educación en casa, mi hijo mayor, con 11 años, tenía un gran daño emocional por sus experiencias en la escuela y nos impresionó ver lo rápido que se recuperó, en tan sólo uno o dos meses».
La transición de la enseñanza en casa al aprendizaje no dirigido.
En respuesta a la pregunta 6c, 110 de las 232 familias dijeron haber probado la enseñanza en casa antes del aprendizaje no dirigido. Para explicar dicha transición, la mayoría comenta la oposición que presentaba el niño ante el plan de estudios en casa, la insatisfacción de la familia ante el estrés que generaba dicho programa, y/o de cómo el niño estaba aprendiendo mucho más por propia iniciativa que con el plan impuesto. Se expone, a continuación, una muestra representativa de citas que ilustran estas explicaciones:
• «Al principio, probamos la educación en casa, utilizando el programa Oak Meadow inspirado en Waldorf. ¡Creo que me enamoré de la idea de ‘jugar a la escuela’ como si fuese una niña otra vez! Me encantaba ordenar los libros y materiales, y estructurar nuestras ‘clases’. Pero cada año, pasadas unas semanas, comenzaría a hojear los libros en búsqueda de contenidos relevantes, interesantes, algo que no nos aburriese. Y cuando empezaron a brotar las lágrimas tras hacer los ejercicios de matemática, supe que debía encontrar un camino mejor. Comencé a preguntarme por qué era necesario que mi hijo aprendiera eso en ese momento y me di cuenta de que, simplemente, no había razón».
• «Llegamos a la educación no dirigida después de haber pasado por la enseñanza en casa, debido a que mi hijo de cinco años rechazaba profundamente cualquier forma de disciplina. Aprendía el doble de rápido si yo le ofrecía los recursos y luego lo dejaba ir. La educación no dirigida es lo único que funciona para él».
• «Había montado toda la escuela en casa para mi hijo mayor. Pensé que ésa era la forma en que él aprendería. … Nos producía estrés y miedo sentarnos a la mesa para la lección diaria. Poco a poco, comencé a ceder y, a medida que lo hacía, él comenzaba a estar mejor. Fuimos abandonando el programa estricto hasta llegar a la educación no dirigida».
• «Al principio, nos manejábamos con libros de ejercicios, pero la reticencia de nuestras hijas nos fue conduciendo, poco a poco, al aprendizaje no dirigido (cualquier cosa que se asemejara a una instrucción hacía que quisieran irse y no nos gustaba este tipo de relación)».
• «Nunca quise recrear la escuela en casa, pero me di cuenta de que estaba imponiendo a mis hijos actividades parecidas a las del colegio, y eso después de que ya los había sacado… Finalmente, pude ver y sentir que cualquier cosa que los niños elegían por cuenta propia era más adecuada, placentera y duradera que lo que yo les decía que hicieran».
• «Fue terrible. Peleábamos todo el tiempo y yo tenía la responsabilidad no sólo de obligarlo a hacer la tarea, sino también de enseñarle. Demasiada presión para ambos. Nos sentíamos desdichados».
• «Al principio, probé un método clásico (‘La mente bien entrenada’) y reproduje la escuela en casa, incluyendo el pupitre, las hojas de ejercicios, notas, etc. Al cabo de un mes, ambos nos sentíamos miserables».
• «Probamos ‘la escuela en casa’ y fue un completo fracaso: reaparecían los mismos problemas que tenía mi hijo en el colegio, sólo cambiaba la ubicación. Utilizamos diferentes planes de estudios y ninguno parecía ser el correcto. Ambos nos sentíamos más felices si le dejaba ser él mismo. Mientras tanto, investigaba todo lo que podía acerca de los diferentes tipos de educación en el hogar y cada vez que leía sobre la educación no dirigida, pensaba: ‘Esto sería bueno para él, seguro que funcionaría’. Sin embargo, tenía miedo de dar el paso, así que seguimos haciendo de cuenta que lo educábamos en nuestro hogar. Cuando mis dos hijos menores aprendieron a leer por sí mismos, tuve un momento de revelación y dije: ‘Realmente puede funcionar’.
Otros factores que llevan a decidirse por la educación no dirigida.
Escritores influyentes.
En respuesta a la pregunta 6b, la mayoría dijo que uno o varios autores tuvieron mucho que ver en la decisión. No nos sorprende que el autor con mucho más mencionado haya sido John Holt (nombrado por 127 encuestados), el ex maestro que criticó la escolarización forzada y promocionó la educación por cuenta propia en libros tales como How Children Fail y How Children Learn (Cómo fracasan los niños y Cómo aprenden los niños). Holt, además, acuñó el término ‘unschooling’ y fundó la primer revista dedicada a este tema: Growing Without Schooling. Holt Associates, dirigido por Pat Farenga, continúa el trabajo de Holt.
El segundo autor más mencionado fue John Taylor Gatto (nombrado por 52 encuestados), el antiguo Maestro del Año del Estado de Nueva York que dejó la enseñanza porque estaba convencido de que las escuelas obligatorias, sin importar cómo uno enseña, estaban perjudicando más que ayudando. Gatto escribió, entre otras obras: Duming Us Down: The Hidden Curriculum of Compulsory Schooling; A Different Kind of Teacher: Solving the Crisis of American Schooling; y Weapons of Mass Instruction: A Schoolteacher’s Journey Through the Dark World of Compulsory Schooling.
La tercera más mencionada fue Sandra Dodd (nombrada por 39 familias), que promociona un sitio en internet muy concurrido, dedicado a la desescolarización y la crianza de los niños. Es también autora de The Big Book of Unschooling y promueve una versión propia del método llamada «unschooling radical». Algunos de los que mencionaron a Dodd expresaron un profundo respeto por sus ideas e influencia. Otros autores nombrados con una frecuencia considerable fueron Alfi Kohn, Grace Llewellen, Mary Griffith, Dayna Martin, Naomi Aldort, Ivan Illich, Jeanne Leidloff, Raymond & Dorothy Moore, Jan Hunt, Pat Farenga, Joyce Fetteroll, Rue Kream y Susan Wise Bauer.
Además de mencionar autores específicos, muchos comentaron que los sitios en internet sobre la educación no dirigida, junto con las conferencias o charlas, tuvieron mucho peso en la decisión. Otros, hablaron de la influencia de amigos o conocidos que tuvieron buenas experiencias en este proceso.
La decisión de pasar a la educación no dirigida, sin el paso intermedio por la educación en casa.
86 de las familias encuestadas indicaron que eligieron este método desde el comienzo, sin un periodo inicial de escuela fuera o dentro de la casa. Algunos dijeron haber tomado la decisión incluso antes de tener hijos, basándose en su filosofía de vida. Al menos un tercio de las 86 familias explicaron que la experiencia de criar a sus hijos, antes de la edad escolar, influyó en la elección del método. Algunos habían estado practicando el sistema de crianza «con apego» o «natural», por lo que la determinación de no escolarizar a sus hijos sucedió naturalmente. Por ejemplo, una madre escribió:
«Mi primera hija era una niña ‘de muy alta demanda'», como el Dr. William Sears llama a los bebés que quieren estar en brazos constantemente. Aprendí a responder a sus llamadas desde el primer día. Al principio, fue difícil abandonar mi antigua vida. Conocí la crianza con apego, implementé esa idea brillante y la practico desde entonces. Los partos en el hogar de mi segundo y tercer bebé me dieron fuerza para sentir que también podía hacerme cargo de la educación de mis hijos, o que lo podíamos hacer juntos: ellos, marcando el rumbo y yo, acompañándolos.
Casi un tercio del total de 232 encuestados comentaron que sus experiencias negativas personales en la escuela influyeron en la decisión, y muchos de ellos comenzaron la desescolarización sin haber siquiera probado la escuela. Por ejemplo, alguien de este grupo escribió:
• «Probablemente, mis experiencias en el colegio tuvieron mucho que ver. Me di cuenta de que la etapa vivida en la escuela, antes de la universidad, fue completamente innecesaria, una pérdida de tiempo. … Mi experiencia en la educación K-12 (primaria y secundaria) fue la más infeliz de mi vida».
Algunos de los padres que apoyan las desescolarización habían sido maestros o consejeros escolares y basaron su decisión en esas experiencias. A continuación, citamos dos opiniones de padres que pertenecen a esta categoría:
• «Mi marido enseñaba en una pequeña escuela secundaria en XX cuando el más pequeño alcanzó la edad escolar. Creo que la experiencia de tratar con niños que no se adaptaban al sistema le abrió los ojos. Le dolía ver tantos estudiantes que habían perdido todo entusiasmo por el conocimiento a esa altura de sus vidas. Los niños allí habían aprendido a ingeniárselas o directamente habían dejado de intentarlo, pero ya casi no se veía ningún indicio de pasión real por el aprendizaje en estos chicos».
• «Yo era maestra de escuela pública. Amaba enseñar, en la mayoría de los casos. Amaba estar con los niños. Pero también comencé a notar los fallos del sistema y, cuando mis niños llegaron a la edad de escolarización, no quería que ellos tuvieran que hacer frente todos aquellos errores».
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En resumen, la personas que respondieron el cuestionario llegaron a la educación no dirigida por diferentes vías. Parece ser que, a menudo, la decisión deriva de la combinación de (a) una filosofía de vida que prioriza el valor de la libertad y el respeto por las diferencias; (b) observaciones de los procesos emocionales y cognitivos de sus hijos, tanto fuera como dentro del colegio; (c) reflexiones acerca de sus propias experiencias negativas en la escuela; y (d) conocimiento adquirido de escritores, oradores, sitios web y la experiencia de otras familias que adoptaron el método. Mi próxima publicación será el Informe III, acerca de las respuestas de la encuesta. En él, me centraré en los desafíos principales de la desescolarización para estas 232 familias.
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Tras haber leído estos dos primeros informes: ¿Qué opina del concepto de educación en casa? ¿Piensa que esto podría funcionar con sus hijos? ¿Por qué? Si tuviese que hacer una encuesta acerca de este método: ¿Qué preguntas haría? Este blog es un foro para el debate, sus opiniones y conocimientos son valiosos y se tienen en cuenta, tanto por mí para como por parte de otros lectores.
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Artículos relacionados: Informe I e Informe III de la serie.
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Artículo original en inglés: www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201203/what-leads-families-unschool-their-children-report-ii
El Dr. Peter Gray, profesor investigador en el Boston College de Massachusetts (EE.UU.), es el autor del libro publicado recientemente Free to learn (Editorial Basic Books) y de Psychology (libro de texto, 6ª edición).
Artículo traducido al castellano por María Emilia Pauletto y revisado por María Ulzurrun y Adrián Pérez Montes dentro del marco de traducciones gratuitas para asociaciones sin ánimo de lucro, PerMondo.
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