Mejor contar con dos cerebros que funcionan de forma diferente que con dos que lo hacen de la misma manera.
Publicado el 25 de marzo de 2016, escrito por Peter Gray en Freedom to Learn.
El otro día, me topé con un artículo de investigación que informaba de un descubrimiento sorprendente y contradictorio, el cual me hizo pensar en varias cosas: El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), su posible relación con la creatividad y la evolución de la inteligencia. Dejad que me explique.
Según un experimento, incluir a una persona con TDAH en un grupo mejora notablemente la capacidad de resolver problemas del mismo, aunque esto conlleve desviarse más de la tarea principal.
El artículo fue elaborado en la Universidad Purdue por Sydney Zentall y sus colegas en el año 2011. El equipo estaba interesado en el comportamiento social de los niños con síntomas de TDAH y en cómo estas conductas pueden afectar los actos de aquellos con los que interactúan.
Formaron grupos, cada uno con tres estudiantes de secundaria, para llevar a cabo dicho experimento. Por un lado, los grupos del experimento contenían un estudiante con síntomas de TDAH y dos sin estos, mientras que, por otro lado, los grupos de control tenían solo estudiantes sin síntomas.
Para darles algo con lo que poder interactuar, se plantearon dos problemas que debían resolverse: los mismos para cada grupo. Solucionarlos requería tanto de la perspicacia como de la lógica.
Sin embargo, el principal interés de los investigadores residía en la forma que cada individuo del grupo tenía de interactuar con los otros cuando intentaban dar con la solución, centrándose en si sus conductas eran cooperativas o no.
He aquí lo que concluyeron con respecto a las interacciones sociales: Tal y como se esperaba, los estudiantes con TDAH a menudo hacían comentarios irrelevantes y poco cooperativos que desviaban la atención del grupo a la hora de buscar la solución al problema.
Este tipo de comportamiento resultaba contagioso, y los estudiantes sin TDAH en los grupos experimentales también mostraban una conducta menos colaborativa y más dispersa que la de los estudiantes sin TDAH de los grupos de control.
Hasta aquí, todos estos puntos parecen indicar que incluir a alguien con TDAH es contraproducente.
No obstante, vayamos con el sorprendente descubrimiento en cuestión:
Los grupos que contenían un estudiante con TDAH estaban mucho más cerca de resolver los problemas de lo que lo estaban los grupos de control.
De hecho, 14 de los 16 grupos (88%) que tenían un estudiante con TDAH resolvieron ambos problemas, mientras que ninguno (0%) de los 6 grupos de control lo consiguió.
Este resultado fue estadísticamente significativo al nivel de probabilidad < ,0001. Es decir, con una probabilidad por debajo del 1 por 10.000 de que semejante diferencia fuese fruto de la coincidencia.
¿Qué pasa aquí? ¿Cómo es que los grupos que eran menos cooperativos y trabajaban menos concentrados fueron capaces de solucionar los problemas de manera mucho más efectiva que los grupos sin TDAH que colaboraban mejor?
Los autores no nos dan pista alguna, al menos no en este artículo. Su objetivo principal era medir el grado de cooperación y disrupción que se producía, y los resultados se ajustaban a sus predicciones: los grupos afectados por el TDAH presentaron conductas que parecían menos colaboradoras y centradas en la tarea que las de los otros grupos.
En este estudio, los investigadores no se mostraron especialmente interesados en el hecho de si se resolvían o no los problemas. Es cierto que informaron de los resultados obtenidos calificándolos de impredecibles y sorprendentes, pero no los analizaron en su totalidad; su metodología no incluía observaciones sobre las contribuciones que cada participante ofrecía.
¿Resolvieron los niños con TDAH los problemas por sí mismos? ¿Aportaron algún tipo de idea especial que ayudó a los demás a solucionarlos? ¿O fue quizás gracias a su «comportamiento disruptivo», el cual desviaba el razonamiento del grupo entero, como se consiguió mejorar la capacidad resolutiva de todos los miembros?
Debería mencionar que, en este experimento, a los «estudiantes con TDAH» no se les había atribuido oficialmente dicho trastorno. Más bien, eran estudiantes a los que sus profesores les habían detectado características afines utilizando la lista de diagnóstico oficial. Si lo tenían o no, nunca fue confirmado por un médico.
La ventaja que esto presentaba con respecto a utilizar jóvenes diagnosticados con TDAH de manera oficial es que ninguno de ellos tomaba la medicación estimulante que normalmente se usa como tratamiento. Por lo tanto, eran estudiantes no medicados con características propias del TDAH.
Los resultados me llevaron a preguntarme si existía alguna otra investigación que indicase que las personas con síntomas de TDAH resultan mejores que otras a la hora de resolver ciertos tipos de problemas, por lo que hice una pequeña investigación y esto es lo que hallé:
Los síntomas de TDAH favorecen los razonamientos innovadores y creativos, pero obstaculizan los comunes
Muy pocos estudios de investigación se han centrado en comparar a los participantes afectados por el TDAH con los que no presentan el trastorno en cuanto a su capacidad para resolver problemas. De hecho, Zentall ha estado ligada a parte de estos proyectos.
En un estudio, ella y sus colegas descubrieron que los adolescentes a los que se consideró «con talento» y que también mostraban síntomas de TDAH puntuaban más alto en el Test de Pensamiento Creativo de Torrance (un test estándar de creatividad) que aquellos que eran similares intelectualmente, pero no tenían TDAH (Fugate, Zentall, & Gentry, 2013).
Otro estudio establecía que el 40% de aquellos entre los 10 y los 12 años de edad a los que se les habían identificado síntomas de TDAH mostraban niveles de creatividad lo suficientemente altos como para garantizar el diagnóstico del «trastorno» (Healy&Rucklidge, 2006). En otro, se determinó que los niños con TDAH cuentan historias mucho más imaginativas que los demás (Zentall, 1988).
Otro más concluyó que los adolescentes con el trastorno eran mejores elaborando ideas innovadoras para nuevos juguetes. Además, estaban menos limitados por los ejemplos de los juguetes antiguos de lo que lo estaban los adolescentes sin TDAH (Abraham et al., 2006).
En otro estudio, se halló que los estudiantes universitarios con TDAH superaban a los demás en la Prueba de Usos Inusuales, donde se deben nombrar usos poco comunes para los objetos (White &Shah, 2006). Uno más establecía que los universitarios con TDAH preferían problemas que implicaran generar nuevas ideas, mientras que los que no tenían TDAH se decantaban por aquellos que supusieran una elaboración basada en ideas anteriores o la ampliación de estas.
Finalmente, en otro estudio, se concluyó que los niños diagnosticados con TDAH se desenvolvían mejor en un test de elaboración creativa cuando no tomaban Ritalina (el medicamento usado para tratar el «trastorno») que cuando estaban bajo los efectos del mismo (Swartwood et al., 2003).
Teniendo en cuenta los estudios en este área, se podría decir que los síntomas de TDAH se corresponden con un aumento del rendimiento en tareas que implican un razonamiento divergente, creativo o fuera de lo común, aunque también obstaculizan tareas relativas al razonamiento convergente o «común».
En general, los estudiantes con este trastorno rinden mal en el colegio porque se les exige un razonamiento convergente en casi todos los casos. De hecho, en el ámbito escolar, tener pensamientos innovadores puede meterte en problemas.
Así, mi hipótesis sobre lo que sucede en los grupos de secundaria que tienen a alguien con síntomas de TDAH es la siguiente:
El niño con el trastorno generaba nuevas ideas sobre cómo solucionar el problema, mientras que los otros niños las completaban centrándose más en ver cuál de ellas funcionaría realmente. En consecuencia, pese a que se hicieron muchas payasadas en los grupos, se consiguió dar con una solución eficiente al problema.
Por el contrario, aquellos que no tenían ningún niño con TDAH podían quedarse atascados, ya que nadie daba con nuevas formas de intentar resolver el problema. En lugar de esto, seguían insistiendo –de una manera extremadamente cooperativa, centrada y complaciente con el profesor– en un camino que, obviamente no funcionaba.
Me pregunto si esta hipótesis podría probarse analizando las cintas de vídeo del estudio que se hizo.
El concepto de inteligencia colectiva y una teoría sobre la evolución del intelecto
Paso ahora a un tema más amplio, acerca de la naturaleza de la inteligencia y su evolución.
Cuando pensamos sobre la inteligencia nos la imaginamos como algo perteneciente a una única persona; la medimos individualmente y le adjudicamos un número. Los test de inteligencia se desarrollaron primeramente como medio para predecir el rendimiento escolar y, en los colegios, como en general sabemos, los problemas se resuelven casi siempre de manera individual y no grupal.
Creo que, desde una perspectiva evolutiva, tiene más sentido pensar en la inteligencia como un producto de grupo más que como un producto individual.
Durante toda nuestra historia evolutiva, exceptuando un reciente y breve periodo, todos nosotros fuimos cazadores-recolectores; la investigación al respecto señala que todas las soluciones a los problemas las realizábamos esencialmente a través del grupo (véase, por ejemplo, Gray, 2009).
Los hombres rastreaban y cazaban juntos y, para hacerlo, debían resolver muchos y muy difíciles problemas intelectuales. De hecho, existe un libro entero que trata sobre cómo las habilidades mentales necesarias para rastrear la presa u objetivo constituyen el origen primitivo de la ciencia (Liebenberg, 1990, texto en inglés).
Como Wannenburgh (1979) señala, los hombres participantes en el rastreo de las presas discutían y analizaban varias hipótesis acerca del significado de los escasos indicios que encontraban sobre la arena. También lo hacían sobre la manera en que una rama concreta se había partido. Todo con el fin de determinar la especie, el tamaño, la velocidad de movimiento del animal y el momento del día en que pasó por el lugar.
De igual manera, normalmente las mujeres trabajaban en grupos para decidir dónde y qué recolectar cada día, basándose en señales que mostraban qué alimentos podrían buscar que estuvieran disponibles en el área. Al caer la noche, alrededor de la hoguera, todos ellos participaban en la toma de decisiones que afectaban al grupo entero, como el hecho de si era momento de mudarse a un nuevo campamento y dónde podría situarse este.
No es difícil entender por qué la solución de problemas en estas situaciones se veía beneficiada por la inclusión de personas con diversos estilos cognitivos (sobre la importancia de la diversidad en los grupos).
Concretamente, en relación con nuestra investigación sobre el TDAH, podría resultar beneficioso tener una o más personas en el grupo cuya atención se desvíe con facilidad y que, por lo tanto, cambien rápidamente de una idea a otra.
En el grupo de cazadores, la persona con TDAH sería quien se daba cuenta de que había un mechón de pelo enganchado a una espina que los demás habían pasado por alto, ya que estaban demasiado ocupados centrándose en debatir sobre la huella en la arena. Sería también quien oía al tigre en la lejanía y avisaba a los demás, que no habrían reparado en ello porque era irrelevante para el problema inmediato que trataban de resolver.
Algunas veces, el individuo con TDAH puede salvar las vidas de los que trabajan más centrados y están enfrascados en el problema.
Lo que estoy sugiriendo es que, históricamente, la inteligencia ha sido el producto de una red de mentes que trabajaban juntas, en ocasiones en desacuerdo unas con otras. Es más, en muchos casos (aunque casi siempre fuera del colegio), también en la actualidad viene siendo así.
Tengo un amigo, un viejo amigo famoso por su capacidad para crear excelentes equipos de investigadores. Lidera el departamento científico de una de las universidades más prestigiosas del mundo.
En cierta ocasión, le pregunté su opinión sobre qué hace al buen científico. No recuerdo sus palabras exactas, pero en esencia decía algo así:
Realmente la ciencia es un proyecto de grupo. Alguien va a ganar el Premio Nobel por algo, pero dicho alguien siempre se beneficiará del trabajo e ideas de otros.
Necesitas gente a la que se le dé bien coleccionar, que tenga un gusto por recolectar y organizar cosas. Necesitas a otros a los que les guste hacer virguerías con los instrumentos, serán los que busquen la forma práctica de realizar la investigación que se desea hacer.
Sin embargo, también son necesarias otras personas que sean, en cierta manera, poco prácticas y alocadas a la hora de pensar, ya que estas tendrán ideas de todo tipo, locuras muchas de ellas, pero algunas no tanto, algunas posiblemente sean brillantes.
Ya por último, necesitas gente a los que se les dé bien valorar e identificar las ideas para ver cuáles se ajustan a los datos disponibles y así darles una continuidad lógica por medio de estudios bien diseñados.
Sospecho, pues, que los equipos creados por mi amigo no están desprovistos de personas con rasgos del TDAH.
Otros artículos sobre el TDAH:
Problemas de concentración y videojuegos
Niños etiquetados TDAH que cambian al unschooling
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Dr. Peter Gray, profesor investigador en el Boston College de Massachusetts (EE.UU), es el autor del libro publicado recientemente Free to learn (Editorial Basic Books) y de Psychology (libro de texto, 6ª edición).
Artículo original en inglés:
https://www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201603/adhd-creativity-and-the-concept-group-intelligence
Traducción por Laura Garrido Sánchez, revisión por Carolina Bermejo.
Referencias
Abraham, A., et al (2006). Creative thinking in adolescents with attention deficit hyperactivity disorder (ADHD. Child Neuropsychology, 12, 111-123.
Forster, S., &Lavie, N. (2016) Etablishing the attention-distractibility trait. Psychological Science, 27, 203-212.
Fugate, C. M., Zentall, S. S., & Gentry, M. (2013). Creativity and working memory in gifted students with an without characteristics of attention deficit hyperactivity disorder: Lifting the mask. Gifted Child Quarterly, 57, 234-246.
Gray, P. (2009). Play as a foundation for hunter-gatherer social existence. American Journal of Play, 1, 476-522.
Healy, D., &Rucklidge, J. (2006) An investigation into the relationship among ADHD symptomatology, creativity, and neuropsychological functioning in children. Child Neuropsychology, 12, 421-438.
Liebenberg, L. (1990). The art of tracking: The origin of science.
Swartwood, M., Swartwood, J., & Farrell, J. (2003). Stimulant treatment of ADHD: Effects on creativity and flexibility of problem solving. Creativity Research Journal, 15, 417-419.
Wannenburgh, A. (1979). The Bushmen.
White, H., & Shah, P. (2006). Uninhibited imaginations: Creativity in adults with Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder. Personality and Individual Differences, 40, 1121-1131.
White, H., & Shah, P. (2011). Creative style and achievement in adults with attention-deficit/hyperactivity disorder. Personality and Individual Differences, 50, 673-677.
Zentall, S. S. (1988). Production deficiencies in elicited language but not in the spontaneous verbalizations of hyperactive children. Journal of Abnormal Child Psychology, 16, 657-673.
Zentall, S., Kuester, D., & Craig, B. (2011). Social behavior in cooperative groups: Students at risk for ADHD and their peers. Journal of EducationalResearch, 104, 28-41.
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