Examinemos algunas de las objeciones acerca de decir la verdad a sus hijos sobre la existencia de Santa Claus.
Publicado el 9 de diciembre de 2013 por David Kyle Johnson, Ph.D. en Plato on Pop
Muchas veces, (en 2009, 2010 y 2012), me he manifestado en contra del hábito de los padres de mentir sobre Santa Claus, y hace poco me preguntaron sobre mis críticas. ¿Que cuál es mi problema? Fácil, simplemente es mentira, degrada nuestra credibilidad como padres, fomenta la credulidad de los hijos, no incentiva la imaginación, y es como sobornar a los hijos para que se porten bien. Bueno, se acercan las fiestas—lo que significa que mi buzón de email, nuevamente se estará llenando de emails llenos de indignación. Como podrán imaginar, mi posición genera mucha hostilidad. Si las visitas al blog sirven como indicador, podríamos decir que crea casi tanta controversia como el tema de control de armas en EEUU. Así que he decidido aprovechar esta oportunidad para responder algunas de las críticas y los comentarios más comunes respecto a las mentirijillas de Navidad.
Objeción número 1: ¿Entonces no deberíamos contar ninguna historia a nuestros hijos ni dejarlos ver películas o leer cuentos?
No. Sólo estoy diciendo que cuando les contamos historias a nuestros hijos no deberíamos mentirles o engañarlos para que piensen que son reales. Soy un gran fanático de la ficción. Sin embargo, cuando mi hijo me pregunta si «La Guerra de las Galaxias» realmente ocurrió «hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana», no voy a decirle que sí. Ni siquiera voy a decirle que podría haber pasado o que «Luke Skywalker vive como el Jedi dentro de nosotros». Sólo voy a decirle, lo que la mayoría de ustedes le diría: es simplemente una historia.
Lo que digo es que deberíamos tratar el tema de Santa Claus como tratamos cualquier otra ficción—como algo que no es real. De no hacerlo, estaríamos aprovechándonos cruelmente de la inocencia del niño y, posiblemente, dificultando su desarrollo intelectual.
Objeción número 2: Mis hijos corren por toda la casa jugando a ser superhéroes y princesas. Entonces, según su opinión, ¿Debería interrumpirles y decirles que en realidad no son más que niños ordinarios?
No. Eso es jugar con la imaginación, y es algo maravilloso. Como señalé antes, un padre que le cuenta a su hijo la historia de Santa Claus no lo está invitando a imaginar o a jugar a que Santa es real, sino que le está haciendo creer que verdaderamente existe, lo cual son dos cosas muy diferentes.
Si su hijo se ata una toalla al cuello y corre por la casa diciendo que puede volar porque es Superman, usted debería decir «eso es genial», ya que sabe que sólo está jugando. Pero si el niño se sube al techo y dice que puede volar, tendrá que interrumpirlo rápidamente ya que no querrá que de verdad crea que puede volar.
Objeción número 3: Claro, supongo que nunca debemos mentirles a nuestros hijos, ni prepararlos para la ley de la jungla que rige en el mundo real, y dejar que se los coman vivos tan pronto como sea posible.
Esto es una exageración o una crítica muy débil a mi postura. Obviamente, el hecho de que no esté bien contar ciertas mentiras a nuestros hijos no significa que nunca debamos hacerlo. No porque tengamos que contarles la verdad sobre una cosa (por ejemplo, sobre Papá Noel) tenemos que hacerlo siempre.
Objeción número 4: Animo a mi hijos a que crean en Santa Claus y a que sigan creyendo en él por tanto tiempo como puedan, porque los hace felices, tal y como me hizo feliz a mi cuando era un niño. Todos creemos en cosas que no tienen mucho sentido sólo porque nos hacen sentir bien y cómodos.
No es así, y este comentario me ayuda a explicar mejor mi postura. Quedé impresionado por la cantidad de padres que creen que está perfectamente bien creer en algo, incluso para los adultos, solo porque quieren—porque es divertido o los hace sentir cómodos. Incluso admiten que piensan así porque es lo que les llevaba a creer en Santa Claus cuando eran chicos. Cuando digo que la Historia de Santa Claus fomenta la credulidad me refiero a que anima a creer en algo por conveniencia, más que por el uso de la razón o la evidencia (esto me preocupa por los peligros que conlleva la credulidad). Cuantos más emails hostiles recibo, más me impresiona la cantidad de adultos que tienen hábitos infantiles de formación de creencias—y más me convenzo de que la historia de Santa Claus es un factor que contribuye a ello.
Objeción número 5: Entonces, según su criterio, soy un padre terrible. ¿Quién es usted para juzgar? Es sólo una cuestión de preferencias.
No, no estoy diciendo que usted sea un padre terrible. Que lo sea o no depende de una gran cantidad de factores, y yo no puedo evaluarlo. Y, sinceramente, si ama a sus hijos y se esfuerza al máximo, seguramente sea un buen padre. Pero no todo es cuestión de preferencias. Algunas prácticas son peores que otras y, si quiere ser el mejor padre posible, debería pensar en dejar de fomentar las mentirijillas de Navidad.
Objeción número 6: ¿Entonces mis hijos van a ser necios monstruos morales? Yo creía en Santa Claus y crecí bien.
No, solo digo que al contarle a su hijo la historia de Santa Claus, se arriesga a afectar el desarrollo intelectual y moral del chico. ¿Esto quiere decir que eso necesariamente va a ser así? Por supuesto que no. Sus hijos no dan por sentado todo lo que les cuenta. Pero sí es un riesgo—un riesgo que no la vale la pena correr.
Además, el hecho de que usted creyera en Santa y haya «crecido bien», no es prueba de que no sea un riesgo contar esas historias. Yo también creía en Santa Claus y ahora no soy nada crédulo. Pero eso es anecdótico, y las anécdotas no constituyen una buena prueba. El hecho de que mi abuelo haya sobrevivido a la Segunda Guerra Mundial, no quiere decir que haber luchado no haya sido arriesgado. El hecho de que la historia que le contaron de Santa Claus no lo haya convertido a usted en un adulto crédulo, no quiere decir que vaya a pasar lo mismo con su hijo.
[Y no, no estoy comparando los peligros de una guerra con los de la contar la historia de Santa Claus. Es solo un ejemplo para demostrar los problemas de utilizar anécdotas como prueba.]
Objeción número 7: ¿Por qué quiere eliminar a Santa Claus de la Navidad? Le está sacando toda la magia, la diversión y la emoción, y los niños necesitan eso, especialmente en estos tiempos.
No estoy diciendo que deberíamos eliminar el mito de Santa Claus de la Navidad, estoy diciendo que no deberíamos dejar que los niños crean que es totalmente real. Dígale a su hijo que van a jugar un juego en el que hacen como si Santa Claus fuera de verdad—Eso es ya suficientemente mágico y divertido. Además, hay muchas otras maneras de llenar las fiestas de magia y diversión.
Por otro lado, no estoy seguro de que creer en Santa sea realmente lo que llena las fiestas de diversión y emoción, sino, más probablemente, los regalos. Déle a su hijo la opción de elegir entre (a) creer en San Nicolás y decirle que va a pasar por casa a dejarles nueces, golosinas y frutas (como solía hacer), o (b) regálele usted mismo una Xbox. Ya verá qué prefiere.
Y ¿porqué «especialmente en estos tiempos»? Es muy común que la gente crea que vive en una época peor de lo normal—la gente generalmente cree que vive en la peor época de todas. Por eso se la pasaron prediciendo el “fin de los tiempos”—durante los últimos 2000 años; esto se debe a que la gente es muy consciente de las atrocidades que ocurren en sus tiempos, pero no de las que ocurrieron en otros. En realidad, la época en que vivimos es la de menor cantidad de enfermedades, menos violencia, guerra y crímenes comparada con cualquier otro momento de la historia—especialmente, en el primer mundo.
Objeción número 8: Yo aprovecho la mentira para enseñarles a mis hijos los principios de un pensamiento crítico, y para que aprendan a resolver las cosas por sí mismos.
No estoy seguro de estar del todo en contra de esto. Como dije antes, no me opongo a jugar al «juego de Santa Claus»—hacer, junto con sus hijos, como si Santa Claus existiese—siempre y cuando no los lleve a creer que existe de verdad, no les mienta cuando le pregunten y anímeles a descubrir la mentira por sí mismos.
Supongo que esto también puede salir mal. Escuché historias de padres cuyos hijos siguen creyendo que Santa existe, aún cuando se les dice lo contrario. Sin embargo, teniendo en cuenta lo que los chicos escuchan en la escuela, eso podría pasar tanto si juega el juego de Santa Claus como si no.
Al menos, ese enfoque es totalmente distinto que el de tratar que sus hijos sigan creyendo durante el mayor tiempo posible, aunque esto implique mentir, engañar, crear pruebas falsas y dar explicaciones mágicas. Si puede evitar todo eso, no veo ningún problema.
Objeción número 9: Si no está bien enseñarles a los niños a creer en una existencia imaginaria, como Santa Claus, ¿Por qué sí estaría bien enseñarles a creer en una existencia imaginaria como Dios?
No estaría bien si supiéramos que Dios no es real, con la misma certeza con la que sabemos que Santa Claus no lo es. Si usted no cree en Dios y no va a enseñar a sus hijos a que crean en él. ¿Por qué debería ser diferente con Santa Claus?
Objeción número 10: Yo no les digo a mis hijos que alguien los está vigilando e informando a Santa Claus sobre su comportamiento, sólo pongo al duende en distintos lugares y dejo que los niños lo encuentren en la mañana.
Este comentario distingue los dos elementos de la tradición del duende en el estante. Por un lado, está el elemento de «pórtate bien, te está mirando, y si te portas bien vas a recibir una recompensa». Por el otro lado, está el hacer creer a los niños que el duende está vivo y merodea por la casa a la noche, metiéndose en problemas. Algunos padres, reconocen que recompensar a los niños por portarse bien puede ser problemático (lo cual es distinto a castigarlos por portarse mal). Los niños deberían saber que tienen que portarse bien, que ese es el comportamiento normal, y no algo que hacer ocasionalmente a cambio de una recompensa, y que deberían hacerlo por su propio bien. Algunos padres creen que los regalos no deberían estar sujetos a condición, sino ser una expresión de amor y nunca un soborno. [Sinceramente, creo que la tradición de Santa sería mucho más sana si él les diera regalos a los niños simplemente porque «los quiere incondicionalmente» y no «porque se portaron bien».]
Sin embargo, parece que esos mismos padres creen que está bien dejar que los niños crean que el duende está haciendo travesuras a la noche. Al igual que con Santa Claus, no hay ningún problema en jugar (hacer como si Santa Claus y el duende fueran reales) siempre y cuando, los niños sepan que no es más que un juego. Haga que el duende construya un iglú o que se coma las galletas y se tome la leche, pero no lleve a los chicos a creer que esas cosas son reales.
Objeción número 11: Yo les cuento a mis hijos sobre el verdadero Santa Claus, San Nicolás. Era alguien que daba regalos a los niños y cuya tradición los padres continuaron.
Resulta que las historias de San Nicolás y sus regalos a los niños son míticas, no ocurrieron en realidad. Ni siquiera le ocurrieron al filósofo pitagórico Apolonio, de quien la iglesia tomó esa historia. De hecho, de acuerdo con la investigación que realicé, el estatus de San Nicolás como una figura histórica es cuestionable. [Ya estoy oyendo los emails rebosantes de indignación llegando a mi buzón.]
Objeción número 12: ¿No piensa que enseñar a los niños que sus padres les mienten les va a llevar a dudar de la autoridad y de los que otros les dicen? ¿No les convertirá así en pensadores críticos?
Tal vez sí. Pero se puede lograr lo mismo sin mentirles. Además, los niños necesitan creer en sus padres, especialmente durante sus primeros años de vida. Es más, ¿qué mejor manera de enseñarles a dudar de la autoridad y de lo que otros les dicen (pero manteniendo la confianza en sus padres) que diciéndoles que, aunque Santa Claus no es real, todo el mundo va a tratar de convencerlos de que sí lo es?
Objeción número 13: ¿Dónde está la prueba científica de que la historia de Santa promueve la credulidad?
Me encantaría tener esa prueba, pero Santa Claus es un personaje tan importante que nadie se molestó jamás en realizar una investigación así. De todos modos, no todo argumento tiene que tener un respaldo científico para ser válido. No necesito un montón de estudios para saber que exponer a mi hijo al lenguaje aún antes de que aprenda a hablar va a afectar positivamente sus habilidades lingüísticas—o para saber que exponerlo a un lenguaje inapropiado va a influenciarlo negativamente. Del mismo modo, si quiero que mi hijo crea en cosas basándose en la razón, tengo que exponerlo al razonamiento, aun antes de que pueda hacerlo por sí mismo e incentivarlo a que lo haga siempre que pueda, lo cual aumenta las probabilidades de que, al crecer, sea un adulto con un buena capacidad para razonar. No necesito un estudio científico para saber que esto es así.
Objeción número 14: No quiero que mi hijo se quede sin amigos en la escuela.
Hay otras maneras de lidiar con el hecho de que la mayoría de los amigos de sus hijos creen en Santa claus. Por ejemplo, si juega con sus hijos a Santa Claus, deje que ellos juegen con sus amigos también. O recomiéndeles que digan «en nuestra casa Santa Claus es de mentira». Además, hacer lo correcto no siempre es fácil. Supongamos que usted es vegetariano; ¿Le daría a sus hijos un sándwich de pavo solo para que sus amigos no se burlen? Ahora supongamos que usted es ateo, ¿enseñaría a sus hijos a creer en Dios?
Objeción número 15: ¡Por fin! No contamos a nuestros hijos la historia de Santa Claus, el duende ni nada de eso y estamos cansados de que nuestros amigos nos digan que somos malos padres porque no contamos esas historias. ¡Cuánto me alegra haber encontrado finalmente a alguien que piense como nosotros, alguien que explique claramente por qué es tan mala idea.
Okay, esto no es una crítica pero la incluí para demostrar que no todo el mundo está en contra. De hecho, se sorprenderían si supieran cuántos emails y comentarios como éstos recibo. Así que, si usted no cuenta la historia de Santa Claus, Papá Noel o los Reyes Magos a sus hijos, sepa que no está solo.
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¿Se te ocurre alguna otra pega? Anímate y escribe tu comentario.
Copyright 2013
David Kyle Johnson
Artículo original: http://www.psychologytoday.com/blog/plato-pop/201312/the-santa-claus-lie-debate-answering-objections
Traducido al español por: Natalia M. Balaban. Revisado por Adrián Pérez.
Magalí dice
Hola, estoy totalmente de acuerdo con lo que piensa.
Tengo una hija de una año y medio. y estoy decidida a no mentirle. Aunque el entorno se me complica. Ya he escuchado de mi cuñado No dejare que se hacerque a mi hijo. Asi que imaginese.
Quisiera saber cual sería la forma mas indicada para hacerlo, como decirle sin que el exterior la destruya.
Muchas gracias
Magalí
adrian dice
Hola Magalí:
No soy el autor de este artículo, pero, como tú, sí hay muchas cosas con las que estoy de acuerdo.
Yo no me dedicaría a decirle a un niño lo que debe o no debe creer (tanto si se trata de Papá Noel como si se trata de los Pitufos o Terminator), tampoco dejaría de festejar la Navidad o los Reyes Magos (si esto está dentro de mi tradición familiar y me gusta).
Supongo que lo que haría es festejar sin decir quién ha traído las cosas, no diría que los regalos los han traído los Reyes Magos, sino que están ahí por la Fiesta de los Reyes Magos.
El día que me preguntasen de dónde salen las cosas, diría que están ahí por la Fiesta de los Reyes Magos, y si la respuesta no es suficiente, seguiría dando respuestas abiertas. En ningún caso mentiría, pero no le daría más de lo que realmente pide, ni haría un drama del tema (voz dramática:»hija mía, tengo que decirte algo: Santa Claus no existe»). Ah, y no iría más allá de lo que sé, es decir, que nuestros regalos los traemos nosotros, lo que pasa en otras casas o sitios, no nos incumbe, es más, no podemos saberlo, sólo podemos opinar y creer.
De todas formas si tu hija tiene un año y medio, seguramente todavía le queden muchos años antes de que le interese lo más mínimo si Santa Claus o cualquiera de sus compañeros existe.
Aquí hay otro artículo sobre el tema:
http://www.zolani.es/es/adios-a-la-mentira-de-santa-claus/
Anto dice
Hola. Estoy totalmente de acuerdo, principalmente porque decirles a los niños que algo es real cuando no es así, es simplemente mentirles, burlarse de la confianza que depositan en nosotros. Quisiera añadir también q yo creo en Dios y q aqellos q también creen en él lean bien la biblia y no mezclen las enseñanzas de Jesús con la navidad seria peor que afirmar que Papá Noél existe
Laura dice
Hola. He llegado a este blog después de tener anoche una fuerte discusión con varias personas que me tachaban de cruel y desnaturalizada por no querer mentirle a mi hijo en estos temas. Lo cierto es que tengo muy clara esta decisión, pero me interesaba saber cómo la veían estos amigos.
Lo cierto es que pusieron el grito en el cielo. De sus argumentos, sólo me interesó la experiencia de uno de los padres que aseguraba que este tipo de ideas «contracorriente» aíslan al niño de la sociedad, que los convierte en bichos raros y que, incluso, hace que el resto de padres eviten que sus hijos se relacionen con el mío. Además, insistían en la terrible responsabilidad con la que estaría cargando a mi hijo al pedirle que no le cuente nada a los demás siendo tan pequeño.
Yo creo que todo es compatible y que no se trata de algo tan grave, sólo de coherencia con un proyecto racional. Después de mucho leer me inclino por alternativas como la de jugar a que existe un misterio que ellos deben resolver por sí mismos, o como tú comentas, «jugar en casa a que Santa existe»… Me gustaría conocer otras opiniones al respecto de estos argumentos en contra.
Muchas gracias y un saludo.
Adrián dice
Te responderé con una pregunta, ¿cómo hace una familia atea?
¿Cuenta a sus hijos que Dios existe?, ¿piden a sus hijos que no digan que Dios en realidad no existe?
Simplemente viven su verdad, que Dios no existe.
Si no hacemos un problema de ello, el niño que “juega a la Navidad”, no se sentirá como que sabe algo que el resto no sabe. Simplemente dirá a sus amigos: «Nosotros también jugamos a la Navidad, pero en nuestra casa los regalos los recibimos de nuestros padres, tíos, abuelos, no de Papá Noel».
Es más, en España hay niños que reciben sus regalos de Papá Noel, otros de los Reyes Magos, y todavía no ha habido ninguna guerra civil por ello. También están muy acostumbrados a ver películas con niños que reciben regalos de Santa Claus.
Un saludo,
Adrián
Laura dice
Mujas gracias por tu respuesta. Creo que, como dices, al final todo se reduce a vivir conforme a tus convicciones con naturalidad. Saludos y enhorabuena por el blog.
Diego dice
Un motivo para estar a favor de las mentirijillas de Navidad es que sirven de ejemplo.
Algún día enfrentarás a tu hijo y le dirás: ¿Recuerdas que cuando eras más chico creías que Santa Claus era real? Bien, creo que ya tienes edad para decirte algo sobre Jesús.
Adrian dice
¿Crees en Santa Claus? Si la respuesta es no, no tienes por qué contarles a tus hijos que sí crees o que seguro que existe.
¿Crees en Jesús, Dios o en cualquier otra deidad? Si la respuesta es sí, ¿por qué no vas a contarles a tus hijos que crees en ellos o incluso que existen?
michelle dice
Hola, yo también estoy de acuerdo con tu artículo. A mi me gusta mucho la Navidad, y de pequeña no me hicieron creer en nada, simplemente sabía que eran mis padres quien me traía los regalos y sinceramente agradezco que lo hayan hecho. Porque no veo normal que se le diga a un niño que un «desconocido» a quien solo ha visto por imágenes o personas disfrazadas con quien no tienen ni charlas de más de 5 min les de un regalo.
Por otra parte creo que si a los niños se les dice eso, no valoraran el esfuerzo que hacen los padres por comprarles lo que más desean y se pueden volver un poco desagradecidos.