Las crisis psicológicas infantiles caen en picado en verano y aumentan durante el año escolar.
Publicado el 7 de agosto de 2014 por Peter Gray en Freedom to Learn
Imagina un trabajo en el que tu jefe controlara exhaustivamente todo lo que hicieras cada día. En el que te dijeran exactamente lo que tienes que hacer, cómo y cuándo. En el que tuvieras que estar sentado en tu sitio hasta que tu jefe te diera permiso para levantarte. En el que cada parte de tu trabajo fuera evaluada y comparada, todos los días, con el trabajo realizado por tus compañeros del trabajo. Y en el que a penas te dejasen tomar tus propias decisiones. Hay estudios laborales que muestran que esta no solo es la situación de trabajo más tediosa, sino también la más estresante. El control excesivo desespera a la gente.
Los niños son personas y responden igual que los adultos al control excesivo, a las restricciones intensas de libertad y a constantes evaluaciones no solicitadas. El colegio, demasiado a menudo, es exactamente igual que el tipo de trabajo infernal que acabo de describir y, peor aún, es un trabajo que los niños no pueden dejar.
No importa lo mucho que puedan estar sufriendo, están forzados a continuar, a no ser que sus padres sean de mente abierta y tengan los medios, el conocimiento y la voluntad de sacarlos de ahí. Incluyendo los deberes, el número de horas es a menudo mayor que el que dedican sus padres a sus empleos de jornada completa y la libertad de movimiento de los niños en el colegio es muchísimo menor que la de sus padres en el trabajo.
A finales del siglo XIX y a principios del XX, mucha gente se empezó a preocupar sobre los efectos nocivos del trabajo infantil en el desarrollo y bienestar de los niños y se aprobaron leyes para prohibirlo. Ahora tenemos el colegio, extendido hasta tal grado que es equivalente a las horas de un trabajo a tiempo completo -un trabajo psicológicamente estresante y sedentario que no proporciona ninguna remuneración al niño, quien tampoco obtiene la sensación de independencia ni de orgullo que proporciona un trabajo real.
En otras ocasiones he presentado pruebas de que los niños, y sobre todo los adolescentes, son menos felices en el colegio que en ningún otro sitio de su ambiente habitual; además, el aumento de las horas escolares, unido a la reducción de libertad fuera del colegio, tiene una correlación, a lo largo de las décadas, con un fuerte aumento de los trastornos psiquiátricos entre gente joven, incluyendo depresiones graves y trastornos de ansiedad.
Ahora, en agosto, empezamos a ver los anuncios de “la vuelta al cole”, lo que me lleva a preguntarme sobre la relación entre la salud mental infantil y el curso escolar. Se me ocurrió que un posible índice para estudiar esta relación podría ser el número de visitas mensuales de niños en edad escolar a centros de urgencias psiquiátricas. ¿Se reducen en verano cuando (para la mayoría de niños) no hay clases?
Tras buscar detenidamente entre la literatura publicada sobre el tema en cuestión, solo encontré un conjunto de datos disponibles al público. Fue en un artículo publicado en internet que hablaba de las visitas a urgencias psiquiátricas infantiles en el Centro de salud mental infantil de Connecticut, en Hartford (al artículo en inglés). La idea en la que se centra el artículo es que estas visitas han aumentado radicalmente en los últimos años y que el tiempo de espera en urgencias también es superior. No obstante, un gráfico interactivo que aparece en el artículo muestra el número mensual de dichas visitas a urgencias desde el año 2000 hasta el 2013. Incluso con solo echarle un vistazo rápido al gráfico se ve claramente que todos los años el número de visitas descendía durante el verano y volvía a aumentar durante el curso escolar.
Para poder cuantificarlo, calculé la media de visitas por mes natural durante tres años -de 2011 a 2013. Incluí solo aquellas visitas que eran lo suficientemente graves como para implicar al menos una noche de internamiento en el centro (ya que haber incluido todas las visitas me habría llevado a la misma conclusión general). Estos son los datos obtenidos:
- Enero: 145
- Febrero: 130
- Marzo: 174
- Abril: 156
- Mayo: 185
- Junio: 102
- Julio: 74
- Agosto: 66
- Septiembre: 103
- Octubre: 145
- Noviembre: 120
- Diciembre: 124
Tal y como predije, julio y agosto son los meses, con diferencia, en los que se produjeron menos visitas al psiquiatra de urgencias por parte de los niños. De hecho, el número medio de visitas de esos dos meses combinados (70 al mes) representa menos de la mitad de la media de todos los meses escolares (142 visitas al mes durante nueve meses, sin tener en cuenta junio, julio ni agosto). Junio, que tiene algunos días escolares (número que depende en EEUU de la cantidad de días perdidos por el mal tiempo), también ostenta cifras bajas, pero no tanto como julio y agosto. Sin embargo, resulta interesante ver algo que no predijo mi hipótesis: septiembre también posee cifras bajas, equivalentes a las de junio. Parece plausible, pues septiembre es un mes relativamente relajado en el colegio un mes de preparación. Los exámenes importantes, los trabajos extensos y la entrega de notas aún están lejos. El verdadero estrés suele tardar unas cuantas semanas en aparecer, después del comienzo de las clases.
Alguien podría argumentar que la variación temporal de las crisis psicológicas tiene que ver con el tiempo meteorológico y no con el año escolar. Sin embargo, ese argumento se cae por su propio peso cuando observamos el resto de meses. El mes con más visitas a urgencias psicológicas de niños es mayo, un mes generalmente bonito y con buen tiempo en Connecticut, un mes que, por otro lado, es posiblemente el mes más duro de todo el año escolar. Mayo es el mes de los exámenes finales, de las entregas de trabajos y el momento clave para conseguir completar exitosamente el curso.
Es cierto que estos son datos pertenecientes a tan solo un centro de salud mental infantil. Me encantaría encontrar más datos para seguir probando mi hipótesis. Así que, si sabes dónde encontrarlos o tienes ganas de investigar para recabar este tipo de datos en el centro de salud mental infantil de tu ciudad, ¡házmelo saber! Mientras tanto, si tienes niños en edad escolar y estás pensando en «la vuelta al cole», ten en mente lo siguiente: los datos disponibles sugieren de forma bastante clara que el colegio no es bueno para la salud mental de los niños. Por supuesto, también es malo para su salud física, pues la naturaleza no los diseñó para que estuvieran todo el día encerrados haciendo un trabajo sedentario y excesivamente controlado.
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Apéndice
Mi amigo Scott Noelle elaboró y me mandó un gráfico con los datos. Aquí lo tenéis:
Artículo original en inglés: http://www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201408/the-danger-back-school
Peter Gray, doctor, profesor investigador en Boston College, y autor del libro Free to Learn (Basic Books) y Pyschology (un libro de texto, ahora en su sexta edición).
Más información sobre la necesidad de libertad en los niños: Free to Learn (libro en inglés)
Otros artículos de Peter Gray en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn
Traducción del inglés al castellano realizada por Maya García Pérez
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