¿Mejora el chocolate nuestro estado de ánimo aunque solo sea de manera temporal?
Publicado el 28 de octubre de 2013 por la Dra. Judith J. Wurtman en «The Antidepressant Diet».
Difícil de evitar. A partir del Día Internacional del Trabajo los supermercados, cadenas de droguerías y colmados se llenan de golosinas. Los envoltorios de color negro y de un naranja chillón están adornados con brujas, fantasmas y calabazas anunciando la llegada de Halloween, día nacional del atracón de caramelos. Al parecer, las golosinas, envueltas como exquisiteces, están destinadas al truco o trato de los niños del vecindario. Dadas las toneladas que se venden durante estas fechas, es difícil de creer que los únicos beneficiarios de este gran consumo de caramelos, a parte de los dentistas, sean solamente los niños.
Tengo una amiga que regala cuidadosamente chocolatinas el día de Halloween, aunque confiesa apagar la luz del porche cuando por la tarde su reserva de dulces disminuye. «Halloween es la excusa para poder comprar golosinas. Pero para ser honesta, realmente las compro para mí y me molesta que tenga que dárselas a los niños. Las necesito más que ellos». Me comentó que a mediados de otoño, cuando oscurece, su buen humor y energía se ven afectados. «A finales de octubre estoy de mal humor, apática, soñolienta y a duras penas me privo de golosinas».
Sus síntomas no son aislados. Mi amiga sufre de un cambio de humor estacional, conocido como depresión o melancolía de invierno y cuyo nombre clínico es trastorno afectivo estacional (TAE, por sus siglas en español). La poca luz por la mañana y la oscuridad de las 4.00 h o las 5.00 h de la madrugada parecen afectar, sin saber el por qué, el estado de ánimo, el sueño, la alimentación y la energía de las personas. Empezar el día en la franja horaria estándar acaba con el bienestar de aquellos que viven en el norte del país. Estas personas no se sienten bien hasta bien entrada la primavera con la llegada de los días más largos.
Cuando a mediados de 1980 se habló por primera vez del trastorno afectivo estacional (TAE), los investigadores pensaban que la melatonina era la causante de este cambio de humor. La melatonina es una hormona secretada por la glándula pineal que aumenta cada noche en nuestra sangre y desaparece cuando empieza el día. La luz diurna es la responsable de mantener los niveles bajos de melatonina, por esta razón, los científicos creen que la escasa luz natural durante los meses de otoño e invierno mantiene el índice de melatonina demasiado alto provocando así la depresión estacional.
Se ha probado con cierto éxito una terapia en la cual mediante una luz artificial se imita el espectro de la luz solar que permite destruir el exceso de melatonina. Tras despertarse los pacientes permanecieron sentados en frente de una caja con luz, en los días sucesivos al experimento se constató un cierto alivio de sus síntomas depresivos. Aunque las cajas de terapia de iluminación artificial siguen disponibles y se sigan recomendando, la relación entre la melatonina y el trastorno afectivo estacional sigue en entredicho. Algunos consiguen aliviar sus síntomas con la luz natural del mediodía, mientras que los más aquejados prefieren mudarse a lugares donde los días son más largos o los inviernos más luminosos.
Pero la caja de luz o la luz natural no son las únicas opciones para paliar el síndrome de la depresión de invierno. Algunos experimentos con animales sugieren una relación entre una inadecuada actividad de la serotonina y la escasa luz durante el invierno. Antidepresivos como el Prozac o Zoloft, que actúan aumentando la actividad de la serotonina, resultan ser terapias efectivas.
El antojo constante de dulces es uno de los signos más tempranos del trastorno afectivo estacional, de hecho es uno de los síntomas para el diagnóstico. Las personas no se sienten mejor comiendo proteínas magras, ensaladas o frutas durante la cena sino que prefieren comer brownies, helados y dulce de leche. Este antojo de carbohidratos dulces es una de las características del TAE y se observa también en mujeres que sufren de síndrome premenstrual (SPM, por sus siglas en español). En ambos casos, las señales de antojo indican que el cerebro necesita más serotonina.
El cómo y el por qué la falta de luz natural afecta la serotonina es todavía una pregunta sin respuesta. Comer carbohidratos sigue siendo la recomendación para aumentar la serotonina y mejorar los síntomas de depresión, apatía y sueño.
La fructosa, azúcar presente en frutas y refrescos, es el único carbohidrato que tras ser consumido no aumenta el índice de serotonina. La insulina es secretada tras ingerir y digerir dulces o carbohidratos ricos en almidón, y el triptófano, un aminoácido, una vez en el cerebro se transforma rápidamente en serotonina.
Desafortunadamente, y como respuesta a la tristeza del invierno, Halloween es más un truco que un trato. La gran cantidad de grasas presentes en las barras de chocolatinas retrasa la digestión y por consiguiente se retrasa la síntesis de serotonina. Y por supuesto, ¿quién necesita un aporte extra de calorías? Las golosinas bajas en calorías en forma de calabaza, el maíz dulce y las nubes azucaradas de la marca Peeps son una mejor opción, aunque estos alimentos cuenten con pocos nutrientes o casi ninguno.
Pocas de estas dulces propuestas son buenas para el 31 de octubre, el antojo de dulces debería satisfacerse mediante la ingesta de carbohidratos saludables tales como el arroz, los panes integrales y los cereales, así como la pasta y los boniatos. No sabrán muy dulces (excluyendo los ya mencionados boniatos), pero cenar sopa de alubias negras y pan crujiente francés o un bol de pasta con salsa de tomate al ajo aportará suficiente serotonina alejando así el estado depresivo y permitiendo que la oscuridad del invierno sea más soportable.
Artículo original: http://www.psychologytoday.com/blog/the-antidepressant-diet/201310/halloween-candy-and-the-winter-blues
Traducido por Lidia Sancho Romeu.
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