¿Cómo quieres que funcione? ¿para todo el mundo?- ¡Ahí está el reto!
Publicado el 7 de diciembre de 2012 por Miki Kashtan en Acquired Spontaneity
Las premisas* que subyacen a la práctica de la Comunicación No Violenta (CNV) están a menudo en claro contraste con los mensajes que encontramos en nuestra cultura en general, ya sea de nuestros padres o maestros durante nuestro crecimiento o de los medios de comunicación u otros durante el resto de nuestra vida.
Con bastante frecuencia también se contradicen con lo que vemos a nuestro alrededor en lo que a conducta humana se refiere. Por poner un ejemplo, ¿cuánta prueba encontramos a diario que apoye la hipótesis de que los seres humanos disfrutan dando?
Si nos limitamos a estudiar el comportamiento de las personas, sin tener en cuenta las capas que contextualizan sus elecciones, no hay duda de que la conclusión de que la gente es egoísta sería más cercana a la verdad.
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*Premisas de la comunicación no violenta:
- Todos los seres humanos comparten las mismas necesidades
- El mundo tiene suficientes recursos para satisfacer las necesidades de todos
- Toda acción constituye un intento de satisfacer las necesidades
- Los sentimientos nos muestran necesidades cubiertas o no
- Todos los seres humanos tienen la capacidad de sentir compasión
- El ser humano disfruta del acto de dar
- Los seres humanos satisfacen sus necesidades a través de relaciones interdependientes
- Los seres humanos cambian
- La elección es un proceso interno
- El camino más rápido hacia la paz consiste en conectar con uno mismo
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Visto desde esta perspectiva, decantarse por la comunicación no violenta (CNV) puede parecer ciertamente una proposición poco razonable. De hecho, muchas personas optan por una versión muy limitada de esta práctica: la que en la práctica se centra en verla como un conjunto de habilidades diseñadas para resolver los conflictos.
A su vez, en repetidas ocasiones,veo a la gente atraída hacia la visión global que estas premisas nos muestran de forma implícita, incluso cuando están en desacuerdo con ellas.
Suelo ser testigo del remolino interno que causa en la gente, porque suelen exteriorizarlo cuando les presento la CNVdesde la perspectiva de los principios que subyacen a la misma.
A veces, la gente pregunta si si la CNV funcionaría en tal o cual situación. Parte de la dificultad radica en que no se tiene muy claro lo que significa que la CNV «funciona».
Cuando los padres hablan de los desafíos con los que se encuentran educando a sus hijos y dicen que no creen que la CNV «funcionaría», en realidad se refieren a que no va a «conseguir que el hijo haga lo que yo quiero».
No tienen en cuenta que la intención fundamental cuando se introduce la CNV en una situación o relación es hacer que las cosas «funcionen» para todo el mundo, incluido el niño.
En otras ocasiones, hay gente que presenta de modo triunfal «pruebas» de que la CNV no funciona. Una de mis últimas entradas versaba sobre un ejemplo de este tipo: el hecho de que «incluso» gente con gran experiencia en CNV corta con sus relaciones y atraviesa rupturas.
Yo también tengo mis propios ejemplos dolorosos: relaciones, tanto en el plano personal como laboral, en las que no he encontrado la manera de cerrar o dar con el cambio, relaciones con un final amargo que me dejaron dolida, imaginando otro resultado.
Cuando hace unos 17 años empecé a trabajar con la CNV por el mundo, tenía en mente llegar a muchas más personas y lugares que antes. En honor a la verdad, tengo que decir que la huella que he dejado en el mundo es muy pequeña.
Sin embargo, la gente a la que he llegado, lo han sentido profundamente, y sé que he ayudado en gran medida a unos pocos cientos de personas que aman lo que hago, muchos de los cuales se han comprometido a aplicar de diversas formas este conocimiento en su vida personal y en su trabajo en el mundo.
Algunos de ellos han llegado a más personas que yo y han desempeñado un papel más decisivo que el mío, y me alegro por ello. Me refiero, en particular, a mis antiguos alumnos, que ahora trabajan en Sri Lanka, Tailandia y Camboya llevando esperanza y generando posibilidades para un sinnúmero de personas en su región.
Luego están los muchos que se encuentran en posiciones de poder y a quienes simplemente no sé cómo llegar o no he logrado hacerlo adecuadamente. El ejemplo más reciente de estos últimos es Jonathan, sobre quien escribí recientemente.
A este último, más que a cualquier otro, le hago desesperar profundamente debido a mi extraordinaria determinación por lograr la transformación social sin tener que recurrir a la violencia o la separación.
Con todo, ¿por qué sigo dedicando mi vida tan plenamente a llevar esta conciencia y sus prácticas por todo el mundo? ¿Qué es lo que me hace creer que esto puede funcionar?
Una de las razones es que estoy llamada a hacerlo y que yo escucho con mucha atención lo que viene desde mi interior. Cuando enseño, cuando apoyo a la gente dentro de la organización, cuando escribo… gran parte de ese tiempo lo paso en ese magnífico estado llamado «flujo» o «flow» y, así, no cabe duda alguna.
La otra razón es que sigo pensando que aplicar la CNV puede funcionar y, de hecho, lo hace, aunque no sea siempre. He aquí algunos ejemplos:
Trabajo interior: liberándonos de las comparaciones
Una de las áreas de aplicación de los principios de la CNV es la de la relación con nosotros mismos. En cierto modo, podría verse como el camino más fiable, ya que no requiere de que nadie ni nada cambie para que nosostros podamos conseguir el cambio deseado.
Uno de mis valores más queridos, una cualidad que aprecio absolutamente, es el de libertad interior, la capacidad de responder ante lo que está sucediendo desde dentro de mí, basándome más en una elección verdadera que en un impulso, una costumbre, el «debería», el miedo o cualquier otra cosa.
Incluso cuando no tenemos capacidad alguna de cambiar las circunstancias ante las que nos encontramos, no dejamos de tener alternativasy libertad en nuestra forma de responder. Algunas de las historias humanas más emotivas que recuerdo se mueven precisamente dentro de esa libertad.
He aquí un ejemplo muy simple de cómo esa libertad puede cultivarse con el uso de herramientas de CNV: cómo liberarnos de las comparaciones. No soy ni la primera ni la última persona que habla de lo debilitadoras que pueden llegar a ser las comparaciones.
¿Qué puede añadir el punto de vista de la CNV a lo que ya muchos han dicho?
Hace poco hablé con un amigo cuya pareja se estaba preparando para participar en algunas iniciativas artísticas. Hace unos días vio en YouTube algunos videos de personas que son claramente mucho mejores de lo que ella podría jamás soñar.
Su reacción fue desanimarse y tambalearse casi hasta el punto de renunciar a su sueño. Mientras hablaba con mi amigo, reformulé este suceso como una oportunidad para dejar completamente de lado cualquier motivación extrínseca como la fama o el éxito y reflexionar en su lugar sobre la verdadera motivación de vivir este sueño.
Si ella elimina la posibilidad de hacerse famosa y reconoce que no puede alcanzar el nivel de la persona del vídeo que vió, entonces la pregunta es si todavía quiere perseguir su sueño por alguna motivación intrínseca para cubrir alguna necesidad propia.
Después de todo, millones de personas cocinan todos los días a pesar de que nunca llegarán a ser chefs. Yo sé por mí misma que cocino para otros. Disfruto cortando tranquilamente las verduras, disfruto de la libertad de hacer mi deliciosa comida, y, cuando surge la posibilidad, me complace dar de comer a otras personas y verlas disfrutar de la comida.
A otra escala todavía sigo viéndome arrastrada a compararme con otras personas que han logrado llegar a muchas más personas que yo.
Yo, al igual que la esposa de mi amigo, paso por períodos en los que quiero renunciar, pero, al final, continúo realizando este trabajo debido al significado intrínseco que derivo del mismo, ya que fluye de mí. Entonces vuelvo a conectar y dejo de lado cualquier apego al resultado.
Es una lección enorme y difícil y también un ejemplo de libertad. Yo, al igual que otros, saco más de ello gracias a la CNV.
Relaciones: caminando juntos más allá de los retos
Una de las preguntas más transformadoras con las que me he topado a través del aprendizaje y enseñanza de la CNV es engañosamente simple: ¿Qué haría falta para que esta situación o relación (según el caso) funcionase para todos los involucrados?
El principio fundamental que importa a todo el mundo, fundamental para la visión que llevo conmigo, es uno que hemos olvidado de aplicar, porque se nos ha educado desde hace milenios sobre los principios de la separación y la escasez, con una dosis adicional impotencia para colmo de males.
Realmente, sólo necesitaríamos que se nos recuerde la posibilidad esencial de que las cosas funcionen para todos (aunque no siempre sea de nuestra forma favorita) y que además se nos invite a ser coautores del cambio, restaurar nuestra fe y vernos con el poder de convertirnos en agentes de cambio.
El camino hacia una solución válida para todo el mundo en la mayoría de los casos comienza por dejar de centrarse en la solución, por concentrarnos en su lugar en mantener la conexión a pesar de las diferencias, el desacuerdo o la contienda.
Constantemente me conmueve e inspira ver lo que podemos crear cuando somos hábiles con las herramientas del diálogo.
No importa lo poco esperanzadoras que se me presenten las perspectivas de cambio a gran escala, he experimentado muy de cerca y he visto infinidad de veces lo mágico de este cambio de enfoque.
Tampoco importa el campo, tanto en las relaciones más personales e íntimas como en las relaciones dentro de grupos, que trabajan en las organizaciones.
Mi ejemplo personal es una amistad que tengo que estoy segura de que se habría perdido si no fuera por las herramientas de la CNV que ambos aportamos. Lo que es especialmente bonito es que algunos de los desafíos con los que nos encontramos en esta amistad, aún perduran, pero hemos tejido una red gruesa y sólida de unión que cerca los desafíos y los mantiene juntos.
Cuando aparecen, podemos señalar las muchas conversaciones que hemos tenido y mantener la conexión a través de los momentos difíciles.
Hemos desarrollado una rica conciencia de las sensibilidades de cada uno y de nuestros propios puntos flacos gracias a que hemos intercambiado, en numerosas ocasiones, expresión auténtica y presencia compasiva, los dos componentes básicos de la conexión.
Esto ha ayudado a que nuestra amistad sea más profunda, más ligera y más sólida, así como también nos ha ayudado a comprender los patrones de relaciones que cada uno de nosotros tenemos con otros. ¡Qué situación tan beneficiosa para todos!
La red interdependiente: obtener ayuda de un tercero
Por lo general, no veo a las personas cuando están solas, cuando no estoy presente. Tiendo a verlas cuando están en conflicto, es decir, cuando enseño, cuando facilito un encuentro o medio para una organización o durante el coaching.
A menudo me han dicho, al igual que a muchos de mis colegas, que en esos momentos les encantaría poder llevarme a casa con ellos, que así podrían tenerme a su lado para susurrarles qué decir…
En respuesta, les cuento que hay tres razones por las que me resulta mucho más fácil encontrar esas palabras que decir que a ellos se les escapan.
Aparte de la muy obvia razón de que tengo más práctica y experiencia en esta tarea que la mayoría de la gente, yo no estoy involucrada y por lo tanto no vivo las consecuencias de lo que yo diría, por lo que lo que está en juego es mucho menos para mí que para ellos, que son los que viven las repercusiones.
También, y no menos importante, la carga emocional (la ira, el miedo, la vergüenza, la creencia en la propia ineficiencia o en las malas intenciones de otras personas) que experimentan cuando tratan de encontrar una salida a la situación.
Esta carga amenaza con negarles las capacidades que tienen, lo que hace a cualquiera que esté involucrado y molesto incapaz de expresarse sin culpar al otro de algo, y de mantener la presencia empática.
Todavía me pasa a mí, con una regularidad implacable, siendo una de las vías hacia la desesperación…
Sin lugar a dudas, necesitamos de otros para organizar el laberinto de nuestras relaciones, tanto dentro de nosotros mismos como con los demás.
Nos avergonzamos de necesitar ayuda, como si tal necesidad fuese un problema más que una expresión fundamental de nuestra naturaleza como seres humanos interdependientes.
Es una de las formas más eficaces de hacer que la CNV funcione: ofrecer nuestras habilidades a otros que tienen dificultades para comunicarse. Ahora, aquí sentada, deseo descansar con más facilidad sabiendo a cuántas personas he ofrecido esta magia.
Cambio sistémico: el toque final
Todavía no he encontrado la manera de hacer huella en el apoyo a la transformación sistémica en otros lugares más allá de nuestra pequeña organización BayNVC, e incluso aquí, no he llegado ni de lejos a lo que me hubiera gustado.
Dependiendo del día, te contaré diferentes historias acerca de los problemas que veo o la esperanza que tengo de llegar allí.
Lo que nunca cambia es mi fe total y absoluta en la posibilidad de que grupos de gente cada vez más grandes encuentren la manera de tomar decisiones más sabias en beneficio de un número cada vez más grande de personas y para el planeta.
Y aunque no tengo historias que presentar aquí, no tengo ejemplos de satisfacción plena. Tengo algunos, como cuando una persona en el poder acepta una solución colaborativa y ve que funciona mejor para todos, incluida ella misma.
En ninguno de los ejemplos que tengo en mente la persona en posición de poder tuvo un cambio radical de opinión que la llevara a renovar las estructuras existentes para la toma de decisiones.
Sin embargo, sigo creyendo que, con el tiempo, si hay suficientes personas en posición de poder que experimentan las suficientes veces que los procesos de colaboración bien elaborados y mediados producen mejores resultados para todos, las cosas cambiarán.
Sin embargo, me resulta imposible imaginar que todas las personas en posición de poder, especialmente aquellos que poseen mucho poder, vayan a cambiar de esta manera pacífica y gradual.
El diálogo y la colaboración, medios transformadores como son, no son siempre posibles desde un principio, sobre todo cuando nos encontramos ante tantas pruebas de que los sistemas de soporte vital básicos en el planeta comienzan ya a colapsarse.
Concibo la resistencia no violenta como una parte indispensable de cualquier intento de crear una transformación social significativa.
La resistencia no violenta, tal y como yo la entiendo, va de confrontar a las personas con poder que no están preparadas para entrar en un diálogo, que están centrados en su propio poder a pesar de nuestros bienintencionados esfuerzos para entablar conversación con ellos, que contribuyen (con sus decisiones día a día que no tienen en cuenta lo excepcional de la situación) a esta destrucción masiva en curso.
Aunque suelo sentirme inspirada por el poder de la resistencia no violenta allá donde se ha aplicado, me llena aún más de esperanza el imaginar lo que estos esfuerzos podrían hacer con el apoyo de las prácticas de CNV (tanto dentro de las organizaciones, entre partidarios y opositores, en la comunicación con el público y dentro de cada persona que participa en la confrontación).
La resistencia no violenta a gran escala, con amor, sin separarse, con el diálogo o la invitación al mismo, entrelazado todo ello, podría ser el comienzo de algo completamente diferente.
Así que yo continúo.
Artículo original: http://www.psychologytoday.com/blog/acquired-spontaneity/201212/does-nonviolent-communication-work
Traducción al español por Carlota García Huertas. Revisado por Adrián Pérez Montes.
[…] de desorden e incluso violencia ahí donde no se gestiona bien (no puedo más que aconsejar la comunicación no violenta para las dinámicas de grupo), pero, la ciencia es clara, los grupos diversos sobreviven más, […]