La SuperBowl, los ateos y la intervención divina en el deporte
¿Puede un Ave María cambiar algo? ¿Decide Dios en la SuperBowl o cualquier gran acontecimiento deportivo?
Publicado el 1 de febrero de 2014 por David Kyle Johnson, Ph.D. en Plato on Pop.
Un grupo de ateos americanos han levantado una «valla publicitaria pro-ateísmo» cerca del Estadio de Metlife, donde en 2014 se disputará la SuperBowl (partido final del campeonato de fútbol americano), entre los Broncos de Denver y los Seahawks de Seattle, el 2 de febrero. El cartel muestra a un sacerdote católico de aspecto ridículo, levantando el pulgar al eslogan «Un ‘Ave María’ sólo sirve en el fútbol americano. Disfruta del partido». Esto plantea una serie de cuestiones sobre las que merece la pena reflexionar.
En primer lugar, ¿es este un mensaje efectivo? Otros anuncios lanzados por este grupo de ateos americanos pretendían más bien hacer «salir del armario» a aquellos ateos que lo llevan escondido y quizás conseguir su adhesión a la organización. «¿No crees en Dios? Únete al club.» Podría ser que estos anuncios llegaran a cumplir su objetivo. Sin embargo, parece que el cartel «Ave María» pretenda burlarse de la fe religiosa con la idea de conseguir que la gente deje de creer en el poder de la oración.
Con todo, parece improbable que este anuncio (o cualquier otro) pueda alcanzar este objetivo. Las creencias religiosas están lo suficientemente arraigadas como para no poder ser desbancadas por un simple eslogan, ni tan siquiera por un buen argumento. El estatus de favor del que gozan, hace que la gente tenga demasiadas ganas de inventarse excusas para mantenerlas. Para abandonar las creencias religiosas son necesarios años de educación y autorreflexión.
Por ejemplo en 2011, cuando la gente creía que Dios estaba ayudandoa Tebow a llegar a la SuperBowl, explicamos en un blog que, de la propia definición cristiana de Dios se desprende que Dios no responde a ninguna plegaria. Dios es, por definición, un ser perfecto y como tal debe hacer siempre lo que es mejor. Pero sea cual sea la cosa o suceso por el que uno rece, lo mejor siempre ocurrirá. Si es mejor que sí ocurra, Dios lo provocará, independientemente de si alguien reza por ello o no. Y si es mejor que no, entonces Dios no permitirá que suceda, aunque alguien lo haya pedido. No hay súplica humana que pueda convencer a un ser perfecto de hacer algo que es peor, o de no hacer lo que es mejor. Por lo tanto, sea como sea, rezar no cambia nada.
Desde un punto de vista lógico, este argumento es válido (la conclusión se deduce de sus premisas) y cada una de sus premisas parece claramente verdadera. Por lo tanto, el argumento está bien fundado y la racionalidad nos dicta que debemos aceptar la conclusión de todo argumento bien fundado. Pero, ¿piensan acaso que este argumento llegó a convencer a alguien que creía en el poder de los rezos? Probablemente no. Aunque no hay nada incorrecto en su lógica, lo más seguro es que fuera ignorado. Lo mismo sucederá posiblemente con el cartel de este grupo de ateos en la SuperBowl. [Aunque, supongo que podría desencadenar una serie de discusiones que llevaran a algunos a rechazar su fe.]
Dicho esto, me gustaría ofrecer un razonamiento más (que, probablemente, también será ignorado por cualquiera que no esté ya de primeras de acuerdo con él) a favor del mensaje de la valla publicitaria. David Silverman, presidente del grupo de ateos americanos, aclaró el significado del anuncio: «Estamos en 2014; es hora de dejar de creer que rezar sirve de algo… Darle al César lo que es del César y entender lo que realmente se está celebrando aquí. Nos reunimos para animar a unos deportistas que hacen lo que mejor se les da». Parte de la cuestión parece ser la misma que ya planteé: rezar para pedir algo no funciona. Pero aún hay más: es una estupidez creer que Dios interviene en las competiciones deportivas.
Según el Huffington Post, la mitad de los norteamericanos cree que lo sobrenatural está implicado en los resultados de los acontecimientos deportivos, especialmente en el fútbol americano y la SuperBowl. Aproximadamente la mitad de ellos (una cuarta parte de todos los norteamericanos) piensa que esta fuerza sobrenatural es Dios. Representan algo menos del 43% los que creyeron que Dios estaba ayudando a Tebow a llegar a la SuperBowl. (Fíjense que esta convicción probablemente no cambió, a pesar de que Tebow nunca llegó a la SuperBowl). Pero aún así esta noticia es preocupante para aquellos de nosotros a los que nos importa lo racional (o irracional) que sea nuestra nación.
Pero debería ser también una noticia preocupante para los cristianos. Parece ser que aumenta el número de atletas que, cuando se les pregunta en una entrevista acerca de su secreto para la victoria, responden algo así como «Ha sido todo gracias a Dios». Los cristianos deberían protestar en masa contra respuestas así. No deberían apoyar de forma tácita la idea de que el Dios cristiano interfiere en los resultados de los eventos deportivos o en el rendimiento de los jugadores.
En primer lugar, esto convierte a Dios moralmente en un monstruo. Si Dios está dispuesto a trastocar las leyes de la física para decidir el resultado de un partido de fútbol americano, ¿por qué no lo hizo para evitar un accidente de coche o detener un asesinato? ¿Por qué no provocó un infarto a Hitler? Un Dios que se preocupa por los eventos deportivos pero no por el hambre infantil o los mutilados no merece ser venerado.
Segundo, esto es banalizar a Dios. Pensar que rezar a Dios tiene un efecto causal y puede determinar el resultado de un partido de fútbol es lo mismo que pensar que si uno lleva su camiseta de la suerte podrá influir, tener un efecto causal, en el resultado de un partido. En esencia, lo que hacen estos «rezos de fútbol» es convertir a Dios en un amuleto al que uno acude cuando no tiene ningún tipo de control. Como dijo Friedrich Nietzsche, invocar a Dios para explicar sucesos mundanos casuales es despreciarlo, «hacer de él un sirviente doméstico… un mero nombre para la más tonta de las casualidades.» Lo mismo sucede cuando uno le pide a Dios que ayude a su equipo a ganar.
Y por último, convierte cualquier religión en su totalidad en una tontería. A pesar de la campaña publicitaria de la cerveza Bud Light, no «sólo es una locura cuando no funciona». Hasta me da pereza el tener que precisar que… el hecho de que el resultado que uno deseaba venga inmediatamente después de un acto supersticioso (por ejemplo un rezo), no significa que la superstición haya causado ese resultado. Pensar así sería más propio de un niño, estaríamos cayendo en una falacia lógica conocida como»post hoc ergo propter hoc«. El hecho de que esto vaya seguido de lo otro no significa que esto haya causado lo otro. El hecho de que uno rece por su equipo y que luego ganen no significa que la plegaria les haya dado la victoria.
La periodista de ESPN (grupo mediático con sede en los EEUU, que opera y produce canales de televisión, sitios web y revistas relacionados con el deporte. N.T.) Doris Burke se metió en apuros recientemente, cuando se rió de la respuesta de Kevin Durant a la pregunta sobre su secreto para mantener su «nivel» en los «últimos doce partidos». Él contestó, «Vamos, se lo debo a Dios. Eso es todo lo que puedo decir. Cristo.» Ella tuvo que justificarse diciendo que también ella era creyente y que reaccionó así por la sorpresa que le causó «tan increíble muestra de humildad».
Tengo mis dudas al respecto.
Aun siendo creyente, la idea de que uno de los mejores atletas del mundo pueda llegar adonde ha llegado sencillamente a base de rezar, o solamente porque Dios ha decidido llevarle allí,es grotesco. ¿Acaso le llevó hasta allí Dios como parte de sus planes divinos? ¿Tiene Dios un plan divino para colocar a cada uno en el sitio que Dios quiere, a cada momento? De ser así, significa que los seres humanos no tienen libre albedrío y el mismo concepto de responsabilidad moral se convierte en un sinsentido.
De lo contrario, asumiendo que los seres humanos sí tienen libre albedrío, entonces no sólo fue voluntad divina que Kevin alcanzara este nivel. ¿Será entonces que Kevin se limitó a rezar mucho y Dios decidió recompensarle cumpliendo su deseo – de tal manera que todo su entrenamiento, su labor y su sacrificio no influyeron en el resultado? Y puesto que «eso es todo lo que puede decir», supongo que nadie más que Dios se merece el agradecimiento. Así que ni a sus padres, ni a sus entrenadores presentes o pasados, ni a sus compañeros, hay que darles las gracias.
Entiendo que los cristianos sólo pretenden alabar a Kevin por el «valor» que mostró al expresar su fe públicamente. Pero ¿de verdad requiere valor decir que se es cristiano en un país en el que no hay ninguna ley que lo prohíba, donde cada presidente (y casi todos los oficiales electos) ha sido cristiano, y un 78% de la población también lo es? ¿Acaso los que destacaron su valor reconocieron también el valor que tuvo Rebecca Vitsmun, de Oklahoma, para confesarle a Wolf Blitzer (así como a la nación entera y, por primera vez, a su familia) que era atea, cuando él le preguntó si «le había dado las gracias al Señor» tras sobrevivir a un huracán? Al fin y al cabo, tan sólo un 1.6% de los norteamericanos reconocen ser ateos y representan el grupo de norteamericanos más odiados y en los que menos se confía. ¿No necesitó más valor aún?
Las cosas como son, la mayoría de los que apoyaron a Kevin seguramente no pensaron a fondo sobre lo que él dijo, lo que esto suponía o significaba. Tal y como harán el día de partido, tan sólo apoyan a su equipo. Él dijo algo que sonó «pro-cristiano» y todos dijeron «¡así es!». Con todo, no importa que uno tenga fe o no: la idea de que Dios se mete también en el deporte merece una buena carcajada.
© David Kyle Johnson
Artículo original: http://www.psychologytoday.com/blog/plato-pop/201402/the-super-bowl-atheists-and-divine-intervention-in-sports
Traducido por Eila van Reck, revisado por Adrián Pérez.
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