Publicado el 7 de enero de 2013 por el antropólogo Agustín Fuentes en Busting Myths About Human Nature
¿Realmente «nuestras manos evolucionaron para luchar»? o ¿la evolución explica por qué «a las mujeres les encanta ir de compras y a los hombres no»? Investigadores de la Universidad de Utah aseguran haber demostrado que los humanos (los hombres) poseen manos que han evolucionado para pelear, y los investigadores de la Universidad de Michigan afirman que el comportamiento de compras de cada género refleja las adaptaciones de búsqueda de comida de los antepasados.
Sin embargo, en realidad esto no es lo que demuestra ninguno de los dos estudios que apuntaba arriba. En realidad el estudio sobre la evolución de las manos para pelear fue un pequeño estudio experimental que examinaba la morfología y el golpeo de las manos de 10 hombres. El estudio sobre las diferencias de género en el momento de salir de compras se basaba en una encuesta por internet en la que preguntaron a 500 estudiantes universitarios sobre sus experiencias de compra. En ambos casos, los autores realizaron extensas afirmaciones carentes de fundamento sobre la evolución humana que no eran las únicas conclusiones (ni siquiera las más lógicas) que se podían extraer de los estudios realizados.
Por lo general, existe una diferencia significativa entre lo que los investigadores demuestran con sus investigaciones y lo que aseguran que se desprende de esa «ciencia» o investigación.
La palabra «ciencia» es muy poderosa en nuestra sociedad. En círculos normales, cualquier explicación que venga acompañada de la palabra «ciencia» tiene un peso muy importante en nuestra visión de lo que los humanos hacen y del por qué lo hacen. Debemos tener en cuenta el conocimiento que se genera por medio de investigaciones y proyectos científicos, pero no siempre debemos aceptar sin más lo que los científicos cuentan. Tenemos que diferenciar entre lo que realmente queremos decir cuando utilizamos la palabra «ciencia» y prestar mucha atención a cómo se presenta el conocimiento científico.
En su concepto clásico, la ciencia no es una cosa, es la información que se consigue al utilizar un método de investigación que cualquiera puede repetir … La ciencia es una forma de examinar el mundo que nos rodea, una forma que se vale de la experimentación para reducir a unas pocas el número de posibles explicaciones a cualquier fenómeno. En la práctica, una buena parte de la ciencia actual consiste en utilizar información existente y desarrollar hipótesis para generar explicaciones más detalladas y refinadas. De forma ideal, todo lo que conocemos como conocimiento científico se produce mediante este método y es importante porque puede ser evaluado y verificado.
Sea como sea, por lo general mezclamos la ciencia con aquello que los científicos dicen.
Se puede argumentar que la opinión de los científicos tiene base científica, lo cual es verdad, pero como señala el antropólogo Jon Marks, no toda la ciencia refleja una investigación neutral de la realidad. Él nos recuerda que la ciencia es un proceso que puede llevar al descubrimiento, pero el contexto específico del cual surge puede ser tan importante como la misma información conseguida. Los científicos (me incluyo) tienen sus propios prejuicios y creencias que sirven para estructurar y moldear la forma en la que ven el mundo, realizan investigaciones e interpretan la información científica para el público en general.
Tomen como ejemplo extremo a James Watson, genetista ganador del premio Nobel, ex director del Instituto de investigación Cold Springs Harbor y co-descubridor de la estructura del ADN. En 2007, él le dijo a una audiencia británica que era «intrínsecamente pesimista sobre el futuro de África» porque «todas nuestras políticas sociales se basan en el hecho de que su inteligencia es igual que la nuestra, mientras que todos los experimentos científicos dicen que no es así realmente».
El conocimiento que Watson ayudó a producir respecto de la estructura del ADN sigue siendo una de las contribuciones a la genética moderna más importantes, mejor respaldada y evaluada. Sin embargo, sus pensamientos sobre raza, África y la inteligencia son opiniones que contradicen el conocimiento científico probado sobre raza, geografía, inteligencia y genética en los humanos.
Este es un caso en el que la información científica está disponible, pero el científico emite una opinión personal opuesta a esa información. Mezclar los pensamientos y las opiniones de los científicos con la ciencia es una fuente de mucha desinformación que produce mitos y mentiras sobre la naturaleza humana.
Incluso cuando los científicos no están favoreciendo ideas sin fundamento, necesitamos también tener en cuenta el hecho de que existe un sesgo o imparcialidad significativa a la hora de decidir qué estudios se realizan (y cuales no) y cuáles de los realizados se llegan a publicar.
La financiación de investigaciones favorece ciertos temas «candentes» y deja de lado otros. Por otro lado, nos enfrentamos al énfasis en publicar únicamente resultados positivos, la falta de comprobación/replicación de muchos estudios (especialmente en psicología) y una aplicación y entrenamiento ético mínimo que crea un ambiente que limita los tipos y la calidad de información científica que llega a la prensa y a la opinión pública. La ciencia no se desarrolla en un vacío sin valores y los resultados no siempre reflejan respuestas válidas o completas a las preguntas realizadas.
Entonces, ¿deberíamos escuchar lo que los científicos cuentan? Sí, pero no de forma pasiva.
La ciencia en su metodología es sólida y la mayoría del trabajo científico se publica en revistas revisadas por expertos en donde los procesos y resultados deben estar expresados de forma clara. Esto permite la evaluación concreta de las conclusiones que se extraen del estudio en cuestión y permite que el lector ávido desarrolle su propia postura a partir de la información.
Gary Marcus concluye en un artículo actual sobre los problemas con la ciencia escrito para la revista New Yorker diciendo que «la mejor ciencia es cumulativa, no solo una lista de resultados divertidos. A medida que las personas cuestionan las cosas, las ideas malas van perdiendo validez hasta que finalmente se desmoronan».
En teoría esto es verdad, pero puede ser un proceso lento y largo, y muchas de las ideas postuladas por los científicos no están necesariamente respaldadas por la ciencia que llevan a cabo.
La tarea principal de los científicos debe consistir en estar más alerta a sus (nuestras) propias preferencias, a los contextos y limitaciones en sus disciplinas y en los medios de publicación. Aquí es muy importante la acción de los lectores de textos profesionales y de divulgación científica: no aceptemos de forma pasiva lo que los científicos dicen…investiguemos, desafíemos y tratemos de comprender. El método científico funciona mejor cuando nos vemos forzados a buscar la verdad, no cuando ya conocemos la verdad y solo tratamos de respaldarla.
Artículo original: www.psychologytoday.com/blog/busting-myths-about-human-nature/201301/when-good-science-goes-bad-6
Traducción del inglés al español por Micaela Longinos. Revisado por Adrián Pérez.
[…] tercer artículo “Ciencia y científicos no siempre son de la misma opinión” es una traducción del inglés y viene de la mano del antropólogo Agustín Fuentes. Trata […]