Aunque pensemos que nos hacen más sabios y mejores personas, a menudo hacen justo lo contrario.
Publicado el 11 de febrero de 2014 por el Dr. Jeremy Sherman en Ambigamy.
1. El relativismo moral es evitable: Aunque a veces hablemos como si creyésemos que tenemos la última palabra en cuestiones de moral, en realidad, nadie puede tenerla, por la sencilla razón de que siempre se puede poner a prueba la moralidad de una opinión a partir de su última palabra. Comienzo el artículo sobre esta leyenda a modo de concesión personal, ya que mis ideas aquí expresadas acerca de las leyendas en torno a la moral se pueden poner a prueba igual que cualquier afirmación moral. Es perfectamente posible que no estés de acuerdo con mis hipótesis de lo que es moralmente cierto o falso.
2. Vivir siguiendo principios morales te hace mejor persona: En primer lugar, eso depende del principio moral. Los nazis, por ejemplo, tenían los suyos. Y los seguían con el mismo entusiasmo con el que Martin Luther King seguía los suyos. Ahora podríamos decir que los principios de los nazis no fueron, de hecho, morales, pero entonces tendríamos que tener una definición más clara de «principio moral», una definición en la que estuviésemos todos de acuerdo a pesar de nuestras diferencias sobre qué principios morales son buenos o malos.
Los principios morales consisten en una lista de cosas permitidas y prohibidas, podemos considerarlos como limitaciones a lo que hacemos. De todas las cosas que podríamos hacer, los principios morales señalan un número de acciones particulares, nos muestran una limitada oferta de opciones aceptables para elegir. Todos tenemos nuestra propia lista. Los principios morales consisten en diferentes niveles de permisos y prohibiciones. Siempre tienes que hacer X. Nunca hagas Y, o siempre que estés en la situación A, tienes que hacer X. Mata siempre a los judíos. Lucha siempre contra la desigualdad.
En segundo lugar, como limitación a lo que hacemos, es inevitable que los principios morales de uno molesten a otro que querría que limitasen otro aspecto diferente. Las víctimas del nazismo estaban molestas, como mínimo, pero también lo estaban los partidarios de Martin Luther King. Seguramente estaremos de acuerdo en que los principios nazis no eran buenos buenos para las víctimas del nazismo, y que los de Martin Luther King sí trataban bien a los racistas que gobernaban América, pero eso sigue siendo una opinión. Los racistas no pensaban lo mismo. En general, ser bueno con una parte significa no serlo con la otra. Ser generoso con uno significa dejar de serlo con otro.
En tercer lugar, si queremos atribuir una idea a un partido, no hay mejor forma de hacerlo que utilizando un principio moral. No digas «quiero hacerte daño», di que el principio moral exige que te haga daño. Así podrás sentirte un idealista mientras haces daño a otras personas. No existe ni un sólo principio moral que no pueda ser empleado por alguien para detener, boicotear o herir a alguien. Incluso el «sé bueno» puede usarse para someter a otras personas a tu control.
3. Los principios morales no son necesarios: Vistos los problemas de los principios morales, quizás nos preguntemos si no estaríamos mejor sin ellos. Podemos tratar de ser prácticos, tratar cada ocasión individualmente, no aplicar siempre la misma lista de normas.
Sin embargo, es imposible. Puede que no seamos capaces de identificar todos los principios morales que guían nuestras acciones pero, a pesar de ello, seguimos guiándonos por ellos. Nuestras intuiciones, modeladas por nuestro instinto, emociones, pensamientos y cultura son generalidades que aplicamos cuando tratamos las diferentes cuestiones de forma individual.
4. Guiarse por principios morales siempre te hace más sabio: Los principios morales son una manera de cuestionar, de dejar de buscar el conocimiento para entender la diferencia entre lo que requiere una situación en comparación con otra. Cuanto más amplios sean nuestros principios morales, menos tendremos que pensar. Nuestros principios deciden por nosotros cuál es la mejor opción. Esa es su ventaja, pero también su desventaja. Todos hemos visto a la gente dejar de pensar y regirse por un principio moral. Mi novio me pega. ¿Debería dejarle? Claro que no, el amor lo puede todo.
5. Es mejor que los principios morales sean simples: Cuanto más simple sea el principio moral, mayor será la limitación y por lo tanto, el instrumento que utilizamos para tomar nuestras decisiones será menos exacto. En la práctica, aunque las personas digan que actúa según sus principios morales, raramente lo hacen. En lugar de eso, aplican sus principios de forma selectiva e ignoran la difícil cuestión de cuándo aplicarlos y cuándo no. Simplificamos los casos particulares y complicamos los globales.
Por ejemplo: si decimos «voy a apoyar a mis amigos porque me guío por el principio moral que dice que hay que ser bueno», estamos ignorando el hecho de que apoyar a nuestros amigos implica igualmente no apoyar a nuestros enemigos, algo que ellos no considerarán como algo es bueno. Aunque este ejemplo parezca rebuscado, no lo es. Es tan real como cualquiera de los muchos casos de faccionalismo y todos los conflictos de «nosotros contra ellos» que vemos a nuestro alrededor.
6. Los principios morales no cuestan nada: Aunque nadie lo diga directamente, está claro que sí tienen un coste. Especialmente por la forma en la que algunas personas siguen sus principios morales, a las órdenes de algún tipo de poder que, ellos insisten, es real, pero del que no hay pruebas de que así sea.
Por ejemplo, el caso de la insistencia de la Iglesia Católica en que el control de la natalidad es inmoral porque disgusta a Dios tal y como ellos lo imaginan. Los principios morales están, por definición, firmemente arraigados e invitan a seguirlos bajo el lema «sea como sea», «cueste lo que cueste».
Con todo, en la práctica, cada limitación a la que nos sometemos implica un coste de imposición. Dejarse guiar por los principios morales conlleva mucho trabajo, no es simplemente algo que se hace de boquilla. Deberíamos ser cautos con nuestras restricciones, limitándolas a lo práctico, comprometiéndonos con los principios morales que normalmente ayudan a los seres reales a largo plazo.
Quizá tengamos la impresión de que los principios morales no tienen coste porque no pensamos en lo que significaría dejarnos guiar completamente por ellos. Quizá también pensemos que no tienen coste porque la santidad o divinidad que nos conceden es tan satisfactoria que parece merecer la pena. En un mundo en crisis, no podemos permitirnos seguir cualquier principio moral que nos suene bien. Tenemos que ser prácticos en nuestra forma de imponer restricciones.
7. Cuanto más antiguo es el principio moral, más correcto es: Si hay algo que dificulta especialmente los principios morales, eso es el credo de la toga, la creencia de que un principio moral es creíble y correcto, porque se ha mantenido mucho tiempo y fue planteado hace siglos por algún tío vestido con una toga, taparrabos o dhoti. Estos principios tienen la ventaja de que nos han acompañado hasta aquí, pero ello no significa que nos vayan a llevar más lejos.
Deberíamos seleccionar de forma práctica nuestros principios morales, tanto como lo hacemos hoy en día con otros bienes y servicios, preguntarnos lo que nos dan y a qué precio. Esto es algo que tendemos a no hacer cuando nos dejamos impresionar por el hecho de que los principios nos llegan de alguien de hace mucho tiempo, que ha alcanzado el estatus de mito.
Debería importarnos menos complacer a las generaciones pasadas que a las venideras. Las generaciones pasadas tenían menos información sobre cómo funciona el mundo y, desde luego, mucho menos sobre cómo funciona nuestro mundo actual. Agradezcamos sus esfuerzos, pero tenemos que distinguir entre lo que hoy día tiene aplicación y lo que no.
Ahora bien, tampoco hay que pasarse al otro lado y pensar que si es antiguo, no es correcto (lo que podría llamarse credo de bata de laboratorio, la creencia de que un principio moral es más creíble si es planteado por un científico moderno vestido en bata de laboratorio). Al final, no existe ningún sustituto a la reflexión sobre las consecuencias de nuestros principios morales, proceso que es consecuencia práctica inevitable si realmente estamos viviendo según un principio.
8. Un principio moral es cierto si es planteado por alguien importante y de renombre: A Einstein se le suele citar con esta frase: «Locura es hacer lo mismo una y otra y esperar obtener diferentes resultados cada vez.» Actuar de forma alocada suena bastante mal, así que se aplica un principio moral: no actúes como un loco, en otras palabras, no hagas lo mismo una y otra vez y esperes obtener diferentes resultados.
Pero, ¿cómo casamos eso con el principio «Si no lo consigues a la primera, sigue luchando» o «El que la sigue, la consigue»? Si se te ocurre un solo ejemplo en el que la perseverancia tenga éxito, entonces el principio moral de Einstein debe estar mal, aunque tuviese razón acerca de la relatividad.
Y de nuevo, vemos que no existe sustituto posible a nuestra reflexión propia sobre las consecuencias prácticas de dejarse guiar por un principio moral.
9. Es moral creer en una autoridad moral superior: En realidad, la historia sugiere que es inmoral creer en una autoridad moral superior. Puede que sea motivador pero, ¿de qué? De la seguridad de estar en el bando de los buenos, luchando contra el mal del universo.
Creer en una autoridad moral superior impide que meditemos sobre las consecuencias prácticas de los principios morales por los que nos decidimos guiar. No tenemos que pensar, en lugar de eso podemos decir simplemente «sigo este principio moral porque es lo que Dios quiere» y luego, pues nada, a lanzar cruzada tras cruzada en nombre de tu autoridad imaginaria.
No hay ninguna prueba que demuestre la existencia de una autoridad moral superior en el universo. Es, simplemente, nuestro amigo imaginario que siempre está de acuerdo con nosotros. Para quien quiera leer un compendio de historias sobre los orígenes y consecuencias de esta creencia en una autoridad moral superior, la creencia que más más religiones lidera, la idea de que nuestros debates morales y batallas en la Tierra son parte de una épica batalla universal entre el bien y el mal, os aconsejo el nuevo libro en inglés de la historiadora en el campo de la religión Elain Page, The Origin of Satan (audiolibro).
Una vez que has encontrado tu autoridad moral superior, estás a un paso de proclamar que Él lucha contra Satán, que por lo tanto es tu deber moral matar a quien decidas, ya que esa persona es un engendro de Satán en la Tierra.
Tenemos que matar a gente malvada algunas veces, por ejemplo, en las guerras contra las dictaduras, pero sería mejor que fuésemos cuidadosos y prácticos en estos casos. Sin embargo, la posibilidad de ser prácticos se desvanece tan pronto como decidimos que tenemos que matar porque nuestra autoridad se origina en el poder de una autoridad superior.
10. Los principios morales son más esenciales que los dilemas morales: Los principios morales son nuestra, unas veces desesperada, y otras veces, arriesgada apuesta ante un dilema moral. Por eso, los dilemas morales son más esenciales. Comienzan con la vida, con el esfuerzo práctico de un organismo por regenerarse.
Nuestros principios evolucionan de la mano de la acumulación, a lo largo de la vida, de las adaptaciones funcionales y biológicas, la lista de cosas permitidas y prohibidas generales según las características y comportamientos que nos permiten adaptarnos al entorno, todos ellos respuesta a los dilemas esenciales a los que se enfrenta la vida en su intento por sobrevivir, cuestiones como «¿debería esforzarme en conseguir esto o lo otro?»
Artículo original en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/ambigamy/201402/moral-principles-10-myths-you-ll-be-relieved-debunk
Traducción realizada por Lidia Pelayo Alonso. Revisión por Adrián Pérez Montes.
Rafael Olazare dice
La moralidad es un tema que tiene que ser tomado siempre con un enfoque prioritario en la sociedad, empezando desde la familia.
Protágoras el máximo exponente de este relativismo epistemológico y ético radical basado en una suposición dice » El hombre es la medida de todas las cosas: de los que son como son, los que no lo son, ya que no son » querer no dice que todo el mundo puede decidir arbitrariamente lo que es verdadero y lo que es falso, sino que la distinción entre la verdad y la mentira, entre el bien y el mal, depende de la relación que cada uno tiene con el mundo es el de la naturaleza y de la sociedad en la que vive.