¿Cómo aprenden a leer los niños en un sistema de educación libre y autodirigida?
Publicado el 24 de febrero de 2010, por Peter Gray en Freedom to Learn
Según la opinión general, ampliamente aceptada en nuestra cultura, se debe enseñar a los niños a leer. Numerosas investigaciones tratan de averiguar científicamente cuál es la mejor forma de hacerlo.
En la sección de educación de la biblioteca de cualquier universidad encontramos más y más estanterías llenas de libros y revistas dedicadas exclusivamente a cómo enseñar a leer. En el mundo de la educación, se han venido llevando durante décadas acalorados debates, también llamados «las guerras de la lectura» («reading wars» en inglés). Por un lado están los que creen que se debería hacer más hincapié en enseñar la fonología, y los que adoptan el enfoque de «el lenguaje como un todo» para la enseñanza de la lectura*.
*[Hay que tener en cuenta que en inglés la diferencia entre el lenguaje escrito y el hablado es mucho mayor que en castellano]
Se han llevado a cabo varios experimentos controlados que comparan ambos métodos de enseñanza, usando como conejillos de indias a niños de guardería y de primaria. Los que apoyan el acercamiento fonético dicen que su método ha ganado estos experimentos, mientras que aquellos a favor del lenguaje como un todo sostienen que los experimentos estaban manipulados o mal hechos.
Según evidencian los colegios ordinarios, aprender a leer no parece ser algo sencillo para los niños. Se requiere una gran cantidad de tiempo y esfuerzo para enseñar a leer, desde preescolar y durante la mayoría de los años de escuela primaria. Además, los educadores animan a los padres con hijos pequeños a que empiecen a enseñarles a leer en casa para que una vez llegados al colegio, puedan seguir «la instrucción» con más facilidad.
Un gran número de empresas han ido creciendo en torno a la elaboración y el marketing de materiales didácticos para la lectura. Existe un sinfín de programas informáticos interactivos, vídeos y libros especialmente estructurados diseñados (científicamente, según sus defensores) para enseñar a partir de los sonidos y para proporcionar a los lectores principiantes una base creciente de palabras más habituales.
Hace poco, leí un artículo de dos especialistas en ciencia cognitiva que aseguraban que la evolución de la enseñanza de la lectura pasaba por la enseñanza individualizada. [1] Según estos autores, los métodos modernos por imágenes cerebrales se utilizarán para descubrir el estilo de aprendizaje propio de cada niño, y los programas digitales de transmisión de texto se usarán para enseñar a leer a cada niño de acuerdo con sus necesidades y forma de aprender específicas. De hecho, los autores y sus compañeros de investigación están trabajando en desarrollar dichos sistemas.
A mí, personalmente, me parece absurdo. Las necesidades específicas de cada niño, puesto que afectan al aprendizaje de la lectura, no dependen solo de las diferencias en la parte física del cerebro, sino que varían en el día a día y de un momento a otro basándose en las experiencias, deseos y antojos específicos que el propio niño controla. Comenzaré a creerme las declaraciones de estos investigadores cuando haya pruebas de que las imágenes cerebrales pueden usarse para predecir (es decir, para conocer con antelación) el contenido de nuestras fantasías.
En claro contraste con todo este alboroto sobre cómo enseñar a leer, encontramos el punto de vista de aquellos involucrados en el movimiento de «aprendizaje no dirigido» y del movimiento del colegio «no reglado» (o libre) de Sudbury, quienes aseguran que no es para nada necesario enseñar a leer. Los niños aprenderán a leer siempre y cuando crezcan en una sociedad alfabetizada, rodeados de personas que lean. Puede que tengas dudas y pregunten durante su camino de aprendizaje, y recibirán algunas indicaciones por parte de otros que ya saben leer, pero tomarán la iniciativa en este asunto y dirigirán el proceso de aprendizaje por ellos mismos. Se trata de aprendizaje individualizado, pero sin la necesidad de imágenes cerebrales ni ciencia cognitiva, y que apenas requiere esfuerzo de otra persona que no sea el niño que está aprendiendo. Cada niño conoce exactamente cuál es su forma preferida de aprendizaje, sabe exactamente para lo que está preparado, y aprenderá a su manera, a su propio ritmo.
Hace veintiún años, dos de mis alumnos universitarios realizaron un estudio sobre cómo aprendían a leer los alumnos del Sudbury Valley School, donde los estudiantes son libres de hacer lo que quieran durante todo el día. [2] Encontraron a dieciséis alumnos que habían aprendido a leer desde que se inscribieron en el colegio y que no habían recibido una enseñanza sistemática de la lectura. Entrevistaron a los alumnos, padres y personal del colegio para intentar averiguar cuándo, por qué y cómo habían aprendido a leer cada uno de ellos.
Lo que descubrieron desafiaba cualquier intento de generalización. Los alumnos empezaron realmente a leer a muy diferentes edades, desde los 4 a los 14 años.
Algunos alumnos aprendieron muy rápido, pasando de no ser capaces de leer (aparentemente) nada a leer con fluidez en cuestión de semanas; otros, en cambio, aprendieron a un ritmo mucho más lento. Unos pocos aprendieron de forma consciente, trabajando sistemáticamente los sonidos, y pidiendo ayuda durante el proceso.
Otros simplemente empezaron a leer. Un día, se dieron cuenta de que podían leer, pero no tenían ni idea de cómo habían aprendido a hacerlo.
No existía una relación clara entre la edad a la que los alumnos aprendieron a leer por primera vez, y su implicación en la lectura en la momento de la entrevista. Algunos de los lectores más insaciables habían aprendido a leer a temprana edad mientas que otros más tarde.
Mi hijo, que forma parte del personal de Sudbury Valley, me cuenta que ese estudio está ahora desfasado. Su impresión es que la mayoría de los alumnos de Sudbury Valley, hoy en día, aprenden a leer antes, y con menos esfuerzo que antiguamente, porque se encuentran inmersos en una cultura en la que la gente se comunica de forma regular mediante la palabra escrita (en juegos de ordenador, por correo electrónico, Facebook, mensajes de texto y demás). Para ellos, la palabra escrita no difiere realmente de la oral, de forma que la maquinaria biológica de la que todos los humanos disponemos para adquirir el lenguaje hablado se utiliza de forma más o menos automática para aprender a leer y escribir (incluso a máquina). Me encantaría estudiar esto de alguna forma, pero hasta el momento no he encontrado la manera de hacerlo sin ser intrusivo.
Hace varias semanas, invité a los lectores de este blog que son partidarios de la no escolarización o del modelo de escolarización de Sudbury, a que me escribieran contándome historias sobre el aprendizaje de la lectura fuera de la enseñanza formal. Dieciocho personas, la mayoría de ellos se identificaron como padres de niños no escolarizados, y compartieron amablemente sus historias conmigo. Cada historia es única. Tal y como mis alumnos descubrieron en su estudio en Sudbury Valley, no parece existir hoy en día ningún patrón que nos indique cómo aprenden a leer los niños no escolarizados.
Sin embargo, a partir de la organización de los principales puntos que cada historia parecía contener, extraje lo que, a mi parecer, son los siete principios que quizá arrojen un poco de comprensión general al proceso de aprendizaje de la lectura sin escolarización. He elegido organizar el resto de este ensayo en torno a estos principios y ejemplificar cada uno con referencias de las historias que me enviaron. Algunas de las personas que enviaron sus historias me pidieron que usara solo sus nombres de pila y no el de sus hijos, por lo que seguiré esta convención durante todo el ensayo.
Siete principios del aprendizaje de la lectura no dirigida, sin escolarización
- En los niños no escolarizados, no existe un periodo crítico ni una edad concreta para aprender a leer.
Para los niños en escuelas «normales», es muy importante aprender a leer dentro de un calendario dictaminado por el colegio. Si te quedas atrás, no podrás seguir el ritmo del resto del programa de estudios y quizás te etiqueten como «fracasado», o como alguien que debería repetir curso, o que tiene algún tipo de discapacidad mental. En los colegios ordinarios aprender a leer es la clave que abre paso al resto del aprendizaje. Primero aprendes a leer y, luego, lees para aprender.
Si no sabes leer, apenas puedes aprender el resto del temario, porque la mayoría de éste lo recibes de forma escrita. Incluso hay datos que muestran que no aprender a leer en el plazo previsto pude conducir a una mala conducta subsiguiente en los colegios ordinarios.
Un estudio longitudinal llevado a cabo en Finlandia descubrió que leer mal en preescolar y en la guardería predice una mala lectura también en la escuela primaria, así como predice una futura «conducta con problemas de expresión», lo que, en definitiva, viene a ser un «mal comportamiento».[3]
Pero la historia es completamente distinta para los niños que no están escolarizados. Éstos pueden aprender a leer en cualquier momento, sin consecuencias negativas aparentes. Las historias que me mandaron los lectores de este blog incluyen 21 casos distintos de niños que aprenden a leer en los que se menciona la edad a la que realmente leyeron (leer y entender los pasajes del texto) por primera vez. De estos, dos aprendieron a los 4, siete a los 5 o 6, seis a los 7 u 8, cinco a los 9 o 10, y uno a los 11.
Incluso dentro de la misma familia, los distintos niños aprendieron a leer a edades bastante diferentes. Diana escribió que su primera hija aprendió a leer a los 5 años mientras que la segunda a los 9; Lisa W, escribió que uno de sus hijos aprendió a los 4 años y otro a los 7; y Beatrice contaba que una de sus hijas aprendió antes de los 5 años y la otra a los 8.
Ninguno de estos niños tiene dificultades para leer hoy en día. Beatrice informa de que su hija, que no aprendió a leer hasta los 8, tiene hoy 14 años y «lee cientos de libros cada año», «ha escrito una novela» y «ha ganado numerosos premios de poesía». Al parecer, ¡aprender a leer tarde no es incompatible con una habilidad literaria extraordinaria en el futuro! Esta niña, en cambio, mostraba signos de precocidad literaria bastante antes de aprender a leer. Según Beatrice, podía recitar de memoria todos los poemas de Complete Mother Goose, un libro de rimas infantiles, cuando tenía 15 meses. [Observación: visita el excelente blog en inglés de Beatrice Ekwa Ekoko en http://radiofreeschool.blogspot.com/].
El mensaje que más se repite en estas historias sobre aprender a leer es que, gracias a que no se forzaba ni persuadía a los niños a leer en contra de su voluntad, tenían una actitud positivas ante la lectura y el aprendizaje en general. Este concepto quizás se encuentra más claramente en la historia que Jane escribió acerca de su hija (de 15 años), que no aprendió a leer hasta los 11 años: «una de las mejores cosas a las que dio lugar permitirle leer a su propio ritmo y por iniciativa propia fue que ella llevaba las riendas de la experiencia, y gracias a esto se dio cuenta de que si podía hacer eso, podía aprender cualquier cosa. Nunca la presionamos para que aprendiera nada en absoluto, nunca, y gracias a esto, su habilidad para aprender se ha mantenido intacta. Es despierta y curiosa, y se interesa por el mundo que le rodea».
- Un niño motivado puede pasar de no leer (al menos aparentemente) a leer de forma rápida y fluida.
En algunos casos, los niños sin escolarizar pasaban de no leer a leer en lo que, desde fuera, puede parecer un abrir y cerrar de ojos. Por ejemplo, Lisa W. escribió: «nuestro segundo hijo, un «pensador visual», no aprendió a leer hasta los siete. Durante años, fue capaz de sacar la información que necesitaba a partir de las formas e imágenes que veía, o si se quedaba atascado, pedía a su hermano mayor que le leyera. Recuerdo el día que empezó a leer. Le había pedido a su hermano mayor que le leyera algo en el ordenador y su hermano le respondió, «tengo cosas mejores que hacer, no puedo estar leyéndote todo el día» y se marchó. En cuestión de días [la cursiva es mía], pasó a leer bastante bien».
Diane escribió, «mi primera hija no sabía leer cuando cumplió los 5 años, pero, a finales de año ya era capaz de leer con fluidez, en voz alta, sin hacer pausas ni vacilar». Kate también cuenta que su hijo, de 9 años, «aprendió por sí mismo a leer», en tan solo un mes. En ese espacio de tiempo se centró por voluntad propia en leer, sin ninguna ayuda, y pasó de ser un lector malo y vacilante a leer con gran fluidez, más allá de lo que un colegio ordinario habría calificado como su «nivel normal de lectura».
Estos progresos tan marcados en las capacidades de lectura manifiestas pueden darse, al menos parcialmente, debido a que desde fuera es difícil darse cuenta de las etapas de aprendizaje previas, etapas que quizás ni siquiera los propios niños han notado. Karen atribuye el rápido inicio en la lectura que observó en su hijo a un aumento repentino de confianza. Cuenta que: «durante el verano pasado, mi hijo A [que tiene ahora siete años] pasó de no querer mostrar su capacidad [para leer] a leer libros infantiles sin ilustraciones. ¡En un verano! Ahora, seis meses más tarde, se siente tan seguro de su capacidad de lectura que, normalmente, cuando me levanto por la mañana lo encuentro leyéndole en voz alta a su hermana. Incluso se ofrece a leernos a su padre y a mí. Esto era impensable hace un año, cuando no nos quería mostrar su nivel de lectura por vergüenza y falta de confianza. ¡Estoy muy contenta de no haberle presionado!»
- Los intentos de imponer la lectura pueden ser contraproducentes.
Tres personas de las que me enviaron sus historias escribieron que en algún momento intentaron enseñar a leer a sus hijos y que el intento pareció tener consecuencias negativas. A continuación se expone lo que dijeron.
Holli cuenta que, cuando su hijo tenía «alrededor de tres años y medio», empezó a intentar enseñarle a leer. «Creo que los libros Bob son ridículamente repetitivos y estúpidos, pero encontré algunos que al menos eran ligeramente interesantes y empecé a hacerle practicar con ellos… Creo que todavía no estaba verdaderamente preparado para una lectura real y, tanto si lo estaba como si no, se sentía irritado por tener que hacer algo que no era por iniciativa suya, por lo que se resistió… Enseguida me di cuenta de que, a pesar del progreso que estaba teniendo en sus capacidades de lectura, estaba haciéndole más mal que bien, ya que le estaba haciendo odiar leer. Inmediatamente deje de enseñarle formalmente a leer y volví a leerle sólo cuando él me lo pedía». Holli continua relatando que, apenas dos años después, su hijo, «de forma totalmente clandestina», empezó a ojear libros por su cuenta y finalmente a leer, al parecer escondiendo su interés y sus prácticas para no sentirse presionado.
Beatrice escribió sobre su hija, que aprendió a leer a los 8 años: «Yo también he cometido el error de intentar obligarla a leer. Cuando cumplió los 6, estaba preocupada porque los niños en el colegio estarían aprendiendo esta destreza y no quería que se quedara atrás. Después de un par de semanas de insistirle en que leyera y llevando siempre una revista conmigo para deletrearle todo y que ella lo copiara, me dijo tajantemente que la dejara tranquila, que no tomaría parte en mi plan y que aprendería a leer cuando estuviera bien y preparada».
Kate, una madre de Gran Bretaña partidaria de la enseñanza en casa, escribió, refiriéndose a sus intentos de enseñar a su hijo a leer: «A los 9 años se oponía a aprender lenguaje y leer se convirtió en una batalla constante. Se resistía y lo encontraba aburrido y se distraía, así que finalmente fui más allá de mi pensamiento académico e intenté dejarlo pasar. Me dije que nunca volvería a obligarle a leer, ni siquiera se lo sugeriría… Durante el siguiente mes, se iba tranquilamente a su habitación… y aprendía solo a leer… Pasé cuatros años enseñándole las bases [cuando no estaba interesado], pero ahora, con interés, estoy segura de que habría podido aprenderlas en pocas semanas.»
- Los niños aprenden a leer cuando la lectura se convierte, para ellos, en un medio para alcanzar un fin o fines que valoran.
Existe una antigua broma, que escuché por primera vez hace bastantes décadas, sobre un niño que alcanza los 5 años de edad sin haber pronunciado ni una palabra. Entonces un día, durante la comida, dice «esta sopa está fría». Su madre, a punto de caerse de la impresión, dice «¡Hijo mío, si sabes hablar! ¿Por qué no has dicho nada nunca antes?» «Bueno», dice el niño, «hasta ahora la sopa siempre estaba caliente».
Esta historia es totalmente apócrifa aplicada al contexto de aprender a hablar, motivo por el cual la entendemos como una broma. Los niños aprenden a hablar tanto si realmente tienen que hablar para satisfacer sus necesidades como si no; están genéticamente programados para eso. Pero esta historia, ligeramente modificada, puede aplicarse sin duda a aprender a leer. Parece ser que los niños aprenden a leer, por su cuenta, cuando encuentran un buen motivo para hacerlo. Muchas de las historias que me enviaron ilustran esta idea. A continuación, vemos algunos ejemplos:
Amanda escribió, acerca de su hija, que asiste a un colegio que sigue el modelo Sudbury: «no paraba de decirle a la gente que no sabía leer hasta que hizo brownies el pasado noviembre [con siete años]. Nos pidió a su padre y a mí que le hiciéramos sus brownies preferidos, pero ninguno de los dos teníamos ganas de hacerlos. Un poco después, vino corriendo a la habitación y me pidió que le encendiera el horno y le buscara una sartén de 9×11 (dijo «9 equis 11», en lugar de «9 por 11»). Le di la sartén y encendí el horno. Después entró corriendo y me pido que pusiera los brownies en el horno. Entonces me dijo, «Mamá, creo que ya sé leer». Me trajo algunos libros y después se puso a leérmelos en voz alta hasta que se levantó de un salto y dijo, «Los brownies huelen como si ya estuvieran hechos. ¿Los sacas ya?»… Ahora le dice a la gente que ya sabe leer y que lo aprendió ella sola».
Idzie, una bloguera de 19 años que no estuvo escolarizada, pero tiene una amplia cultura, me envió un enlace a un ensayo de su blog sobre sus propios recuerdos de cuando aprendió a leer. Cuenta, en parte: «Cuando tenía ocho o nueve años, mi madre nos estaba leyendo el primer libro de Harry Potter a mi hermana y a mí. Pero, bueno, tenía cosas mejores que hacer que leer, y si leía durante mucho tiempo, se le ponía la voz ronca. Así que, frustradas por la lentitud de este proceso, y con el deseo de saber lo que ocurría a continuación, cogí el libro y comencé a leer».
Marie, una madre partidaria de la educación no dirigida, escribió sobre su hijo, de ahora siete años: «Encontró el incentivo para mejorar sus capacidades de lectura actuando en un teatro local. Siempre le encantó preparar «espectáculos», pero ahora es lo suficientemente mayor para actuar de verdad. Se da cuenta de que leer es una parte vital de esta actividad que le encanta y le ha dado una razón de peso para mejorar y desarrollarse en el campo de la lectura. Hace poco participó en El sueño de una noche de verano y tuvo que leer y memorizar a Shakespeare. No fue necesario que ningún «maestro» le enseñara ni nada de eso».
Jenny escribió que su hija, que no empezó a leer libros hasta los once, satisfacía su pasión por las historias cuando le leían, veía películas y escuchaba CDs y libros en cinta de la biblioteca. Finalmente, empezó a leer porque no tenía otra forma de satisfacer su interés por videojuegos, como el de ToonTown, y por el manga. Solo ella podía hacer el trabajo de leer en estos casos.
- A leer, como a otras muchas cosas, se aprende en grupo, estando con otros.
La observación en Sudbury Valley School, y en otros colegios similares, sugieren que muchos de los niños de allí aprenden a leer jugando con otros de distintas edades. Los que no saben leer y los que sí juegan juntos, incluso a juegos de ordenador, con palabras escritas. Para seguir jugando, los que saben leer leen las palabras y los que no saben van aprendiéndolas.
Vincent Lopez, un miembro del personal de Diablo Valley School, que sigue el modelo escolar Sudbury, me mandó este ejemplo de aprendizaje entre niños de edades mixtas: «En la sala de arte, hacen letreros para imitar un programa de televisión que acaba de empezar. En mi opinión es un programa de citas estúpido, poco ético, impulsado por los medios de comunicación y donde rige la ley de la selva; no es la primera vez que digo esto. A su manera, están fomentando el futuro que nos aguarda… pero, me alejo del tema. Lo importante de esto es que el niño de cinco años intenta leer los letreros con la ayuda de sus compañeros de distintas edades… los estudiantes aprenden porque quieren entender las bromas, saber más, como los compañeros que les rodean».
Casi todas las historias de niños que han seguido una educación no dirigida incluyen ejemplos de participación compartida en la lectura. Una de mis favoritas es la presentada por Diane, quien se dio cuenta de que su hija, que aprendió a leer a los cinco años, empezó a interesarse por la lectura gracias al tiempo que su familia normalmente dedicaba a leer la Biblia. Cuando todavía no sabía leer, insistía en tener su turno para leer la Biblia, «¡y se inventaba las palabras cuando le tocaba!»
Otros escribieron sobre juegos en familia que implicaban palabras, o sobre ver la televisión en grupo, situaciones en las que se leen las guías y subtítulos en pantalla en beneficio de los que no saben leer. Con el paso del tiempo, los que no sabían leer cada vez necesitaban menos ayuda; empezaron reconociendo y leyendo cada vez más y más palabras por sí solos. Los ejemplos de participación compartida mencionados con más frecuencia son los de padres, a veces son hermanos mayores, que leen historias a los niños que no saben leer, a menudo como parte de un ritual a la hora de dormir. Los niños miran, tanto las palabras como las imágenes, y a veces leen algunas de las palabras; o memorizan los libros que se les han leído repetidamente, y luego fingen leerlos cuando realmente solo prestan atención a algunas palabras. Hacer como que lees, poco a poco se convierte en leer de verdad.
En ensayos anteriores he hecho referencia al gran psicólogo ruso del desarrollo, Lev Vygotsky, cuya idea principal fue que los niños desarrollan nuevas capacidades primero socialmente, mediante la colaboración con otras personas más experimentadas, y, después, comienzan a utilizar las habilidades adquiridas en privado, para sus propios fines. Este principio general sin duda parece sostenerse en el caso de la lectura.
- Algunos niños empiezan a interesarse por la escritura antes que por la lectura, y aprenden a leer al mismo tiempo que aprenden a escribir.
Al menos siete de las personas que me enviaron sus historias afirmaron que sus hijos estaban interesados en la escritura manuscrita o a máquina, bien antes o al mismo tiempo que evidenciaron su primer interés en la lectura.
A continuación vemos cuatro ejemplos:
Marie escribió, refiriéndose a su hijo, que tiene ahora 7 años: «Es un artista y se pasa horas dibujando cosas, en especial historias e invenciones. De forma totalmente natural empezó a querer hacer que sus imágenes «hablaran» con subtítulos, títulos, indicaciones y citas….» Hubo muchos «¿MAMÁ? ¿Cómo se escribe Superperro quiere irse a casa?» Le deletreaba la frase y cinco minutos más tarde, «¿MAMÁ? ¿Cómo se escribe Superperro ve su casa?» Este niño aprendió a leer, al menos en parte, leyendo frases que él mismo había escrito.
Beatrice cuenta una historia similar sobre su hija pequeña, que aprendió a leer antes de los cinco años. «Aprendió a leer por el deseo de expresarse a través de la palabra escrita. Empezando desde cuando podía sujetar un lápiz, ya fuera para escribir un poema, una canción o diseñar un anuncio, necesitaba que le dijera como se escribía: «¿Cómo se escribe castor, como se escribe sugerir?»
Lisa R. escribió sobre su hijo, que actualmente está aprendiendo a leer: «Sus capacidades de lectura están relacionadas con sus esfuerzos de escritura… Ha escrito notas cortas y títulos de historias usando su propia ortografía fonética. A veces me pregunta cómo se escriben algunas palabras para una nota o un libro. Mediante repetición, ya recuerda algunas de esas palabras».
Lisa W. escribió: «Nuestro hijo mayor aprendió a leer cuando tenía cuatro años como resultado de sus intentos de encontrar juegos online gratis en el ordenador. Solía abrir el navegador y pedirme que le deletreara juegos, luego gratis y luego online. De la noche a la mañana sabía leer».
- No existe un método o forma clara para aprender a leer.
Para que no termines este ensayo pensando que la gente que ha colaborado con estas historias y yo te hemos enseñado algo útil sobre cómo «enseñar» o «ayudar» a tu hijo a leer, puedo asegurarte que no es así. Al contrario. Cada niño es único, tu hijo debe decirte cómo puedes ayudarle (o dejarle tranquilo). No tengo ni idea sobre cómo enseñar a leer, como tampoco la tiene ninguno de los que se hacen llamar «expertos» en la enseñanza de la lectura. Mi único consejo es que no presiones, escucha a tu hijo, responde adecuadamente a sus preguntas, pero no te pases dándole más información de la que necesita. Si te pasas, tu hijo aprenderá a dejar de preguntarte.
Muchas de las personas que me escribieron se mostraron sorprendidas por el camino que siguieron sus hijos cuando aprendieron a leer. Algunos aprendieron a leer palabras bastante inusuales, que nunca aparecían en los librillos de lectura, mucho antes de aprender palabras más simples. Otros, como he dicho, aprendieron a escribir antes que a leer. Otros parecían aprender rápidamente y luego pararon durante un par de años antes de seguir avanzando. Nosotros, los adultos, podemos disfrutar este proceso siempre que recordemos que no es nuestra responsabilidad modificarlo ni guiarlo. Somos meros observadores y, a veces, herramientas que usan nuestros hijos para sus propios propósitos.
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Ahora, no puedo resistirme a terminar con una corta anécdota sobre cuando mi hijo aprendió a leer. Empezó a leer muy pronto, y nos encontramos con uno de los primeros indicios de su capacidad lectora cuando tenía alrededor de tres años y medio. Estábamos mirando un monumento de la Guerra Civil en la plaza mayor de algún lugar de Nueva Inglaterra. Mi hijo miró las palabras y me pregunto: «¿Por qué hubo hombres que lucharon y murieron para salvar una cebolla?».
Estoy muy agradecido a todas las personas que han invertido su tiempo en escribir con tanta exactitud sus historias y me las enviaron.
Espero que muchos de vosotros que acabáis de leer este ensayo añadáis a estas historias las vuestras propias, en la sección de comentarios a continuación.
Ya es hora de que ofrezcamos una explicación real de las distintas formas que tienen los niños no escolarizados de aprender a leer, una explicación que contraste con todas esas estanterías de libros sobre enseñar a leer que se encuentran en las secciones de educación de todas las bibliotecas universitarias.
ATENCIÓN: En base a este artículo sobre cómo aprenden los niños a leer fuera de la escuela en el mundo anglosajón, hemos decidido lanzar un estudio parecido para España, podéis participar en él aquí: Estudio sobre el aprendizaje de la lectura y escritura en España.
ACTUALIZACIÓN: El 13.07.2015 se ha publicado el resumen de las experiencias de aprendizaje de lectura y escritura recogidas.
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Notas
[1] Rose D. y Dalton B. “Learning to read in the digital age”. Mind, Brain, and Education. 3ª ed. 2009. 74-83.
[2] Savio R. M. “Self-initiative in the learning process”. 1989; y DelGaudio A. “SVS Reading Study. Unpublished senior honors theses”. 1989.
[3] Halonen A. et al. “The role of learning to read in the development of problem behaviour: A cross-lagged longitudinal study”. British Journal of Educational Psychology, 76. 2006. 517-534.
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Peter Gray, doctor, profesor investigador en Boston College, y autor del libro recién publicado Free to Learn (Basic Books) y Pyschology (un libro de texto, ahora en su sexta edición).
Otros artículos de Peter Gray en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn
Libro en inglés «Free to Learn»:
www.freetolearnbook.com
Artículo original en inglés: http://www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201002/children-teach-themselves-read
Traducción del inglés al castellano por Silvia Muñoz Canales. Revisión por Adrián Pérez.
Esther dice
Excelente artículo muchas felicidades.
Tengo dos hijos educados en casa mi hija de 6 años e hijo de 4 años. Hacemos más Unschooling.
Su aprendizaje ha sido completamente libre, su papá y yo nos mantenemos cerca de ellos observando cada una de sus inquietudes.
Mi hija de 6 años comenzó a dar señales de la lectura a los 4 años. Y cuándo menos lo esperamos nos dimos cuenta que ya sabía leer. Nunca hicimos los ejercicios de fonética, mucho menos planas y planas de letras. Solo un día le vimos leer una de las líneas de uno de mis libros y así fue que supimos que ella ya estaba lista para desarrollar su lectura.
Ahora que ya tiene casi 7 años devora los libros por gusto propio.
Y todo este proceso no fue por cuestión de magia o de la nada, en casa leemos mucho, leemos en voz alta todo el tiempo. Cuando manejamos leemos los anuncios sobre la calle, cantamos mucho el abecedario, vamos a Librerías cada fin de semana a leer o a comprarnos un nuevo libro.
Básicamente les llenamos el ambiente de LECTURA y así es como mi hija aprendió a Leer, sumar, restar, tocar piano, cello, pintar. Creando el ambiente 100% de lo que queremos que desarrolle.
Un saludo cordial
Estel dice
Que genial poder leer y saber de todos estos casos, ya que soy mama de dos peques de 4 años para 5 el niño y 3 años la niña y sin escolarizar y en ocasiones te asaltan taaantas dudas… Mi hijo,a los 3 años mostro interéspor ir a la escuela con otros niños y le inscribimos pero duro una semana hasta que nos dijo que era aburrido y no quería ir más, teníamos los libros ya comprados y trabajamos fichas en casa a modl de entretenimiento y nos parecían muy simples pero algunas cosas nos gustaban… un día compramos un cuadernillo rubio para practicar el trazo y le gustó hacerlo, una o dos veces por semana hasta que lo terminamos y más o menos en esa fecha, le comenté que si quería saber cómo se escribía alguna palabra, podía preguntarme e incluso le propuse mama o papa, a lo que pidio que le enseñara a escribir Carretera!!
Mas tarde aprendio a poner su nombre haciendo una tarjeta de felicitacion a un amigo.
Lo siguiente ocurrió cuando pusimos toda una pared de pizarra azul y quiso escribir ocupando media pared Hipopotamo (el lo escribio sin la H) y desde ahi hubo un paron. Ahora nos hemos mudado de país y se quiere comunicar con su amigo por whatsapp, aproveche para decirle que para escribir en un teclado me gustaba que alguna palabra la hiciera también en papel ya que me parece muy importante y asi vamos descubriendo letras y sonidos varios. Las caritas y simbolos tb les sirven para contarse grandes historias y lo que van viviendo.
El otro dia entro en un baño y quiso leer el cartel que decía » Por su salud y por higiene, lavese las manos» y solo pidio ayuda para la D y la G
Pasitos a su ritmo.
Estel dice
Siempre hemos contado cuentos algunos de día y especialmente por las noches, desde los dos años aproximadamente ya les contaba unos que vienen sin imagenes que se llaman cuentos para chiquitines, también hemos acudido a cuentacuentos geniales y su abuela se los cuenta inventados 😉
Maria dice
Mis hijos están escolarizados, perolespuedo decir que el mayormostró interés por la lectura desde los 4 años, yo lo apoyé en casa pero la verdad creo que la escuela fue un obstáculo en este proceso (y eso que era montessori). Los dos mas pequeños hicieron el kinder (bueno, el menor está en el último tirón) en un colegio con una metodología mas de activar de juego. El que está ahora en primero de primaria, salió del kinder solamente escribiendo su nombre, incompleto por cierto, pero al mes y medio de empezar la primaria, empezó a leer y escribir muy muy bien. Creo que el éxito fue que en el kinder le leyeron, le cantaron, le contaron historias, lo hicieron exponer temas de su interés, le ayudaron con la motricidad fina, pero NUNCA le enseñaron a leer y escribir, pero como traía un excelente bagaje, fue sencillo y natural para él.
El menor que está por terminar el kinder, hace cosa de un mes ¡me sorprendió leyendo solo! Y palabras complicadas! Mismo método: nadie le enseñó nada formalmente, pero está aprendiendo en base al juego.
Y es el único de los tres que me pide constantemente ir a comprar libros. De la misma manera hace sumas y restas, cálculos mentales, patrones, gráficas y escalas. Tiene 5 años.
Ana dice
Mi hija está escolarizada, en un colegio público, en segundo curso de Educación Infantil. El año pasado y a partir de la generalización que hizo de leer las tarjetas con los nombres de sus compañeros de clase empezó a leer cualquier palabra escrita en mayúscula y a escribir los nombres de las personas mas cercanas a ella. Este año, empieza a hacer la trasferencia entre grafias mayusculas y minúsculas, escribe watsap con el teléfono móvil y pequeños cuentos en los que a pesar de no separar las palabras incluye introducción, nudo y desenlace. En el colegio nos han comentado que lee cuentos a sus amigos pero en casa manifiesta cansarse al leer y prefiere que le sigamos leyendo y es lo que hacemos porque queremos respetar su ritmo de aprendizaje aunque valoramos, y se lo mostramos, muy positivamente sus avances.
Mónica dice
Mi hijo con tres años y medio lleva ya tiempo leyendo perfectamente y le encanta. No esta escolarizado ni nunca le hemos forzado.
María dice
Mi hijo no quiere en ningún momento leer y eso me preocupa por que ahora va a primero de primaria y no está ala altura de los demás niños.
Le gusta mucho dibujar y es lo único que encuentro para intentar la escritura, que lo hace bien, pero luego se niega a leer.
Gracias por su ayuda.
Adriana dice
Mi propia experincia, aprendí a leer a los 4 años por mis propios medios, Con un hermando de 5 y una de 8, los veia hacer tarea y quería ser como ellos. Cuenta mi mamá, que con una revista infantil, yo le preguntaba «acá qué dice?». Un buen día la pregunta cambió, empecé a preguntar «acá dice esto y esto?» y mi mamá me decía, no, acá dice tal y tal. Y un buen día mis padres cuentan que se dieron cuenta que ya sabía leer. Me escuchaban reírme con una historieta (ellos pensaban que sólo veía las imágenes) y cuándo me preguntaron de qué me reía, les leí el chiste de corrido y sin titubear, como un adulto. No tengo idea cómo aprendí, aparentemente es por imágenes, de manera global: con oraciones completas, jamás alguien me enseñó las letras, o cómo sonaban. Luego, mi hija del medio, aprendió exactamente del mismo modo y a la misma edad. No sé si tiene algo que ver con los hemisferios del cerebro? Mi hija es zurda y yo también. Dr, le agradezco si tiene comentarios, siempre me intrigó mucho este tema. Saludos,
Silvia dice
Hola, es muy fabuloso e interesante como los niños tienen la Capacidad de análisis, entender y aprender tan rápido que aveces ni cuenta te das, si bien es cierto se nos a dicho que los niños tienen un tiempo y espacio para el aprendizaje y que se debe respetar las edades, no saltar etapas ,y no presionarles.
Pues bien que pasa si el niño aprende a leer a los 4 años y si se dice que debe aprender en edad escolar osea 6 ó 7 años, estaría mal acaso eso??? Si un niño está constantemente preguntando, coge sus cuentos ,sus libros, y quiere saber que dice las lecturas ,los párrafos ,le interesa le gusta , le tendría que decir que lo sprenderá cuando tenga la edad para hacerlo y creer que a esa edad no captará ,o no lo aprenderà?? Creo y pienso que no es así, mi niño de 4 años ya aprendió a leer ,le gusta mucho sus cuentos , sus libros y no lo hace para nada forzado, creo yo que para el aprendizaje no hay límites de edad ,todo está en casa el ejemplo que se le puedas impartir .