El sistema educativo español es mediocre, así lo demuestra el informe PISA.
Desde el año 2000, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) viene realizando cada tres años el informe PISA (en sus siglas en inglés, Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes). Este informe se basa en el análisis del rendimiento de los estudiantes a partir de unos exámenes mundiales que tienen como objetivo la valoración internacional de los alumnos.
Los últimos informes PISA no han sido positivos para España, y todo hace indicar que tampoco lo será el que se publique el próximo mes de abril. España se encuentra por debajo de la media de los sesenta y cinco países analizados. Finlandia encabeza esta lista, y en este artículo explicaremos las razones acerca de por qué tienen el mejor sistema educativo del mundo.
Si este informe no es positivo, menos lo es la noticia de que el Gobierno español prevea reducir el gasto público en educación en más de un 20% (unos 10.000 millones de euros), hasta que alcance el 3,9% del PIB en 2015. En cambio, Finlandia dedica del 11 al 12% de los presupuestos del estado y los ayuntamientos a financiar su modelo de educación.
La tónica habitual de nuestro sistema educativo son los cambios constantes. Mientras que España se enfrenta a su sexta reforma del sistema educativo desde 1980 (tantas como presidentes del gobierno hemos tenido), Finlandia continúa con la misma desde mediados de 1970.
Esta estabilidad se debe al alto consenso político, algo de lo que carecemos en nuestro país. Sin ir más lejos, las cuatro últimas reformas educativas españolas (LOPEG, LOCE, LOE y la futura LOMCE) han venido de la mano del partido político que gobernaba en cada momento (por este orden, PSOE, PP, PSOE y PP). Una de las cosas que llama mucho la atención del modelo finlandés es que cada colegio tiene autonomía para organizar su propio programa de estudios. Esto es algo impensable en nuestro país, que como hemos visto establece un programa de estudios u otro dependiendo del partido político que gobierne en ese momento.
El sistema educativo finlandés se basa en la confianza, la transparencia, el respeto y en enseñar a pensar en vez de memorizar. La comunidad confía en las escuelas, la población confía en los profesores y los maestros confían en los alumnos. Los finlandeses consideran que el mayor tesoro de la nación son sus niños, su futuro.
Uno de los aspectos que marca la diferencia en el sistema educativo finlandés es la elevada calidad del profesorado, principalmente en la educación primaria (los profesores más preparados se encuentra en primaria, ya que consideran que esta primera etapa de aprendizaje es la más importante). Para acceder a la carrera de Magisterio se necesita una calificación de más de un 9 sobre 10 en la media de bachillerato y en la reválida, además de una gran sensibilidad social ya que se valora su participación en actividades sociales y de voluntariado. En 2010, de 1.600 solicitudes destinadas a cursar Magisterio solo pasaron las pruebas el 10%, es decir, solo 160 estudiantes consiguieron entrar en la carrera. Por el contrario, en España basta con tener una nota de un 5 para entrar.
En la mayoría de los casos, los estudiantes españoles deciden estudiar Magisterio “por eliminación”, ya que su nota media no les da para estudiar otra carrera. En Finlandia, los estudiantes quieren ser maestros “por vocación”.
Cada escuela o universidad escoge a sus aspirantes a profesores a través de una entrevista, realizada por el director del centro. Todos los aspirantes deben poseer una licenciatura de tres años y dos másteres. Según Javier Melgarejo, psicólogo escolar que estudia el sistema educativo finlandés desde hace más de una década, las pruebas más duras de todo el país son las del proceso de selección de profesores. Estas pruebas consisten en una entrevista para valorar la capacidad de comunicación y de empatía del candidato, un resumen de la lectura de un libro, una explicación de un tema ante una clase, una demostración de aptitudes artísticas, una prueba de matemáticas y otra de aptitudes tecnológicas. Pero ahí no se termina el proceso ya que una vez preseleccionado, es necesario realizar un periodo de prácticas.
Nada tiene que ver esto con nuestras famosas “oposiciones”, un examen anticuado e injusto que lo único que asegura es que los candidatos con más tiempo en bolsa llegan a los puestos de trabajo más importantes. Este sistema ignora por completo el mérito académico de cada aspirante.
En Finlandia la educación es gratuita desde preescolar hasta la universidad. Incluye las clases, el comedor, el transporte, los libros y el material escolar. Los estudios universitarios están al alcance de todos, ya que no se cobran matrículas.
En el lado opuesto se encuentra nuestro país, que a pesar de que disponemos de una educación “gratuita” hasta la universidad, debemos correr con los gastos de los servicios complementarios (comedor, transporte, material escolar). Unos gastos que, por ejemplo, han aumentado con la última subida del IVA, del 4 al 21%, sobre el material escolar. Se calcula que un tercio de las familias españolas va a tener dificultad a la hora de adquirir los libros de texto y el material escolar. Además, el año pasado el Gobierno central estableció como criterio general y obligatorio que los estudiantes universitarios deben pagar entre el 15 y el 25% del coste efectivo de los estudios. No podemos olvidar que la mayoría de las Comunidades Autónomas han endurecido los requisitos para acceder a una beca de comedor, por lo que muchas familias se han quedado sin esta ayuda.
En Finlandia el número de alumnos por clase nunca es superior a 20. En España el pasado mes de abril se aprobó un nuevo decreto de medidas urgentes en el que se estableció un aumento del 20% de estudiantes por aula. En primaria se pasó de 27 a 30 y en secundaria de 30 a 36. Resulta sencillo imaginar las dificultades que puede llegar a tener un profesor para dar clase a un total de 36 alumnos.
El 98% de las escuelas finlandesas son públicas y gratuitas lo que garantiza igualdad de oportunidades para todos los niños en la educación básica, independientemente de su posición social y origen étnico. En la otra cara de la moneda, España, el 31% de los colegios son privados o concertados. Esto da lugar a la existencia de «escuelas gueto», debido a que, según un informe del Consejo de Europa, los colegios privados o concertados suelen rechazar a gitanos e inmigrantes.
Un dato curioso es el relacionado con la televisión. En Finlandia, cualquier película o serie extranjera aparece en versión original con subtítulos en finlandés. Esto hace que los niños se esfuercen desde pequeños en aprender a leer para así poder entender los dibujos. Cuando el niño entra a la escuela a los 7 años no hace falta que el profesor le enseñe a leer, ya que ha aprendido en casa viendo la televisión.
Este es solo un dato que demuestra que cuando el niño finlandés entra a la enseñanza obligatoria con 7 años posee la suficiente madurez intelectual. Por tanto, el profesor solo debe dedicarse a enseñar, en lugar de a educar.
Nos encontramos en un país en el que el 36% de los alumnos repite curso; el 26,5% no terminan sus estudios obligatorios; y el 24% de los jóvenes entre 15 y 29 años ni estudia ni trabaja. Unos datos desalentadores que nos llevan a hacernos la siguiente pregunta: ¿estamos a la altura de un país desarrollado en materia de Educación?
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