¿Llega la pérdida de peso a beneficiar a la salud a largo plazo?
Publicado el 1 de enero de 2014 por Alexis Conason, Psy.D. en Eating Mindfully.
¿Se decidió a perder peso como propósito para Año Nuevo? Si es así, no está solo. «Perder peso» ha resultado ser el propósito más común para el Año Nuevo 2014. Hay mucha gente que asocia la pérdida de peso con beneficios para la salud. De hecho, «Mantenerse sano y en forma» se encuentra en la quinta posición en el ranking de propósitos más populares. La industria de productos para la pérdida de peso respalda por supuesto estos propósitos, pues también tienen un interés financiero por «ayudar» a que nos decidamos a perder peso.
En enero nos bombardean con anuncios de dietas y diversos métodos para perder peso. Aparte de los medios de comunicación, las personas con sobrepeso u obesas a menudo son animadas por sus médicos a perder peso mediante dietas como una forma de mejorar la salud. Dada la importancia que tiene la pérdida de peso para mejorar la salud, considero que es importante preguntarnos: ¿realmente llega la pérdida de peso a beneficiar a la salud a largo plazo?
Recientemente, un grupo de investigadores abordaron dicha pregunta. En la obra Long-Term Effects of Dieting: Is Weight Loss Related to Health? (Efectos a largo plazo de las dietas. ¿Está la pérdida de peso asociada a la salud?) Tomiyama, Ahlstrom, y Mann (2013) indagaron en la relación que hay entre hacer dieta, la pérdida de peso y sus efectos en la salud. Éstos revisaron 21 ensayos controlados aleatorios publicados, todos ellos sobre dietas para perder peso que tuvieran un periodo de seguimiento de al menos dos años. Asimismo, examinaron los efectos en la salud mostrados, tales como los niveles de colesterol, de triglicéridos, la presión arterial sistólica y diastólica, así como de la glucemia en ayunas.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que los participantes que seguían alguna dieta habían perdido una media de un kilogramo desde el comienzo de la dieta hasta la finalización del periodo de seguimiento (un mínimo de dos años más). Esto suponía una pérdida de peso de alrededor de un kilogramo y medio más que en el grupo de control. Aparte de la pérdida de peso, los grupos que seguían una dieta continuada experimentaron algunas mejoras mínimas en la salud, de las cuales, muchas no se considerarían significativas desde un punto de vista clínico. A continuación describimos tales mejoras.
Las personas que seguían dietas experimentaron una reducción en la presión arterial sistólica de 2,37 mmHg e diastólica de 2,71 mmHg. Esto suponía una reducción de 2,21 mmHg para la presión sistólica y 0,50 mmHg para la diastólica, comparados con los otros participantes en condiciones normales. En cuanto a la glucemia en ayunas (un examen utilizado para diagnosticar la diabetes), los participantes que seguían la dieta experimentaron una disminución de alrededor de 0,05 mmol/L.
Dos estudios exhaustivos que analizaron los investigadores mostraron la repercusión de la dieta en la diabetes. Ambos revelaban una significativa disminución del 58% en la diabetes de los participantes del grupo que seguía la dieta con respecto a los del otro grupo. Tomiyama y otros observaron que ambos estudios incluían el ejercicio físico en el grupo de los participantes a dieta, sin embargo no se incluía en el otro grupo en condiciones normales, haciendo difícil conocer con certeza el factor responsable de la disminución en la diabetes del primer grupo, si el ejercicio o la dieta. El primer grupo experimentó pequeñas mejoras tanto en los niveles de colesterol como de triglicéridos. Las dietas no influyeron en ninguna reducción significativa de la morbilidad o la mortalidad coronaria.
Consecuentemente, los investigadores se preguntaron si dichas mejoras en la salud estaban relacionadas con la pérdida de peso. La respuesta fue NEGATIVA. El análisis de los autores indica que las mejoras en la salud en el grupo que seguía la dieta no estaban relacionadas con la pérdida de peso. Algunas explicaciones posibles que el autor propone para las mejoras en la salud son el ejercicio físico, cambios en la nutrición (es decir, un aumento en la ingesta de frutas y verduras, fibra, una disminución del sodio), las diferencias en la atención médica y mayor apoyo social.
Así que, mientras que la dieta puede derivar en algunas mejoras en la salud mínimas (de las cuales, muchas no se considerarían significativas desde un punto de vista clínico), estas mejoras no están relacionadas con la pérdida de peso. Una vez más, resulta que el peso no es el factor clave en lo concerniente a la salud.
Si eres uno más de los millones de personas que van a proponerse algo para Año Nuevo, considere la opción «Mantenerme sano y en forma», antes que «Perder peso». ¡Recuerde que las dos opciones NO son lo mismo! Podemos mejorar nuestra salud independientemente de la pérdida de peso. Un cuerpo saludable comprende una amplia gama de formas y tamaños. Para el 2014, decídase a NO hacer dieta. Únase al movimiento anti-dietas.
Bibliografía:
Tomiyama, A. J., Ahlstrom, B., & Mann, T. (2013). Long-term effects of dieting: Is weight loss related to health? Social and Personality Psychology Compass: 861-877
Para más información sobre una alimentación adecuada y la práctica de la Doctora Conason, visite su página web www.drconason.com.
Artículo original en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/eating-mindfully/201401/do-diets-work
Traducción realizada por Alba Monís Rufino
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