El principal reto para los niños no escolarizados: hacer frente a las normas sociales.
Publicado el 11 de abril de 2012 por Peter Gray en Freedom to Learn
El pasado otoño realicé un estudio con 232 familias «no escolarizadas» con hijos de más de cinco años. Este es el último de una serie de tres informes sobre el estudio. En el primer informe, describí el método de estudio, ofrecí información demográfica sobre las familias que participaron y resumí las respuestas a preguntas sobre la definición y los beneficios de la no escolarización para las familias. En el segundo informe, describí los distintos caminos que habían llevado a estas familias a la no escolarización, incluidas sus experiencias previas con la educación tradicional o la educación en el hogar, sus observaciones sobre los métodos naturales de aprendizaje de sus hijos y la influencia de los autores que han escrito sobre las formas naturales de educación. En este último informe analizo los retos de la no escolarización a los que se han enfrentado las familias encuestadas.
Brevemente, para aquellos que desconocen el tema y que no han leído los informes previos, las familias que se identifican como no escolarizadas son aquellas que no envían a sus hijos al colegio y no realizan en su casa el tipo de tareas que se hacen en el colegio. Estas familias, más concretamente, no establecen un currículo para sus hijos, no les piden que realicen tareas concretas con objetivos educativos, ni los examinan para medir el progreso. En su lugar, dejan que los hijos sean libres para dedicarse a sus intereses y para aprender, a su manera, lo que necesitan para poder perseguir estos intereses. También ofrecen de diversas maneras el contexto ambiental y el apoyo necesario para el aprendizaje de los hijos. Para conocer mejor las distintas formas en las que los no escolarizados enfocan estas ideas y los diversos beneficios que estas familias encuentran en la no escolarización, tanto para los hijos como para el conjunto de la familia, puede leer el Informe I.
El informe que nos ocupa está basado en un análisis cualitativo que mi colega Gina Riley y yo realizamos a partir de las respuestas a la Pregunta 7 del estudio, que reza lo siguiente: «¿Cuáles han sido para su familia los principales retos u obstáculos derivados de la no escolarización?».
Como primer paso del análisis, clasificamos los retos descritos en varias categorías relativamente distintas. La categoría que se citaba con más frecuencia era la de «Presión social». Incluía juicios negativos y críticas de otras personas, desde parientes, amigos y conocidos hasta incluso desconocidos. Los no escolarizados sentían la necesidad de justificar constantemente su elección a personas que no lo aprueban o no lo entienden. Un total de 106 familias (el 46% de las 232) incluían esta categoría de reto en su respuesta a la Pregunta 7. De hecho, para 57 de estas familias, la Presión Social era la única categoría de reto que se mencionaba.
La segunda categoría más citada de reto es etiquetada como «desescolarizar la mente de los padres». Esta categoría está relacionada con las dificultades que los padres experimentan a la hora de superar sus propias ideas «escolarizadas» adquiridas tras una infancia escolarizados, ideas que les dictan cómo funciona la educación. Aquí se incluyen los conflictos debidos a las diferencias entre la filosofía o idea de no escolarización de los padres y los pensamientos inconscientes en las cabezas de los padres que podrían minar esta filosofía. Un total de 95 familias (el 41% de las 232) incluían esta categoría en su respuesta a la Pregunta 7. Esta categoría se entenderá más claramente, cuando dé ejemplos de las citas. Muchos de los encuestados mencionaron retos tanto en esta categoría como en la de Presión Social, y algunos establecieron vínculos entre las dos categorías. Las críticas de los demás reavivarían, en algunos casos, formas de pensamiento antiguas y socialmente normativas y despertarían de nuevo miedos que los padres de niños no escolarizados pensaban que habían superado, incluso cuando estaban seguros de que la educación no dirigida funciona perfectamente con sus hijos. Estos miedos podrían llevar a los padres a empezar a dirigir y controlar el aprendizaje de los hijos; algo que, si no se controla, podría suponer el final de de la educación no dirigida para los hijos.
Estas dos categorías de reto que se mencionan con más frecuencia están relacionadas con el poder de las convenciones sociales. Somos criaturas sociales y resulta muy difícil comportarnos de manera contraria a lo que los demás perciben como normal. En la historia de las culturas, las prácticas normativas dañinas o los rituales se mantienen durante décadas, en parte al menos, por el estigma o la percepción de estigma relacionada con la vulneración de las normas. Estas incluyen prácticas como el vendaje de los pies en las clases altas chinas o la mutilación genital en otras culturas. Incluso aquellas personas que pensaban que estas prácticas eran perjudiciales seguían practicándolas, porque si no se realizaban marcaría a la familia como «diferente» y, por lo tanto, como aberrante. La escuela es el ritual cultural más predominante de nuestra época. Es una práctica asumida como normal, incluso como necesaria, en la mente de la gran mayoría de las personas. Para argumentarlo, no solo se deben superar los juicios negativos de los demás, sino también los juicios que surgen en la propia mente adoctrinada por la escuela.
Se mencionaron otras categorías muy por detrás de estas dos primeras en lo que a frecuencia se refiere. El resto de categorías incluían: «Tiempo/Trayectoria/Ingresos» (problemas derivados de la inestabilidad de los padres para proseguir su trayectoria, ganar dinero o tener suficiente tiempo para él mismo o ella misma al tiempo que cuidan de los hijos en casa), citada por 45 familias; «Encontrar Amigos» (problemas a la hora de encontrar amigos con los que sus hijos puedan jugar o encontrar a personas que compartan su filosofía), citada por 18 familias; y «Asuntos Legales» (problemas relacionados con las leyes o regulaciones que hacen que la no escolarización sea ilegal o una práctica difícil), citada por 15 familias. Aunque tan solo el 5% de las familias en Estados Unidos mencionaron «Asuntos Legales», esta categoría sí fue citada por el 33% (5 de cada 15) de las familias en Europa y por un 75% (3 de cada 4) de las familias residentes en Francia.
El resto de esta entrada está dedicada a las citas seleccionadas de la encuesta, que ejemplifican cada categoría de reto. Como algunos de ustedes no leerán la lista completa de testimonios, me gustaría señalar ahora (mejor que al final) que cualquier comentario o pregunta será más que bienvenida. Si usted es miembro de una familia no escolarizada, ¿cómo ha lidiado con los distintos retos descritos por los encuestados o a qué otros retos se ha enfrentado? Si no es miembro de una familia no escolarizada, ¿se le ocurren otras preguntas sobre la no escolarización que no se hayan tratado en los informes? Este blog pretende ser un foro de discusión, y su opinión y conocimientos se valoran y son tomados muy en serio, tanto por mí como por los lectores. Como siempre, preferiría que publicase sus comentarios y preguntas aquí en lugar de enviármelos por correo. Al publicarlos aquí, los comparte con el resto de lectores, y no solo conmigo. Leo todos los comentarios e intento responder a todas las preguntas serias que se me plantean. Por supuesto, si tiene algo que decir que tan solo nos incumbe a usted y a mí, puede enviarme un mensaje de correo electrónico.
Pero, por ahora, sigamos leyendo. Estas citas son afirmaciones elocuentes de los obstáculos que las familias no escolarizadas han tenido que superar.
Citas que ilustran la categoría de presión social como reto
- «Los otros son, con diferencia, el mayor reto. Es un concepto tan radical que creo que es muy fácil que la gente (especialmente los familiares) lo critiquen. Estoy cansado de sentir que tengo que esperar hasta que mis hijos sean adultos para poder decir finalmente: “¡Veis, todo ha salido bien!”».
- «El mayor reto ha sido superar el miedo de ir contra las normas y lidiar con los miembros de la familia que se muestran críticos o que no apoyan nuestras decisiones».
- «Todavía no le hemos dicho a la familia de mi marido que no vamos a escolarizar a nuestros hijos. Nos da miedo que les entré pánico y decidan intervenir. No queremos ese tipo de tensión para nosotros ni para nuestros hijos».
- «Responder a las preguntas de otras personas que no lo entienden, incluidos los padres que educan en casa a sus hijos. Preguntas como en qué curso están, qué currículo utilizo o si un hijo único consigue socializarse, etc.».
- «Diría que el único reto real pasa por enfrentarnos a los prejuicios y a la incomprensión de los demás (principalmente de los desconocidos). Cuando decimos que educamos a nuestros hijos en casa (porque la expresión «educación no dirigida» va seguida siempre de miradas atónitas), imaginan que tenemos un par de pupitres en el salón.
Dan por hecho que no tenemos vida social. Es muy pesado tener que escuchar esos comentarios una y otra vez. Después, aparece un programa o documental sobre la no escolarización y la gente piensa que así es nuestra vida (estos documentales son, en la mayoría de los casos, sensacionalistas y se editan de tal forma que los padres aparecen retratados como progenitores negligentes e ignorantes que no se preocupan por sus hijos). Estoy cansado de responder a preguntas como “Bueno, eso está bien para el arte y la música, pero ¿qué pasa con las matemáticas?” o “¿Cómo van a desenvolverse tus hijos en el mundo real?”. No siempre me gusta convertirme en embajador de la no escolarización, sobre todo cuando estoy haciendo la compra. Pero me encuentro a menudo en esa situación y a veces resulta agotador».
- «Creo que para nosotros, como cristianos, es el estigma de los padres perezosos. La no escolarización se ve como un enfoque en el que los padres se desentienden de la crianza de los hijos y, para la comunidad cristiana, como algo especialmente negativo o como un pecado. Dios ama el orden —y así está grabado en sus cerebros. Lo más gracioso es que Jesús seguramente no estaba escolarizado».
- «Nuestros familiares han supuesto un gran reto. Se mostraron negativos con respecto a la educación en casa e indignados con la no escolarización. Tuvimos que alejarnos un poco de ellos durante un año. Ahora han visto que [nuestra hija] está “bien”».
- «El principal obstáculo en mi caso fue manejar con elegancia los encuentros con amigos y conocidos que trabajan en la escuela pública. Varios de estos amigos trabajan como maestros o están de alguna forma relacionados con la escuela, y ellos vieron (a veces todavía ven) lo que hacemos como una forma de desprecio hacia ellos y hacia sus esfuerzos».
- «El escepticismo y la clara desaprobación de la mayoría de mis amigos y familia supusieron un duro golpe para mí y aislaron a mi familia de nuestro antiguo grupo social. Aprendí a no mencionar la no escolarización, porque muchos de mis antiguos amigos se mostraban totalmente opuestos a la decisión de enseñar a mis hijos en casa, y a los pocos a los que les hablé de la no escolarización los asusté».
- «El padre de mi hija y su madrasta estaban tan en contra que literalmente la echaron de su casa porque creían que estaba dando un mal ejemplo a sus hijos pequeños».
- «Mi suegra dejó de preguntar por sus nietos poco dispuesta a intentar entender lo que estábamos haciendo o por qué… Así que, en definitiva, han perdido una abuela».
- «Cuando descubrimos la no escolarización y estudiamos en profundidad su filosofía, tenía muchísimas ganas de hablar del tema con mi familia y amigos. Aprendí muy rápido que hay muchas personas que no pueden (quieren) entenderlo y algunas muestran su clara desaprobación. He aprendido a hablar sobre nuestra no escolarización en términos muy académicos. Así, el resto de la gente se siente más cómoda con nosotros y siente que somos parecidos en cierto modo».
- «Lidiar con comentarios inadecuados de aquellos que no saben nada sobre la no escolarización resulta agotador».
- «Otros, ya sean amigos de amigos, parientes o personas con las que tratamos en actos públicos o actividades… cuestionan a nuestros hijos, nos interrogan, ponen en duda y analizan con lupa nuestros motivos. Que se nos acuse de ser egoístas o de ser padres negligentes porque no los llevamos a una escuela tradicional en la que aprenden las normas estatales. Algunas veces acaba afectándonos y nos llena de dudas y miedos».
- «El principal obstáculo ha sido el resto de la gente. Es difícil encontrar a personas que se muestren alentadoras, sobre todo en nuestro círculo más cercano. Nuestro principal apoyo han sido las conferencias y las comunidades en línea… Los demás no lo entienden y ven con malos ojos lo que hacemos. Hay muchas personas atrapadas en el paradigma de la escuela y están convencidas de que es absolutamente necesario que los niños vayan al colegio para poder tener éxito como adultos. Ven elementos como el acoso escolar o las tareas sin sentido como pasos necesarios que nos preparan para el “mundo real”, al que consideran aburrido, amenazador y poco atractivo en general».
- «Dejamos de tratar ningún tipo de asunto con nuestra familia… Los conocidos y desconocidos solían molestarnos, pero ahora que tenemos pruebas de que funciona… [Pero algunos] siguen intentando ver la parte negativa, como, por ejemplo, que mi hija no tuvo graduación o que no se comporta como una “chica adolescente”. Parece poco habitual, en el mal sentido, tener una hija adolescente que se comporta como una universitaria, como si, de alguna forma, nosotros fuésemos los culpables de que ella sea tan “diferente”».
- «Mi hijo odia tener que explicar con pelos y señales lo que hacemos y lo que no hacemos a personas que no lo aprueban».
- «Cuando haces algo tan alejado de lo común, tienes que convertirte prácticamente en embajador de lo que haces. No me interesa convertirme en paradigma de la no escolarización o poner a mis hijos en esa situación; sin embargo, parece que es lo que los demás esperan».
Citas que ilustran las necesidades de los padres de «desescolarizar» su propia mente para poder aplicar la no escolarización adecuadamente
- «¡Mi hijo sabe de forma instintiva cómo hacerlo, pero nosotros [mi marido y yo] hemos tenido que desaprender mucho!».
- «Hay algo en nosotros que se rebela frente a la idea de nuestros hijos “escapándose” sin hacer deberes de matemáticas o dictados, y sin imponerles nada “porque lo necesitarán”. Es duro ver cómo pasan mucho tiempo aprendiendo de forma desestructurada y tener que combatir la sensación de que no están aprendiendo de forma efectiva incluso cuando vemos que sí están aprendiendo. En cierto modo, nos da envidia que no tengan que soportar la monotonía, la confusión, la frustración y la “socialización” (por ejemplo, la influencia negativa de sus compañeros) con las que nosotros tuvimos que lidiar, y que puedan centrarse en el placer de aprender».
- «El principal [reto] pasa por superar mi propia preocupación de que no están aprendiendo lo suficiente. Tengo que «olvidar» constantemente. Existen demasiados mensajes en los medios de comunicación y entre los miembros de la familia (primos, abuela, tías) de que mis hijos deberían conocer algunos elementos del temario escolar. Tengo que repetirme constantemente que aprenden todo el tiempo, que sienten un profundo amor por el aprendizaje, y que no necesitan seguir el temario de otras personas».
- «Ay, hacer que el status quo no invada mi cerebro: “La televisión es mala”, “los ordenadores son malos”, “los niños tienen que saber leer a los cinco años”, “los videojuegos hacen que los niños sean violentos”. Es muy difícil escuchar esto una y otra vez y no preocuparse, aunque puedas ver perfectamente que ninguna de estas cosas sucede en realidad».
- «Viniendo del ámbito académico, probablemente el mayor reto fue mi propia escolarización o, más concretamente, mi desescolarización y deshacerme de la idea de que una “buena madre” tiene que ofrecer infinitas oportunidades “educativas”, sin las que un niño está condenado a la mediocridad. Aprender a ver que el aprendizaje está en todos lados y entender que este aprendizaje no tiene ninguna relación con la enseñanza».
- «Contenerme para no empujar y obligar a los niños a hacer cosas que creo que son buenas para ellos. Nunca funciona y socava la confianza en la educación no dirigida. En el fondo, es miedo a haber cometido un gran error y a que mis hijos no tengan lo que necesitan. Es ridículo, pero este miedo sabe cómo aparecer con frecuencia en los primeros años. No con tanta frecuenta ahora que los beneficios son tan evidentes y mis hijas han madurado y han demostrado ser muy competentes y tener muchas ganas de aprender».
- «Mi propia desescolarización fue el principal reto. Aunque siempre había querido centrarme en los intereses de mis hijos, tuve grandes dificultades para deshacerme de la necesidad de tener pruebas tangibles (trabajo escrito, proyectos, etc.) de que estaban aprendiendo».
- «Todavía me encuentro con pequeños rincones en partes de mi cerebro que contienen viejos miedos y suposiciones. Ahora [mi hijo] tiene seis años y sus amigos ya leen. Me encuentro preocupada e insegura, y, a continuación, enfadada conmigo misma por tener estos sentimientos. Estoy aprendiendo a capearlos —dejar que aparezcan, recordar que son reacciones anticuadas y basadas en el miedo, dejar que desaparezcan, y admirar la creatividad con la que [mi hijo] explora su mundo».
- «Tengo que seguir recordándome y hacer que mi marido me recuerde que sí funciona. Yo trabajé como maestra y esta no es la forma en la que me enseñaron a enseñar a los niños».
- «Para mí, personalmente, superar la sensación de que no estoy haciendo lo suficiente; esos momentos de pánico en los que intervengo e intento forzar el aprendizaje. Me arrepiento rápidamente y ahora, con el día a día, me sorprende ver todo lo que mis hijos han aprendido y todo lo que saben».
- «Me he dado cuenta de que el principal obstáculo hasta ahora lo creo yo mismo… A veces parece que es demasiado fácil y que tiene que haber una trampa. ¿Estoy siendo perezosa? ¡Por amor de Dios, qué pasa con los libros! Dada nuestra formación escolar, es muy fácil pensar que si es “educativo”, no puede ser divertido y que si es divertido (y fácil), no puede ser educativo. A menudo, cuestiono el camino que hemos elegido solo porque no conozco a nadie que haya educado a sus hijos en casa, por no hablar de la no escolarización».
- «¡Yo soy sin duda alguna el mayor reto! Tengo que quitarme de en medio en muchas ocasiones. Ya sea porque me pregunto si los videojuegos son excesivos o porque pienso en la universidad; a veces encontrar la confianza es difícil. Pero, al final, me doy cuenta de que una conversación con cualquiera de mis hijos acabaría con los miedos del mayor escéptico; son articulados, compasivos, personas comprometidas y no cambiaría absolutamente nada de ellos o del camino que hemos elegido (¡a excepción, quizás, de no haber tenido que hacer lo de la escuela primero!)».
- «Nuestro cuestionamiento es el mayor reto. Es más fácil enfrentarse a la desaprobación y las críticas de la familia y los amigos que luchar con las viejas voces que resuenan una y otra vez en tu cabeza».
Citas que ilustran el reto tiempo/trayectoria/ingresos
- «Dinero, dinero, dinero, dinero, dinero. He tenido que trabajar siempre y unas veces más que otras. Trabajé como autónoma buena parte de mis años en casa (soy escritora) para compensar la diferencia y, cuando despidieron a mi marido, trabajé a tiempo completo como autónoma. Pasé un año horrible trabajando a tiempo completo para una ONG —tres días desde casa y dos días fuera. Fue muy duro y, aunque mis hijos lo llevaron bien, yo casi me vuelto loca… Además la vida social de mis hijos depende en grandísima medida de la mía —una cosa es llevarlos a fiestas y otra estar siempre al pie del cañón, que requiere un gran esfuerzo por parte de los padres— y cuando he estado trabajando no he tenido tiempo de hacer este esfuerzo, y se han perdido algunas cosas».
- «El mayor reto ha sido económico —hay muchísimas cosas que hacer, ver y explorar y pocos medios para hacerlo todo. Pero esto también forma parte integrante de vivir la vida y buscar opciones y alternativas que cubran nuestras necesidades, deseos y curiosidades dentro de los límites de un hogar con un único sueldo y del tiempo fuera de casa que necesita un padre que trabaja».
- «El tiempo: intentar conciliar el trabajo y el “tiempo solo como padre”».
- «Tener tiempo solo para mí (madre) desde que mis hijos están conmigo 24 horas, 7 días a la semana».
- «Nuestro principal obstáculo fue conciliar todo, con tantos niños e intereses diferentes, permitiendo que cada uno siguiera su propio camino».
Citas que ilustran el reto de encontrar amigos
- «Para nosotros, el principal problema es viajar para socializar —puede resultar agotador. Tenemos que viajar lejos para encontrar amigas para mi hija mayor».
- «Como nuestro hijo es hijo único, y el resto de niños que viven en nuestro barrio van al colegio y luego tienen actividades extraescolares, tenemos que buscar otras opciones para que pueda conocer y jugar con otros niños, algo con lo que disfruta mucho. Hasta que encontramos un par de redes (pseudo) locales de no escolarización y educación en el hogar con las que conectamos, era todo un reto encontrar niños con los que jugar tan a menudo como él quería salir y socializar… También porque mi marido y yo trabajamos desde casa y, en las semanas más ocupadas, resulta difícil coordinar nuestros horarios y necesidades para garantizar que todos recibimos atención y apoyo».
- «Vivimos en el campo y ha sido muy difícil que los niños hagan amigos entre la población local».
Citas que ilustran los retos legales de la no escolarización
- [Desde Finlandia, donde incluso los niños no escolarizados tienen que hacer exámenes.] «Sobre todo cuando se acerca el día de los exámenes oficiales en las escuelas públicas locales, nos empezamos a preocupar. Después solemos adoptar la postura “profesor-centrista” y hacemos lo posible para que adquiera habilidades a la hora de hacer exámenes».
- [Desde Reino Unido] «Hemos tenido problemas con el ayuntamiento para hacerles entender que se trata de una auténtica filosofía educacional. También me entra pánico de vez en cuando por si aparecen y quieren “pruebas”».
- [Desde Francia] «El miedo a una inspección. En Francia, se nos controla cada año y nos cuesta mucho defender el derecho que aún tenemos a educar siguiendo una pedagogía o filosofía diferente a la de la escuela».
- [Desde Francia] «Las autoridades educativas, porque estamos controlados por personas que no creen en la educación en el hogar (así que imagínese lo que la no escolarización significa para ellos). Nos vemos obligados a escondernos (al margen de la ley) o a [comprometer nuestros principios de no escolarización]… Según la ley francesa, los niños de más de 16 años tienen que tener ciertos conocimientos de cada materia. Por lo tanto, si practicas la no escolarización total, es imposible estar seguro de que el niño logrará este objetivo a los 16».
- [Desde Carolina del Norte] «En la actualidad, en nuestro estado, mi hijo tiene que hacer un examen estandarizado una vez al año desde los 7 años. Me preocupa que esto afecte a mi compromiso para con la escolarización porque el estado estará vigilándome».
- [Desde Nuevo Hampshire] «Nuestro principal obstáculo a la no escolarización son los requisitos de educación en el hogar de nuestro estado. Aunque los requisitos de Nuevo Hampshire son sencillos y razonables, tenemos sobre nosotros la carga durante todo el año de que “tenemos que encontrar una forma de hacer esto o aquello del currículo”. De hecho, hace un par de años mi hijo y yo nos concentramos en la Cámara de los Representantes de Nuevo Hampshire en tres ocasiones para evitar que se aprobara la legislación que exigiría a todas las familias que educan en casa a realizar un examen estandarizado a parte del currículo. Mi hijo que, cuando tenía 14 años, empezó a escribir por su cuenta como un loco y a continuación escribió un manuscrito entero, recientemente le escribió una carta al periódico exponiendo cómo los requisitos estatales atentan contra su derecho a aprender libremente de la forma que quiera, porque sabe que tiene que estudiar ciertas “materias” lo quiera o no».
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Pese a los retos, ninguno de los participantes manifestó arrepentimiento sobre su decisión de no escolarización. Para conocer las razones, pueden ver el Informe I y el Informe II en los que se describen los beneficios de la no escolarización y las experiencias que llevaron a estas familias a elegir este camino.
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Peter Gray, doctor, profesor investigador en Boston College, y autor del libro recién publicado Free to Learn (Basic Books) y Pyschology (un libro de texto, ahora en su sexta edición).
Otros artículos de Peter Gray en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn
Libro en inglés «Free to Learn»:
www.freetolearnbook.com
Traducción realizada por Esperanza Sofía Márquez Ruiz
Artículo original en inglés:
www.psychologytoday.com/blog/freedom-learn/201204/the-challenges-unschooling-report-iii-the-survey
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